EL UNO PARA EL OTRO

Un Conrazón Roto

■■■ MILTON ■■■

Estoy en la casa de Melisa para acompañarla. Su abdomen es cada vez más grande pero no le expreso estos pensamiento porque sé que no le gustaría saber que pienso que estallará.

- No pude evitar sentirme enojado contigo porque no me dijiste lo de mi hija - Digo sentado frente a Melisa en el sofá - pero sé que no te puedo poner en medio de ella y yo.

- Gracias por entender - Me contesta - Yenneth estuvo aquí hace poco y me contó todo. Bueno, la historia completa ¿Cómo te sientes?

- Ya pasaron muchos años. Ella tuvo el tiempo para superarlo mientras yo ahora ni siquiera puedo creerlo - Suspiro - Saber todo esto, de hecho pone las cosas más difíciles para perdonarla.

- Era solo una niña y tú estabas en el extranjero.

- Pude haberla apoyado, mi fmailia no tenía problemas con el dinero. Si quería conservar el bebé pude haber sido un padre al menos por el tiempo que vivió - Me quedo en silencio pensando en todo el desastre pero no puedo evitar quejarme - Yo la amé con todo mi corazón y jamás le fui infiel ¿Pero yo soy la persona a la cual decide quitarle su paternidad?

- Milton, creo que estás saliendo de tema - Señala Melisa - No puedes comparar esto a lo de su reciente embarazo, ella decidió ser madre y estaba casada. Ustedes eran jovenes y ella se sintió sola. Su mamá la presionaba para que tomara la decisión de abandonar a su bebé en un seistema que los dos sabemos que... - Melisa es interrumpida por el sonido del timbre - Un sistema que no es confiable - Terminó de decir mientras se ponia en pie para abrir la puerta.

- No te preocupes, yo abro. No quiero seguir escuchando como la justificas - Digo yme dirijo hacia la puerta. Al abrirla veo la espalda de una mujer familiar y al voltear su rostro a verme parece sorprendida.

- Hola - Dice con los ojos bien abiertos - ¿Puedo pasar?

- Claro, volveré en otro momento - Digo y abro más la puerta para que pase.

- Sabes que no me tienes que evitar - Dice cuando ingresa - Podemos hablar - Dice - Quiero que hablemos - Suplica.

- ¿Quién es, Milton? - Dice Melisa llegando a la entrada. Le da un corto abrazo a Yenneth, - ¿Cómo estás? Ven - Le pide Melisa. Entonces tomo mi sombrilla y decido que me voy.

- ¡Espera! - Dice Yenneth tomando mi sombrilla - Me encuentro extrañandote y deseando hablar contigo desde ese día - Dice.

- No llores - Digo, a lo cuál ella sonríe pero sus lágrimas caen.

- Tienes que saber que sí te quería decir. Te iba a mostrar a nuestra hija ese verano que regresabas pero murió antes y no tuve las fuerzas para decirte.

- A pesar de haberte confesado mis sentimientos antes, tenía la esperanza de mi te amo, no significara más que una expresión de mi profundo aprecio amistoso hacia ti pero te quiero más allá de eso y que me hallas ocultado tal cosa me rompe el corazón, sobre todo porque estuve todos estos meses contigo para renovar nuestro vínculo - Me acerco para mirarla más de cerca a los ojos - Pudiste habermelo dicho tú misma, ahora, en el presente pero no lo hicisiste y después hiciste lo posible para seguirme ocultando la verdad.

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Cuándo llego a casa, Erika me recibe con un abrazo y dice - ¿Me extrañaste?

- Sí, mamá ¿Cómo fue el viaje?

- Ya sabes, mucha comida, muchos eventos - Dice Erika mientras hace ademanes - Me regresé solo por un par de semanas porque ya estrañaba a mi niñita ¿Está con su mamá?

- Sí, sí - Suspiro - Tengo algo que contarte, es sobre Yenneth.

- ¡Cierto! ¿Ya son cercanos, crees que podría ir a saludarla?

- Ella tuvo una bebé, una hija mía - Escupo. Erika se lleva la mano al pecho.

- ¡Por lo santos, Milton ¿Qué cosas inventas?! Vas a hacer que me de un infarto - Dice.

- Es verdad mamá - Digo. Al parecer mi semblante entristecido la convence un poco - Fue hace diecisiete años, cuándo viajé a Alemania - Saco uan foto de mi billetera - Yenneth la nombró Anahí. Murió poco después de nacer.

- ¡Ay, hijo mío! - Me abraza fuerte - Que tragedia, que tragedia - Dice. Se separa de mí y toma la foto para observarla de cerca - ¿Cuánto más vas a sufrir?

- ¿Crees que debería perdonarla? - Digo mientras la sigo a la sala. Ella se sienta en el sofá y sonríe mientras ve la foto.

- Es igual a ti cuándo eras un bebé - Señala y me entrega la foto - Podía distingirlos al isntante en que los tuve, tú siempre tuviste la cabeza más redonda, más cachetes, naciste siendo un bebé gordo. Esa bebé era igual a ti.

- Gracias mamá - Digo guardando la foto en mi billetera pero no consigo guardarla porque mis manos tiemblan.

- Tranquilo, tranquilo - Me dice su voz y me agarra las manos. Levanto la mirada y ella me abraza, acaricia mi espalda para consolarme - Es un pasado triste, no dejes que la ira siga agrietando tu corazón.