Mellizos Byun [ChanBaek]

Pequeña familia.

—Perdóname por favor, no me mates —chilló finalmente Chanyeol sucumbiendo al miedo y arrepentimiento.

—Y-yo

—Papi —susurró una vocecita.

Todo se detuvo y lo único que vieron sus ojos fue la tierna y dulce silueta de un pequeño bebé acercándose a pasitos a los dos.

—Junie, ve adentro por favor, yo voy enseguida

Baekhyun se agachó a la altura del niño y con gentileza y un delicado tono de voz ordenó a su hijo. Chanyeol desvió la mirada de la íntima escena, estaba tan avergonzado y se sentía tan fuera de lugar que ni siquiera se atrevía a presenciar el momento.

—Chanyeol —lo llamó el más bajo.

—Dime —contestó en la misma pose que mantenía.

—Quítate todo lo que tienes en la cabeza y entra rápido, no querrás que mis vecinos te vean

—¿Eh? —se quitó los lentes sorprendido—, ¿puedo entrar? ¿no es mentira?

—Ya estás aquí y hace frio, así que entra antes de que me arrepienta

—¿Y el bebé? —balbuceó aún perplejo.

—¿Quieres quedarte afuera?

—No, no, ya voy

Y soltando un gran suspiro el pobre Baekhyun cerró la puerta de su departamento dejando entrar otra vez al payaso intruso y a todas las consecuencias que este traería.

Cuando por fin pude cerrar la puerta dejando a Seoeon dormitando encima del sillón me permití respirar con calma, estirándome, intentando relajar los músculos de mis brazos. Me senté a su lado cerrando los ojos por tan solo unos segundos buscando paz interior, sin embargo, tuve que abrirlos debido a los balbuceos de mi bebé.

—Papi, agua

—Sí, mi amor, espérame un poquito y te la traigo

Me paré y desganado me dirigí a la cocina. Cogí un biberón de la alacena y lo llené con agua embotellada sin poder evitar bostezar cada cinco segundos. Vi a través de la cocina como Seojun jugueteaba con unos autitos en la sala y fui hacia él entregándole lo que quería.

—¿Mejor? —asintió concentrado succionando el biberón.

—Me quitaré el uniforme mientras tu hermano está dormido, luego prepararé la cena, ¿tienes hambre?

—Sí

¿Qué hacer de comer? La pregunta del millón de todos los días. Era complicado, yo no era precisamente un gran chef, además no es como si tuviera mucho tiempo para hacer las compras, así que tendría que ingeniármelas otra vez, pero antes debía quitarme este asqueroso uniforme. Corrí a la habitación y rápidamente me quité todo para por fin colocarme mi precioso y cómodo pijama.