Parte sin título 32

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Sus labios besando mi clavícula, su aliento cosquilleando sobre mi piel y mi vello erguido, sin contar el calor que emana su abdomen. Paso mis manos por sus músculos, palpando su piel suave. Su olor empalando mis fosas nasales y mi cuerpo temblando como un flan. No sabría decir cuales son las emociones y sensaciones que consiguen cortar mi aliento. Sentir que besa y mima mi cuerpo logra excitarme hasta el punto de emborrachar el instinto de supervivencia y adormilar la idea de huir sin mirar atrás. Saber que ahora mismo todos sus sentidos están posados en mí, logra hacer me flotar. Flotar mientras noto el vértigo en la boca de mi estómago.

Sus ojos color miel me buscan con urgencia. Los míos, inseguros, bailan de un lado a otro, pero acaban anclados a estos. Frunce ligeramente el ceño y baja su mirada hacia mi boca.

-¿Qué sucede? – pregunta con la voz terciopelada.

- Nada – trago saliva de manera sonora.

-Y ¿por qué tengo la sensación de que estás asustada?

Porque lo estoy, por ejemplo.

-No estoy asustada... - mi voz apenas es audible. Si quiero resultar más convincente tendré que ser más convincente. Sus manos descansan en mis caderas mientras sus ojos me estudian meticulosamente.

Es incomodo saber que sus ojos están observando cada milímetro de mi rostro en busca de algo que le aclare el nudo de pensamientos que deduzco que puedan preocuparle.

No sabría explicar que me sucede, porque simplemente no sé que me pasa.

Mis manos quedan frías. Thiago suspira dejando escapar el aire sus pulmones, como si ya entendiera que mierdas está sucediendo en mi interior. Abraza mi cintura y me alza para comenzar a caminar por el largo pasillo.

-Esta bien... - dice sin lograr comprenderle.

Traspasamos el marco de una puerta que nos lleva a una habitación. El color anaranjado y rosado del atardecer tiñe las paredes blancas. Me tiende sobre la cama quedando él encima y besa mis labios con un beso breve. Retira los mechones que han acabado esparcidos sobre mi rostro hasta dejar mi cara despejada. Sonríe y noto como mis mejillas se encienden.

-¿Crees que soy un depredador? – inca un codo sobre el colchón.

-No.

Niega con la cabeza con la sonrisa aún tensando sus labios.

-Voy a besarte...- dice bajando sus labios hasta mi clavícula y la besa. – Y lo hago porque me apetece. – Sigue besando hasta llegar a mi barbilla. Una vez allí, continua: - Ahora mismo no hay nada más que desee hacer. De hecho, desde que te conocí, este ha sido mi único deseo.

Mis labios se curvan.

-¿Si? – pregunto incrédula y con la voz temblorosa.

-Si – contesta rápidamente. Me muerdo el labio inferior cuando noto sus ojos acechándome. Sus manos acarician mis caderas y consiguen arrastrar mi falda, hasta sacarla por mis pies. Thiago vuelve de nuevo sin pantalones que estorben nuestro contacto de piel contra piel. Me sorprende la calidez que desprende. Agarra mis muñecas y las coloca una cada lado de mi cabeza. Mis piernas, como si tuvieran vida propia, acaban ciñéndose a sus caderas.

Thiago sonríe al ver que mi cuerpo reacciona, sobretodo cuando inca sus caderas y consigue arráncame un soplido. Lo suficiente para dejarme llevar. Solo espero que en el infierno no se viva tan mal.

Thiago

-Esa chica no es lo que necesitas. – Carolina es muy pesada. Comienzan a cansarme sus charlas.

-No pienso volver a discutir esto – Digo ya un tanto molesto.

-Estas emprendiendo una empresa y tienes un montón de proyectos nuevos. Lo que menos necesitas es liarte con historias raras.

-¿Historias raras? – pregunto confuso.

-No soy estúpida – tira la servilleta que tenia entre sus manos. – Sé que estás involucrándote con ella en algo más que 'algo esporádico'.

-Eso no es asunto tuyo – miro a mi alrededor rezando para que aparezca el camarero y me entregue mi copa de vino. No creo que pueda aguantar mucho más está conversación sin alcohol de por medio. - ¿Podemos hablar de otra cosa? – inquiero.

- Te fallará, lo sé.

- Si me falla, será problema mío. Si me equivoco, también será problema mío – le explico molesto intentando no alzar la voz en mitad del restaurante. – No te he pedido un puto consejo, deja de meterte donde no te llaman.

Sus ojos automáticamente se humedecen y su rostro se apena. Me duele ser así de brusco con ella, pero no puedo consentir que se atreva a entrometerse en mis asuntos.

-Yo te amo, Thiago.

'Yo te amo, Thiago' una declaración que consigue explotar mi mente en cuestión de segundos. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo no deduje esto mucho antes?

-Carolina... - paso mis manos por el rostro. – Yo... te dejé claro...

-¿Qué, Thiago? – su voz rasposa por los sentimientos y sus lagrimas en los ojos me enmudecen. - ¡¿Qué no te ibas a enamorar de mi porque no querías relaciones serias?! – hace una pausa. – Yo no soy de piedra como tú.

Cierro los ojos porque me duele verla así.

-Lo siento – es lo único que logro decir y apenas sé siquiera si es una respuesta decente.

-Esa chica te fallará – dice mientras se levanta del asiento. – Porque ella no te ama ni un cuarto de cómo lo hago yo. Y te lo demostraré.


HUYENDO DEL AMOR SD#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora