26. Con tranquilidad

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*3 meses antes*

Tony siempre había llevado un estricto control de sus celos, principalmente para evitar tener hijos no planeados, pero también para evadir situaciones incómodas, tanto por parte de alfas demasiado agresivos como por parte de omegas que le juzgasen por seguir con su vida, ya que había muchos que estaban en contra de los supresores.

A Tony le importaba una mierda lo que la gente pensara, pero no quería darle excesivo trabajo a Pepper con la prensa, ya fuera por críticas de omegas puritanos, de comentaristas alfas en contra de omegas en posiciones de poder, o un aborto.

Pero cuando conoció a Steve... bueno, pensó que aquello cambiaría. Ahora tenía una pareja estable, un alfa que quería algo serio, alguien con quien pasar sus celos y así dejar esos malditas supresores que le volvían anímica y hormonalmente loco. Claro que al principio no pensaba en ello. Steve era tan tradicional que el moreno sabía que no querría tocarle, de hecho se había pasado el primer año de su relación sin tocarse, pero al fin lo habían hecho. Sí, al fin pudo catar el delicioso cuerpo del rubio alfa, y no quería parar, para ser sinceros, quería ese cuerpo atendiéndole en sus celos.

Se equivocó. Aunque ya habían compartido su primera vez, Steve se negó a ayudarle en sus celos.

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Tony se había levantado feliz aquella mañana, de hecho, llevaba levantándose feliz todos los días desde aquella noche. Siempre había creído que era una mentira como un templo todo lo que la gente solía decir sobre la primera vez: "al fin te sientes completo cuando estás con tu alfa", "todo se vuelve brillante", "todos los males desaparecen" o "siempre estás feliz". Bien, pues, seguro que había una explicación científica para todo aquello más allás del "poder del amor", pero el moreno comprobó que era verdad. Se sentía feliz todo el tiempo y si el día se hacía duro pensaba en ello y ya. Ahora veía la belleza de todo y la vida le parecía maravillosa de una perspectiva nada egocéntrica y cínica. Era como una película cursi de amor pero, por primera vez, Tony no sentía arcadas, sino que vibraba con ella.

Entró a la cocina, en calzoncillos y una camisa, descalzo por el frió suelo, tomando la cafetera. Steve debía estar despierto, probablemente en el gimnasio. El moreno tomó asiento en el sillón frente al ventanal y observaba la ciudad, ignorando el sonido del ascensor tras él, así como las pasos, hasta que sintió las manos en sus hombros.

-Buenos días -sonrió Steve besando su frente

-Buenos días -suspiró feliz -Gracias por el café

-Me alegro de que te guste

Tony giró el rostro para ver al rubio. Estaba en calcetines, unos leggings negros y una camiseta gris imposiblemente ajustada, sudado, su cabello se pegaba a su frente.

-Necesitas una ducha, ¿quieres compañía?

-En ese caso -murmuró -prefiero un baño de burbujas

El moreno se levantó sonriente.

-Tú sí que sabes

Entrelazaron sus dedos y caminaron despreocupados hacia el gran baño del dormitorio de Tony, el cual era usado más de una vez como dormitorio de la pareja, aunque Steve insistía en mantener distancias e intimidad con cierta frecuencia. Tony lo achacaba a su mentalidad anticuada. Entraron y empezaron a desprenderse de sus ropas, la de Steve acabando en el cesto de la ropa sucia, pues era insalvable después de semejante entrenamiento.

Un cuento al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora