Acuerdo De Corazón

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Estamos sobre la cama, yo estoy con las piernas cruzadas al lado de Brayan, que está acostado boca arriba.

- Brayan, ¿Tú me amas?

- Claro que sí, he compartido contigo varios años y tendrás a mi hijo.

- Esperaba que me dijeras que no. Después de traicionarme tantas veces creo que esto no es más que una amistad por conveniencia - Comento. Él pone su mirada en mí.

- Perdóname ¿Cuántas veces lo tengo que decir?

- No lo digas más si no quieres, no estoy obligada a aceptar tus disculpas.

- ¿Por qué la pregunta entonces, dices que esto solo es una amistad, pero te preocupa saber lo que siento por ti? – Dice como si le debiera una explicación sobre una pregunta tan simple. Decido quedarme callada – No hay ninguna amistad entre nosotros Yenneth, estamos casados. Dime ¿Por qué la pregunta?

- No lo sé, solo quería estar segura de la página en la que estamos porque ya es difícil saber que solo un milagro puede salvarte del cáncer. Quería saber si aún hay oportunidad para nosotros, porque todavía te amo, pero pensándolo bien, creo que no. No hay manera de que pueda actuar como si estuviéramos felices de estar casados. Tú no podrías.

- Somos una pareja y seguiremos siendo una pareja, aunque firme los papeles de divorcio. Nuestro hijo – Toca mi abdomen  – nos une.

- ¿Cómo puedo amar a una persona tan cruel? – Digo y suspiro mirándolo a los ojos. Brayan quita su mano de mi panza y deja de apoyarse sobre sus hombros - ¿Por qué nunca me dijiste nada? Nunca hablaste conmigo sobre nada, solo fuiste y te acostaste con esas mujeres para desquitar lo que te molestaba de mí -  Respiro profundo y siento un nudo en mi garganta – Nunca sabré cuantas porque no quieres decirme.

- ¿De qué te serviría saber eso? – Me mira a los ojos por un segundo y vuelve su mirada al techo – Siempre fue solo una.

- Tienes razón, no sirve de nada porque ya no puedo creerte – El silencio nos invade hasta que digo – Ni siquiera tenemos que llevarnos bien, solo debemos tratarnos con respeto cómo ahora y todo va ir bien.

- Lo dices como si tuviera una larga vida por delante. En este momento ni siquiera sabemos si podré verlo nacer.

- Voy a tratar de perdonarte: Te perdono – Digo. Frunce el ceño confundido – Lo digo ahora porque en caso de que ya no estés, no me sentiré culpable por nunca habértelo dicho.

- Sí – Sonríe levemente – Eres cristiana, sé que el perdón es algo importante para ti y te doy las gracias por decírmelo. Aunque ahora no lo sientas de verdad, eres la mujer más maravillosa que he conocido y que me perdones es valiosos para mí.

Nos besamos durante varios segundos, pero nos separamos rápidamente, como si hubiésemos sido descubiertos haciendo algo ilícito. No sentí nada. Ahora sé que, aunque aún tengo sentimientos por él, nuestra relación romántica ya se acabó.

□ □ □

Finjo estar dormida cuando veo que Brayan está despertando. Cuando siento que se baja de la cama abro los ojos, lo veo ir al baño, pero lo que más observo son los moratones en su espalda. Entro al baño con él y lo ayudo a tomar una ducha para más tarde aplicarle una crema de menta en las partes más oscuras de los moratones en caso de que sienta dolor.

- ¿Cómo están? - Le pregunto mientras desayunamos.

- Bien, gracias por el ungüento – Dice mientras come los panes de canela que hice - Están perfectos, ya cocinas mejor que yo.

- No seas tan exagerado – Tomo de mi taza de chocolate - ¿Has estado tomando los coagulantes?

- Sí, por supuesto que sí.

- Es que tu espalda está llena de morados, mírate el brazo – Señalo. En este momento usa una camisa de mangas cortas y en varias partes de su antebrazo tiene moretones o marcas de mis dedos.

- Lo de la espalda debe ser por las arrugas de la cobija - Dice despreocupado - y sabes que los moretones en mis brazos son tu culpa. ¿Vez esto? - se descubre el hombro - toda tu culpa.

- Solo evito que te caigas.

- No estoy cojo – Dice. A este punto ni siquiera me esfuerzo en seguir hablando y trato de no reír.

□ □ □

- ¿Cómo va todo? - Me pregunta Melisa mientras dobla la ropita del bebé para meterla a la maleta.

- Mucho mejor, ya hemos hablado y las cosas mejoraron.

- Que bien, eres la mejor del mundo y hubiera sido una pena que Brayan no hubiese querido cooperar.

- ¿Cómo vas con Francisco?

- Bien, dice que ya va siendo hora de que tengamos hijos.

- Sí, pero ¿A qué conclusión llegaron?

- No los tendremos aún. No quiero dejar de lado mi trabajo para cuidar a niños por ahora.

- Yo todavía me siento nerviosa por el parto, sé que va a ser bastante doloroso ¡Me aterra!

Terminamos de ordenar la maleta, ya está fijada la fecha de parto y Brayan y yo vamos a estar tres días en la maternidad. No pedimos ayuda a nuestros familiares para cuidar al bebé cuando nazca porque es algo de nosotros, de aprender sobre nuestro hijo, creo que es algo muy íntimo. A veces los familiares lo que hacen es traer más estrés en lugar de ayudar.

- Ya me voy, no quiero que Francisco se preocupe – Dice mientras acomoda la maleta a un lado de la cuna del bebé.

- Vengan a cenar mañana, sabes que cumpliré las 32 semanas.

- No me lo pierdo.

- ¿Desde cuando estás aquí? deberías dejar de venir a molestarme - Le dice Brayan cuando Melisa baja y lo abraza por la espalda - ¿No tienes exámenes que calificar?

- ¿Cómo se va a llamar su bebé? ¡Vamos dímelo!

- No lo tienes que saber todo.

- ¡Vamos eres mi primo! ¡Soy de tu familia!

- ¿Por qué no te lo dijo Yenneth? Sabes que no puedo romper su confianza.

- Es que planeo hacer algo y necesito el nombre del bebé – Voltea a mirarme con una sonrisa mientras alza sus cejas.

- No insistas, no hemos acordado como se llamará.

- No seas mentiroso.

- Ariel, se va a llamar Ariel – Dice.

- ¡Que hermoso! En el fondo lo sabía porque Ariel y Lorian siempre han sido tus nombres favoritos - Melisa le da un beso en la mejilla a Brayan y ahora sí sale.

Espero unos treinta segundos contados antes de hablar - Las maletas ya quedaron.

Me recuesto en su pecho y me arropa con su brazo - No tengas miedo, tendrás al bebé en un momento.

- ¿En serio piensas en llamarlo Ariel?

- Sí. No he podido pensar en nombres y creo que ese es una buena opción si no consigo otro que me guste – Escucho su respiración cambiar y cuando me separo de su pecho, lo veo llorar.

EL UNO PARA EL OTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora