Mellizos Byun [ChanBaek]

El mejor enfermero.

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Capítulo dedicado al bebé Minseok
Te extrañaremos y queremos mucho.

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—No digas eso, algún día llegará una persona, alguien como Song Joongki, recuerda que eres un enfermero que trabaja en un hospital, puede que algún día se aparezca con una herida de bala

Tuve la imagen mental y reí suavemente, como si esas cosas pasaran.

—Siempre me haces reír, gracias —lo miré sonriente.

—Yo también te quiero, tonto

Terminó el descanso y cada uno tuvo que volver a trabajar a su área. No nos volvimos a encontrar hasta que dieron las seis en punto y terminaron nuestros turnos, al menos yo tenía el de mañana asegurado debido a mis hijos y Soo también ya que él solo trabajaba ambulatorio. Al llegar la oscuridad de la tarde siempre nos reuníamos en la entrada del hospital, por lo que al salir un poco antes me quedé a esperarlo.

— ¿Y? ¿Cómo estamos para esta noche? —llegó sobando sus manos con un rostro sugerente.

—Ya basta, en serio —volteé la cabeza, incómodo—. Tú luces más desesperado que yo y tienes a sendo morenazo, ¿Qué te pasa, Soo? Él es guapo, ha soportado tu personalidad durante dos meses y eso no lo hace cualquiera

—Tengo miedo, ¿ya? Jongin es diferente, es tierno, atento, no me gustan los hombres tan cursis, él me hace sentir especial y no me gusta lo que provoca en mi

—Aw, que tierno —susurré enternecido—, Soo... ¿te estarás enamorando?

—Olvídalo —cortó—. Y oye, cambiando de tema, ¿Qué tal todo con Seungho?

—No quiero hablar de eso, hace mucho, mucho tiempo no estamos en nada

—Entonces estamos iguales, no hablemos más de hombres entonces

—Y... a todo esto, ¿A dónde vamos?

—Qué se yo, a beber por ahí, a olvidar donde el viento nos lleve

—Que dramático eres —reí.

Iba a seguir conversándole antes de irnos al estacionamiento, pero callé al ver a un chico moreno muy apuesto vestido de traje caminando hacia nosotros. Permanecí tranquilo sin siquiera moverme, no podía perderme esto.

—Hyung —llamó el susodicho.

La cara de Kyung fue una pintura, abrió a más no poder sus ojos y sus mejillas se colorearon un poco, pero a los milisegundos cambió totalmente su expresión y se dio vuelta a enfrentar al más alto.

— ¿Qué haces aquí?

—Dijiste que nos encontraríamos en la pastelería ayer, te estuve esperando dos horas

—Ah, lo olvidé, lo siento —contestó como si nada.

—Claro que no lo hiciste —gruñó el más alto.

—No tengo por qué darte explicaciones, vete —exclamó enojado—. Shu, shu

— ¡No! —respondió alzando la voz el otro.

Yo quedé con la boca abierta y pude observar las llamas que salieron de los ojos de mi amigo, esto se estaba poniendo muy interesante.

—No te escaparas de mí, ya no más —lo agarró del brazo—, tú y yo tenemos mucho de qué hablar