Capítulo 5

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-Si.- digo en un hilo de voz. -Depende.- dice ahora algo chulesco. Puedo imaginármelo recostándose en una silla y disfrutando del momento. -¿De qué? - Necesito una secretaria, avispada, inteligente y que no precise repetirle las cosas trescientas veces.- Algo me dice que, por el tono que utiliza al hablar, no tiene un buen día. No debí llamar. -Puedo intentarlo. -Soy bastante exigente, quiero las cosas como las pido en la mayor brevedad. Sea lo que sea...- La ultima frase llega a mis oídos algo perdida entre humo.'Sea lo que sea' crea un escalofrio acompañado de un cosquilleo que recorre desde mi cabeza hasta la punta de mis pies.- ¿Melanie?- pregunta al ver que me he quedado en completo silencio. -Si. -Si,¿qué?- algo me dice que ahora mismo posee una sonrisa en su boca. -Creo que puedo hacer mi cometido sin problemas.  
              

                                ***

Respiro hondo y expulso el aire lentamente. Tengo las puntas de mis manos frías y noto un cosquilleo en el pecho. Me he pintado las uñas de color purpura y ahora las considero demasiado resultonas, debí usar un esmalte menos llamativo.
He rebuscado en mi armario durante horas, intentando conjuntar y conseguir un atuendo medio pasable. Es lo que tiene ser una chica joven con estilo urbanista, que cuando tienes una cita importante donde se exige vestir medio en condiciones no logras encontrar, pero absolutamente nada, que no sea camisetas, jeans y sudaderas. Los milagros no existen, así que vengo vestida con lo mejor que he encontrado: una camisa rosa palo, unos vaqueros y unas bonitas sandalias de un tono semejante a mi blusa. He recogido mi pelo en una coleta medio alta y me he puesto los pendientes de mi comunión. Ya, ya sé lo que estáis pensando y, por favor, dejad de hacerlo. Cada segundo que pasa más ganas tengo de huir. Tesa dice que es una oportunidad excelente que no debo dejar pasar, claro que ella no sabe que el chico que me ofreció este trabajo, Thiago, consigue hacer de mi un remolino de sentimientos que no me gustan. No, no me gusta sentir esas sensaciones. Saber que consigue ponerme tan nerviosa, hace que me sienta defraudada conmigo misma. Además, es un chico guapo y los chicos guapos tienen el ego muy alto, dos veces la altura de la montaña Everest. Presiono el botón derecho de mi teléfono y compruebo que todavía quedan tres minutos para llegar a la hora que Thiago me citó. Solo rezo para que algún iluminado presione el botón de emergencia, suene una alarma y me dé motivos suficientes para correr como una loca. Eso estaría bien.
Un carraspeo hace que pegué un pequeño saltito, giro mi cuello y veo a Thiago apoyado en el marco de la puerta. Me he pasado toda la noche rezando para que Thiago hoy me pareciera horroroso, que tuviera los ojos hundidos, sin dientes y orejas de Dumbo, pero no, sigue igual de perfecto. Si puedo decir que luce un poco de ojeras, pero incluso así está genial. Más que genial. Hoy lleva unos pantalones color crema y una camisa de color negra.
Mel, debes cambiar. No puedes observarle y adorar cada pequeño detalle. Puede que si me lo imagino haciendo sus necesidades mi admiración disminuya, - o puede que no, - me susurra una voz interior. -No sé por qué, pero creía que no vendrías…- dice con esa voz aterciopelada que consigue despertar esas malditas vibraciones que acaban recorriéndome el cuerpo entero. -Yo también. - Le digo con una franqueza que pocas veces me acompaña. -Sígueme -. Me hace un gesto con la cabeza. Y ese es el maldito problema, que no quiero seguir a nadie. Pero lo hago porque esto es trabajo y el trabajo es igual a dinero, intento recordar el motivo por el que estoy aquí.
Abre la puerta y me invita a pasar, asiento con la cabeza y me adentro en el despacho. No es que creyera que tuviera una mesa compartida con dos trabajadores más, pero tampoco creía que tuviera un despacho impresionante, que es lo que tiene. Incluso hay diplomas colgados en la pared, también un premio que no logro leer porque estoy intentando disimular mi curiosidad. Me siento en la silla que me indica con un gesto y el hace lo mismo sentándose en su silla giratoria de cuero marrón. Poso mi culo al filo del asiento, algo me dice que en cualquier momento he de salir corriendo. Lo único que nos separa es una mesa de madera maciza, que debe medir, aproximadamente, lo mismo que mi cama: 90x180. Trago saliva, aunque ésta esté espesa y sea innecesario. Thiago se recuesta en su casi sillón y cruza sus brazos observándome. Quizá espera que sea yo quien comience a hablar. Pero no lo haré. ¿No os parece curioso que pese a estar toda nuestra vida respirando, incluso cuando dormimos, en ocasiones se nos olvide como se hacia eso de coger aire? Pues eso mismo me está pasando ahora mismo. Si, ya lo sé, una regadera a mi lado tiene más don de pensamientos coherentes. No sé ni lo que estoy pensando. -Pues bueno…- rompe el silencio inclinándose hacia delante y clavando sus codos en la brillante madera. Tiene barba incipiente, lo justo para que al tocar la zona raspe un poco. -Pues bueno…- repito como una idiota. - ¿Quieres trabajar para mi o no?
No me jodas. Vamos, no me jodas más. O sea, deja ya de joderme. ¿Trabajar para él? Porque supongo que la diferencia entre trabaja ‘con él’ que ‘para él’ es abismal, ¿verdad?

Joder, ¿y si quiere tenerme en pelotas bailando bambo mientras trabaja? No, no, no, no… Me he venido arriba, ni que yo tuviera un cuerpo de vértigo. Suelto el aire retenido de mis pulmones. -¿Para ti?- pregunto con esa voz de pito que no sé desde cuando la tengo.
Parpada confuso. -Una parte de esta empresa es mía y, por esa regla de tres, una parte de ti trabajara para mi.
Ok. Todo mucho más claro. -Estarás de prueba durante dos semanas-, mueve el ratón inalámbrico para encender el monitor y fija sus ojos en la pantalla.- Si me gustas te haré un contrato más largo.- me manda una mirada fugaz.- como ya te dije, soy bastante exigente y si te digo que quiero que hagas algo en una hora, es una hora. Si digo una semana, es una semana.- creo que ha debido de ver algo de terror en mi rostro porque en seguida aclara:- A ver, no te voy a pedir el trabajo de una semana en una hora, pero si te digo que lo quiero en una hora es porque se puede.
Ok, todo mucho más claro. -También exijo puntualidad en el horario establecido, no perdono ni un minuto.- dice serio. Eso de que sea tan autoritario no hace otra cosa que subir mi calor corporal. Odio decir esto, pero creo que mi ropa interior está a punto de arder en llamas. Asiento autómata.- Puede que dé el caso de que te llame fuera del horario establecido para que me hagas alguna faena extra.
Mierda, mierda, mierda, ahora viene cuando quiere que le baile el bambo en pelotas… que use mejores palabras si no quiere que salga de aquí volando. -A veces pasa, sobre todo cuando surgen reuniones de la nada, que suele pasar muy amenudo. -claro… - digo removiéndome en mi asiento.
Mel, deja de pensar en guarradas. -Es muy importante que tengas mi agenda al día. Un descuido tuyo, puede suponerme una perdida muy grande de dinero.- Vuelve a dirigirme una mirada y noto un tantito de mareo. – y no hablo de mil, ni dos mil, ni tres mil euros. -Lo pillo.
Sonríe. -Lo pillo.- repite como si acabará de descubrir esa expresión.

HUYENDO DEL AMOR SD#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora