Capitulo 18

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MEL

Arrastro mi maleta mientras unos fuertes pinchazos cruzan mi cabeza. Odio la resaca. ¡Pero he sobrevivido al vuelo! Ya en la calle, alzo la mirada y quedo hipnotizada con las vistas. Da la sensación de que los rascacielos sobrepasan el cielo. Puedo sentir un leve mareo al fijar mi visto en las altas fachadas. Sorprendente. Es increíble. Fascinada observando cada detalle, olvido mirar donde pongo el pie y acabo tropezando levemente.

-Ves con cuidado. – La voz de Thiago me sorprende justo en mi espalda. Giro el cuello y le echo una mirada asesina. Me emborrachó. El muy canalla me emborrachó. Y a saber con qué intenciones. – No me culpes – espeta como si acabara de leer mi mente. – Yo solo te propuse una idea y tú aceptaste.

- ¿Te aprovechaste de mi? – obviamente quiero saberlo. No pienso quedar con la duda eternamente.

Resopla mientras alza una mano para llamar la atención de un taxista.

-Odio tu dramatismo. Ni que te hubiera dado burundanga. – se burla mientras se dirige al maletero del taxi, esperando a que el chófer le abra la puerta. Finalmente, el maletero se abre y mete su maleta: - ¿No crees que hubiera sido un poco complicado tocarte una teta en mitad de un vuelo repleto de pasajeros? – arranca mi maleta de mis manos y la guarda junto a la suya. – O déjame que te haga otra pregunta. – dice chulesco caminando hacía mi, agarra mi mentón y continua: -¿A caso crees que necesito emborracharte para tenerte donde quiera? – Trago saliva sonoramente. Suelta mi mentón y me guiña un ojo. – No me subestimes, Mel. – Y se aleja, adentrándose en el asiento trasero del Taxi. Aprieto mis dientes y camino casi pataleando. Es un engreído. Es un estúpido. ¡Y un patán de los cojones! Abro la puerta trasera y me siento pegando un portado al cerrar la puerta del coche. Ojala sufra calvicie, pienso – Hay calvos muy guapos. – me susurra una voz en mi interior. – pues – corrijo en mi fuero interno - ¡ojalá, le caiga un diente y luzca mellado! Suspiro con frustración.

Después de un largo recorrido en coche y alejándonos de la ciudad, por fin llegamos a nuestro destino. Nos bajamos del taxi justo en la puerta de la verja. Agarramos nuestras maletas y el único sonido que nos rodea son el cántico de algún pajarillo y las piedras crujir bajo las ruedas del coche alejándose. La casa está rodeada de un espeso bosque y desde la verja es invisible. El rejado es de hierro forjado y se me antoja un tanto aterrador. Si no llego a ver la ciudad es un pleno esplendor, hubiera jurado que Thiago acaba de llevarme a Transilvania para entregar mi sangre al mismísimo conde Drácula. Rebusca en su bolsillo delantero hasta sacar un juego de llaves y abre la puerta, dándome paso:

-Las damas primero.

Le levanto un dedo mientras doy los primeros pasos y entro en el terreno de la casa. Las ruedas de mi maleta se atascan en la tierra y debo tirar de ella con más fuerza, haciéndome el recorrido una pesadilla. Tampoco imaginé que hubiera tanto tramo, pues todavía no puedo visualizar la fachada de lo que intuyo que será un casoplón.

-Dame la maleta.- dice refunfuñando mientras me la quita de las manos. –Estaría bien llegar antes de medianoche. – imagino que lo dice irónicamente ya que son las doce de la mañana. No me quejo. En realidad, es un alivio, mi maleta pesa como un muerto. – Me hace un gesto con la cabeza para que lo adelante y sigo caminando.

Dado a que no sé cuanto tiempo debe faltar para llegar a la mansión, decido buscar un tema de conversación.

-Esta casa me recuerda una película que vi de terror, donde toda una familia fue asesinada y enterrada en el bosque de la vivienda. – Explico mientras poso mi mirada en el espeso bosque que nos rodea. Me arrepiento al instante. No sé en que cojones pienso a veces. No era el mejor comentario. Mierda. Ahora me parece un tanto siniestro el paisaje. Sin darme cuenta he frenado mi paso. Thiago susurro malévolo en mi oreja: - Acabas de descubrir mi secreto mejor guardado... Traigo a chicas a esta casa, para torturarlas, las ato, las amordazo y luego... al hoyo. – Da una palmada fuerte en mi nalga. ¡Auu! – ¡Sigue caminando, joder!

-¡No vuelvas a tocarme el culo!- le grito mientras froto la zona donde me ha dado el cachetazo. Cuando me giro para continuar de nuevo, con mis pasos, visualizo a una mujer bajando el caminito. Esta al llegar a nosotros sonríe, pero va directa a Thiago, al cual abraza en un pequeño vaivén.

-Gracias por venir, cariño. – Besa su frente y le peina el pelo con sus dedos.

-De nada, mamá.

Vaya, que sorpresa. Es su madre. Se le ve tan joven, tan guapa... que cuesta de comprender.

-¿Has venido acompañado? – Me dedica una sonrisa agradable y se la devuelvo tímidamente.

-Eso parece...- dice el patán. Le hinco mi codo con fuerza, pero apenas aprecio un pequeño mohín en su cara. -Mamá, te presento a Mel. Mel, está es mi madre.- nos presenta rápidamente. Tanto que nos apresuramos para darnos dos besos.

-Qué guapa...- la madre de Thiago me mira de arriba abajo dándole su aprobación.

-Gracias...- agradezco apurada.

-Sigan camino a casa, allí están todos. Voy a salir en busca de unas cosas que nos falta. – Nos explica mientras sigue bajando el camino. Me sorprende el cuerpazo que tiene. Sus finas curvas, sus esbeltas piernas... Quien diría que de sus entrañas nació el mismísimo Lucifer.

- ¿Para qué narices me has traído aquí? – Pregunto cruzando mis brazos. – ¿Me has traído traído a casa de tu madre?

-Eso parece...- camina dejándome atrás. Obviamente ahora no le interesa tener esta conversación conmigo. Corro y me interpongo en su paso.

-¿Para qué? – Le pregunto confusa.

Thiago frena sus zancadas y me mira fijamente.

-Porque me da la gana.- dice como un déspota.

Aprieto mis labios y unas de mis manos acaban volando con la intención de aterrizar con fuerza en su mejilla. Pero él, rápidamente, abraza mi muñeca con su mano, la detiene y la coloca en mi espalda y seguido plasta su boca sobre la mía. Nuestras lenguas fugaces, se encuentran, rozándose, jugando entre ellas. Debería forcejear, apartarlo. Con un rápido movimiento, me alza y rodeo con mis piernas su cintura. Debería huir, correr, pero ¿acaso esto es un pecado mortal? Acabo empotrada en un árbol, con Thiago en medio de mis piernas, mordiendo y lamiendo mi cuello, mi clavícula... devorando mi boca. Y noto como todo da vueltas mientras en mi cabeza suena la canción Numb de Linkin Park. No podemos huir siempre, ha veces hay que disfrutar, aunque luego tengamos que correr. 

HUYENDO DEL AMOR SD#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora