El Nombre

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□ □ □ YENNETH □ □ □

- ¿Estás bien?

- ¡Ah! -Se me sale un gemido cuando siento otra oleada de dolor. Trato de levantarme pero simplemente no puedo.
Una enfermera que pasa por el pasillo me escucha quejarme y cuando me ve corre a socorrer, me apoyo de la baranda de la camilla mientras la chica me levanta del otro brazo - Está de parto, necesita una silla de ruedas - le dice a un enfermero que entró tras ella.

- ¡No, no! – Quito mi mano de la baranda para ponerla en su hombro y llamar su atención - ¡El bebé aún es muy pequeño, no puedo dar a luz ahora! ¡Ugh! – Me doblego de dolor. Siento fuertes contracciones, empiezo a llorar por miedo a tener un parto prematuro.

- ¡¿Qué tanto demoran trayendo esa silla?! - Dice Brayan. Cada vez que habla fuerte da la impresión de forzar su voz por lo atrofiada que está. Acaricia mi mano cuando vuelvo a ponerla en la baranda de la camilla para no caerme - Solo respira profundo, trata de calmarte un poco ¿No puede darle algo para el dolor?

- ¿Tienes algo para que acaben las contracciones? - Suplico.

- Sí, pero primero debemos llevarla a... - Llega la silla de ruedas – va a estar bien, no se preocupe – Me dice mientras me ayuda a sentarme lentamente en la silla de ruedas.

Me suben a una camilla, me pinchan una vena e insertan el medicamento.
Siento la calma unos minutos después; me hacen radiografía para estar seguros de que el bebé está bien.

Trabajo en esa sede del instituto desde que la abrieron, así que no me resulta complicado presentar una excusa de inasistencia, solo llamo a la rectora para que sepa sobre mi situación y me voy a casa.

- ¿Estás bien? – Pregunta Brayan por llamada.

- Sí, no pasó nada – Contesto mientras trato de no llorar examinando el enorme moratón en mi vientre. Lo escucho suspirar - ¿Cómo te sientes?

- Debilitado, la comida de este lugar es una tremenda porquería, tiene sabor a mierda – Se queja como si estuviera recitando un poema en voz alta. Hace esto a propósito para hacerme reír, me hubiera gustado ver su rostro, solo puedo imaginarlo.

- Descansa – Digo con una sonrisa como si él pudiera verme.

- Te llamo después, no, te llamo en la mañana – Dice y corta la llamada inmediatamente.

Melisa viene después del trabajo y charlamos, nos quedamos en silencio, comemos y volvemos a charlar. Lo cual me hizo recordar cuando estábamos en la universidad y vivíamos juntas.

- ¿Francisco y tu han pensado en tener hijos? - Pregunto después de un largo silencio. Tengo mi cabeza apoyada en su regazo.

- No lo hemos hablado.

- ¿Pero a ti te gustaría tener hijos?

- Sí, pero no ahora.

- Ojalá se parezca a mí - Digo mirando hacia mi vientre.

- ¿Ya saben el sexo del bebé?

- Es un barón, lo supe hoy cuando me hicieron la radiografía.

Al siguiente día, Melisa me acompaña al hospital para llevarle ropa limpia a Brayan, ella va a la cafetería de afuera para comprar algo de comer porque ya sabe que me va a dar hambre después.

- No puede ser - Se queja cuando me ve, pero no de forma realmente molesta sino con la sensación de que no me esperaba.

- Te traigo ropa limpia - Muevo el maletín de ropa sucia y en su lugar coloco el que traigo - ¿Cómo te sientes?

EL UNO PARA EL OTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora