1. Fin

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*Este es el fanart que me inspiró esta escena*

Estaba sentado en el gran sofá del salón, la brisa del inicio del verano entraba por los ventanales, eran tan agradable que casi parecía mentira, sus pies descansaban encima de la mesa y apoyado en su regazo, abierto de par en par, un álbum de fotos hacía su función. Tony pasaba las hojas deteniéndose en cada foto, sonriendo como un loco, de oreja a oreja, y sin poder calmar a su corazón, unos pasos sonaron suaves detrás de él, pero no se molestó en girar a ver quien era. Sus ojos se vieron cubiertos por una fuertes pero suaves manos, olían a hierba, debía haber estado arreglando las plantas del jardín.

-Así es muy difícil

Entonces sintió un aliento sobre su rostro y rápidamente los labios ajenos tocaron los suyos, era un beso suave, delicado, como si él fuera de cristal, como si estuviera hecho de aire y fuera a desvanecerse, era tan cálido y dulce que alteraba aún más su corazón, y sólo había una persona en este planeta, galaxia y universo, que supiera besarle con tanto amor.

-Ah, sí, mi perfecto marido

-No soy perfecto, Tony

Las manos se alzaron de sus ojos, el hombre dio la vuelta al sofá, y se sentó al lado de su marido pasando el brazo por su hombros. Anthony lo observó, con su piel pálida como una escultura de mármol, sus cabellos aún dorados como el sol, sus profundos ojos azul cielo, y esos labios que eran capaces de hacerle tocar el cielo o maldecir toda su existencia, unas suaves arrugas de expresión era todo lo que delataba que había envejecido en estos años.

-Sí, lo eres, Steve -sonrió Tony absorto acariciando su mejilla -Al menos para mí, eres lo más perfecto que el universo posee

-Creo que necesitas un espejo, mi amor

Steve cerró la distancia, acarició su nariz con la suya en un tierno toque, y volvió a besar a Tony de la misma forma, el hombre estaba seguro de que así debían besar los príncipes Disney y que por eso se despertaban las princesas, si aquello no era un beso de amor verdadero, no tenía ni repajolera idea de qué narices lo era.

-Ni hablar, no queremos que se rompa -musitó el hombre al separarse -Realmente odio esta vejez, he perdido mi sexappeal, voy a tener que tintarme, ¿porqué a ti no te salen canas?

El rubio rodó los ojos divertido ante el habitual, casi diario, discurso. Aunque envejecía año tras año, el serum del supersoldado hacía que se le notase mucho menos de lo habitual, además de que el hielo lo había conservado en su veintena, por lo que tenía muchísimos años de ventaja, no quería ni imaginarse cómo se vería si aparentase los 120 años que tenía. Además, Tony ya era mayor que él cuando se conocieron, por lo que su envejecimiento se veía aún más lento con respecto a su marido, pero por Dios bendito que Steve no lo encontraba desagradable, las canas en la barba del ingeniero le daba ese toque de madurito sexy que le encendía más que cualquier otra cosa, y su pelo casi plateado lo hacía verse hermoso, más aún si era posible, cada vez que el sol se reflejaba en él parecía hecho de pura luz.

-No tienes ni idea de lo que pasa por mi mente, cariño

Tony alzó una ceja, ese típico movimiento suyo, tan sensual, y una sonrisa ladina decoró sus labios.

-¿Cosas sucias?

-Mucho -susurró sobre su boca -Y en todos mis sueños tu pelo plateado es el protagonista

-¿Tanto te gusta?

-Te haría mil hijos si pudiera

Sus bocas volvieron a unirse en un apasionado, aunque delicado, beso que alertó a cada célula de sus cuerpos, sino fuera por la interrupción de la puerta abriéndose, Steve estaría demostrándole a Tony todas las ganas que le tenía.

Un cuento al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora