capitulo 1

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Abro mi botella de agua, la cual hace que mis manos queden frias, le doy un pequeño trago y noto como el liquido álgido corre por mi garganta. Entre cierro los ojos, pensativa, analizando con suma atención el paisaje que tengo ante mi.

¿Alguna vez habéis sentido ese bombardeo en el corazón que es capaz de dejarte colgando de un hilo? ¿Esa taquicardia que acaba dejándote con un suspiro y un hormigueo en la comisura de los labios y en la boca del estómago? Solo basta un parpadeo para que mis rodillas flaqueen.

Quizá alguien pueda pensar que esto se trate de una deshidratación. Yo creo que es más porque soy gilipollas y estoy mirando con adoración a un pecado mortal. Digo 'adoracion' porque asumir 'deseo' jode demasiado. Y claro 'pecado MORTAL' es lo que es: P+E+C+A+S ÷ besas × dejate llevar =MUERES, y aqui no hay listo en matemáticas que te diga que el restulado es incorrecto. Tan incorrecto sería sonreir patéticamente mientras que el brillo de sus ojos ciegan los míos.

Y si además sumo (y asumo) que el único jodido cable que todavia me funciona acaba de desconectarse y mi cuerpo queda rígido, cual bloque de marmol, cuando sus pasos se dirigen en mi dirección mientras sonrie como un auténtico Dios del Olimpo. Es ahí cuando comienzo a rezar para que no sea yo quien acabe calcinada de un unico rayo lanzado con su cetro, como el mismísimo Zeus.

Quizas por los nervios o simplemente por la idiotez que me abruma, decido dar un trago a mi pequeña botella, que misteriosamente ha encogido de tamaño, quizá porque me resulte inofensiva en el hipotetico caso de que uno de sus rayos decida convertirme una montaña de cenicas. Pero vamos, sin ser una experta en dar consejos, no aconsejo beber cuando tu cuerpo decide no obedecer ninguna norma que le mande el cerebro ya que acabas tosiendo creyendo que son tus últimos instantes de vida.

Y entonces, asi porque si, acabas saliendo en 1000 Maneras de morir, y esa voz sarcastica que dirige el programa te describe como la chica mas patética del planeta. Divertido, ¿verdad?

Y de repente sucede, los planetas se alinean, tu astro entra en la casilla cuatro y !Bom!

- ¿Tienes hora?

Miras tu muñeca, no encuentras el reloj, miras la otra y tampoco ves el reloj. Y el problema no está en que no lleves reloj, el maldito problema es que nunca, jamás de los jamases, he llevado un puto reloj de muñeca.

Sonrío patéticamente con una pincelada histérica.

- Ni idea- digo con una voz de pito que no me parece ni medio normal.

De repente me sudan partes del cuerpo que hubiera jurado que no sudaban, como, por ejemplo, las orejas.

¿Desde cuando sudan las orejas?¿Alguien lo sabe?

Él me dice que no pasa nada, y yo maldigo que no pase nada. Él me sonríe al marcharse y yo casi hago pucheros.

Entonces pasa de largo, mi mente que de repente despierta de su siesta, me susurra que gire mi cuello y le mire el culo.

Y no quiero, no quiero.
¡I dont now, jolines!

Y luego piensas... pues no esta tan mal invertir dinero en el gimnasio.

                                •••

No hay que olvidar que los dias nublados cuentan en el calendario. Lo digo porque mi querida amiga parece haber olvidado este pequeño detalle.

Llora desconsoladamente mientras suena su nariz sobre un clinex maltratado. Intento distraerla y llevarla a otra conversación, pero ella no me deja salir de su principal foco del problema.

El problema tiene piernas, brazos, cara bonita y un corazón podrido. Pero mi amiga solo ve lo bien que estaba con él, ilógico sabiendo que es un quemabragas, pero todos sabemos que cuando nos enamoramos perdemos el sentido de la lógica. Y claro, no me voy a poner a recriminar que el amor fue creado por Lucifer despues de un berrinche, y que la culpa es de ella por enamorarse del tio más idiota del planeta.

Me entromento en su llorera para preguntarle si le apetece un helado de chocolate con virutas de chocolate, galletas de chocolate y chirope de chocolate. Creo que como explosivo antidepresivo posroturasentimental no está nada mal. Ni me escucha y sigue gimoteando palabras inteligibles del las cuales solo logro entender: le amoooo...

Saco otro clinex de mi bolso, lo sacudo en el aire y se lo entrego con la esperanza de que se deshaga del otro, el cual ya casi está desintegrado entre sus manos.

Suspiro cansada, odio estos momentos.

A mi nunca me va a suceder porque, simplemente, no me pienso enamorar.

- ¡Para! - le recrimino enfadada.

Por un momento me siento mezquina, mala persona y una amiga despreciable, pero cuando el silencio se hace eco y su llanto se enmudece ya no me siento tan cruel.

- No llores más-, rezo para que algún día me lo perdone, que seguro lo acabará haciendo.- Ese chico no te merecía -  agarro una de sus manos. - Será por hombres...

-Él... Él era especial...- me argumenta con dificultad para hablar.

-¿Especial?- pregunto asimilando sus palabras.

- ¡Llevábamos tres meses de relación!- dice como si ese tiempo avalara un amor eterno.

Tres meses.

Noventa dias.

Una estación.

O una primavera, !que es lo mismo que le falta a mi amiga!

La puerta de la cafetería se abre, mis ojos intuitivamente van hacia la dirección del sonido y... mierda.

El chico del 'gim' acaba de entrar por la puerta de la cafeteria. Parece ser que ponga lo que se ponga le queda bien, da igual si lleva ropa de deporte, un baquero o un tiesto en la cabeza.

Mi frente comienza a sudar y, como no, las puñeteras orejas tambien. Noto un calor extraño que se expande por mi rostro y que acaba invadiendo parte de mi pecho. Sus ojos se clavan en los mios y ¡Dios mio! Creo que me he mareado.

Ahora mismo me gustaría ser un azulejo que adorna la barra, un taburete, una puerta. Sé que mis pensamientos son ilógicos, no me lo tengáis en cuenta.

Me sonríe achinando los ojos y me saluda con un gesto rapido de cabeza. Hago lo mismo, pero mi saludo parece más un espasmo: 0 naturalidad.

'¿Qué te pasa?' Escucho de fondo, casi creo que es mi yo interior preguntandome a mi misma, hasta que veo a mi amiga alucinada mirandome el rostro con preocupacion.

-¿ Qué... qué... qué me pasa?- tartamudeo.

- Ay, no sé... Te veo como si el rostro lo tuvieras hinchado... - me observa con suma atención mi cara.

Agarro mi bolso con fuerza y aprovechando que el chico está entretenido leyendo un diario para huir como una ladrona.

-¡Corre!- le digo a Tesa, como si esto se tratara de vivir o morir.

¿Puedo morir?

Me doy cuenta de que si cuando en mi huída me hinco la esquina de una mesa y como acto seguido me llevo por delante una silla metálica.

Y sin contar que mi bolso se queda enganchado en el tirador de la puerta, con la cual forcejeo como si esta quisiera robar mis pertenencias.

Solo logro respirar con calma una vez en la calle.

Mi amiga me mira parpadeante.

-¿Qué te pasa?

-¿Qué me pasa?

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Si os gusta y quereis que suba más me decís en comentarios. Thank you!!!

HUYENDO DEL AMOR SD#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora