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–¿Entonces por eso te hiciste eso en el pelo?

–Exacto, si quiero audicionar para la obra quería hacerlo lo mas profecinal posible.

Después de un día de escuela ambos chicos se encontraban en un establecimiento de comida rápida.

Habían pasado todo el día juntos. Ninguno se olvidaba de lo sucedido ayer y estaban bien. No se sentía que algo hubiera cambiado entre ellos, bueno, a excepción de que Emilio le agarraba vagamente la mano a Joaco y la sostenía por un largo tiempo, también de los sonrojos de ambos al quedarse viéndose a los ojos el uno al otro. A partir de ayer algo habia crecido y a los dos les gustaba.

–Pero sólo es la audición.

–Lo más profesional posible, dije.

–Está bien –Emilio rió un poco ante la intensidad del menor –sólo espero que esos chinitos vuelvan –terminó de decir Emilio mientras acariciaba un poco el cabello del menor haciendo que Joaquín soltara una risita.

–Mis chinitos van a volver, tranquilo –dijo mirando a Emilio a los ojos. Emilio aún tenía la mano en sus cabellos. Lo miraba hacia arriba dado que era un poquito más alto que el. Era una escena muy bonita de ver.

Sus ojos conectaron, ambos tenían un brillo en ellos. Habian estado intercambiando miradas desde esa mañana así que el ambiente no era nada incomodo.

–Aquí estan sus hamburgesas, chicos.

Ambos se sobresaltaron ante la repentina llegada de una chica que traía las hamburguesas que habían pedido minutos antes.

Emi rápidamente quitó su mano que acariciaba el cabello de joaquín y desconectaron sus miradas para prestarle atención a la chica.

-Gracias –Joaco tomo la bolsa con ambas hamburguesas y Emilio tomo las bebidas.

Salieron del establecimiento en dirección a la casa del mayor. Emilio había chantajeado al menor diciendo que si comían juntos iba a estar del todo aliviado. Y Joaquín no supo como decir que no a esa carita.

Caminaron hasta el parquímetro y ambos se subieron al coche del mayor.

–Ponte el cinturón pequeña donita.

Joaquín rió al escuchar de nuevo el apodo que su... amigo le había proporcionado.

-Lo sé, no soy un bebé, pequeño osito.

–¿Osito? -Emilio giró a ver a joaquín algo divertido con un pequeño rubor en sus mejillas.

–Es un apodo que se me acaba de ocurrir. Osorio, Os-ito. Si tu me has puesto un apodo lindo yo también puedo.

–¿Entonces estas aceptando el apodo de donita?

–Es lindo.

–¿Un oso y una donita son una buena combinación?

–No lo sé, tú dime.

–Creo que a este oso le gustan las donitas en vez de la miel.

Ambos rieron por el comentario del mayor. Emilio encendió el auto y tomaron la carretera. Pasarían un linda tarde sólo ellos dos. Comiendo, platicando, no necesitabam mas, solo la compañía del otro.

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✏ NOTAS ; [ emiliaco ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora