Recuerdos

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○○○ MIILTÓN ○○○

Después de dos semanas en la clínica estoy finalmente en casa de mi madre. La policía estuvo haciendo varias preguntas y comenzaron una investigación. 

No puedo creer que murió Duvan, lo conozco desde niño, siempre hacía que Marcos y yo nos reconciliáramos después de nuestras absurdas peleas de hermanos.

- Tienes que comer - Me regaña mamá.

- Eso no es una sopa Erika, puedo ver el fondo del plato – Signo. Ella sólo suspira con una sonrisa y quita el plato de mi rostro - Mis intestinos están cocidos, no creo que sea tan placentero para mí comer ahora.

- ¿Sabes qué sería peor? Una gastritis – Insiste en que tome tal agua condimentada, pero solo interpongo mis manos y desiste.

- ¿Has sabido de Charon?

- No – Dice como si fuera un tonto - Siempre le dije a tu hermano que ella no me cae nada bien.

- Sabes que Marcos era un terco –En un momento de silencio sobo un poco por encima de las vendas porque siento que me pican las cicatrices y no quiero rascarme.

- ¿Por qué no se quedó con Melisa? Era una buena muchacha.

- ¿Qué tiene que ver Melisa con esto? – Me recuesto en el sofá - Necesito contactarla - Gesticulo, pero no sale un solo sonido de mi garganta.

- ¿Qué le pasa? ¿Acaso no quiere a su hija? – Miro a mi mamá incómodo por sus comentarios - ¡Por favor! ¿Cuál es la odisea para ir a ver a la niña?

- ¿Ir, ir a dónde? – Pregunto – Pensé que empezaba el instituto esta semana.

- La metí a un internado femenino – Abro intensamente los ojos sorprendido, pero no necesariamente de acuerdo - No estás apto para cuidarla en este momento, y yo no soy su madre, es decir, tengo asuntos pendientes en... no me mires así.

- ¡Por qué tomas estas decisiones tan de repente sin si quiera avisarme! - Signo agresivamente.

- Escucha – Se sienta a mi lado – Va a recibir buena ayuda psicológica, va a estar bien ahí. No quería que se sitiera insegura con tantos maestros y muchachos a su alrededor, a veces en el bachillerato los chicos no se comportan bien con las niñas.

- Entiendo que solo pensabas en lo mejor pero...

- Además, lo peor que puede pasarle en ese lugar es volverse lesbiana – Dice con una tranquilidad que me hace reír.

- Lo que dices no tiene sentido mamá, de lo contrario yo hubiera salido gay del instituto – Digo aún sonriente.

- ¿No eres gay entonces?

- ¿Qué? ¡No, mamá!

- ¿En serio? ¿No estuviste saliendo con ese doctor hace unos meses atrás?

- Sí, mamá, pero también me gustan las mujeres.

- ¡Vaya! Pensé que lo de la salir con mujeres era una fase tuya – Dice y se va. Me quedo con la boca abierta pero simplemente niego con una sonrisa tratando de no reír y me recuesto de nuevo.

Mamá aparece frente a mí con un vaso grande y lo acerca a mi rostro lo suficiente para sentir el aroma de lo que contiene. Entonces me doy cuenta que en realidad dormía y no fue un parpadeo largo - ¿Milton, estás bien? – Me observa – no has comido bien, te traje un jugo de espinaca.

- Gracias Erika, pero no hace falta.

- Te encantaba mi jugo de espinaca.

- Siempre me obligaste a tomarlo – La veo sonreír a lo que digo, es muy agradable porque la mayor parte del tiempo la veo desanimada. No está mi padrastro Santiago hace diez años y ahora se fue Marcos hace un par de meses.

Después de casi dos horas tratando de contactar a Charon, ella simplemente aparece en la puerta – Apareces en la clínica y luego vuelves a desaparecer ¿Qué haces con tu vida, mujer? – Le pregunto.

- Estuve muy ocupada buscando trabajo, pero no me fue bien - Contesta despreocupada

- Deberías regresar al mundo del modelaje o a enseñar matemáticas – Le dice mi madre.

- No sé si me aceptarían, he estado estos últimos meses tratando de rehabilitarme. No sé si podría.

- Seguro que puedes – Le digo – Sobre Aurora, no creo que para conseguir trabajo tengas que desaparecer así, sabes que nos preocupamos por ti.

- Tienes razón, perdónenme ¿Dónde está Aurora?

- Está en un internado. Tienen cursos muy buenos de artes, con que estés sobria es suficiente agradecimiento para mí – Dice mi madre.

- ¿Cómo dices? ¿Un internado, cómo no se les ocurre preguntarme por eso? – Charon se pone en pie observándonos a ambos. Yo levanto las manos expresando mi inocencia.

- No sabía si estabas bien o tirada en medio de la calle como la última vez que no llamaste en tres días seguidos – Dice mi madre casi como un regaño – No podía esperarte. Charon, si quieres hacer parte de las decisiones importantes que se toman, debes estar presente.

- Pero ella es mi hija, no puedes...

- Un juez ha decidido que es más hija de Milton que tuya – Mamá eleva un poco la voz. Ladeo mi rostro para evitar ser juzgado con la mirada de Charon – Si quieres recuperar la custodia de tu hija, simplemente has las cosas bien, corazón. Esto no se trata de ti, se trata de lo que es mejor para ella.

- ¿Cuándo podré verla? – Pregunta un poco entristecida.

- Los fines de semana, pero aquí – Mamá pone su mano sobre mi hombro – Si quieres salir con ella, debes avisarle a Milton dónde van a ir.

- ¿Qué? Soy su mamá, no su amiga.

- Pero eres una mala influencia, Charon.

Recuerdo cuando Charon y Marcos eran muy felices, pero mi hermano comenzó a tomar malas decisiones y fue denunciado por lavado de dinero. Observar a Charon feliz no ha sido algo común desde mucho antes de que mi hermano decidiera suicidarse.

A veces dormir no es posible porque me gusta recordar, me gusta pensar en lo que hubiera sido, pero a veces simplemente es la herida. He ido al médico varias veces, desinfectan el área de la cicatriz y cambian las vendas.

Un día, entre las cajas viejas, encuentro una foto de cuando tenía diecisiete años, era la fiesta de graduación. Mi hermano y yo estábamos vestidos de traje, con corbatas de azules diferentes, éramos muy unidos. Ya en nuestra vida adulta nos distanciamos mucho.
Hallé otra foto, una en la que estoy junto a una chica de cabello rizado oscuro y ojos verdes, usa un vestido de gala gris; mi hermano está a mi lado y al suyo una muchacha de cabello rubio muy corto suelto decorado con flores y usa un vestido de gala morado.

Melisa y Yenneth, suspiro, al ver otra foto de cuando teníamos diecinueve años, estamos los mismos de la anterior que acabo de decir, pero con ropa común y las chicas en el centro de nosotros. Entonces no conocíamos a Brayan.

Bastardo.

EL UNO PARA EL OTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora