capitulo 10

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-¡Maldita sea, Mel! ¡No respires! - me regaña Tesa, casi gritando enloquecida. - ¡Yergue la espalda!

Llevo casi cinco minutos sin respirar, no podré hacerlo durante mucho tiempo más. Debo tener el rostro grisáceo. La cremallera del vestido se queda clavada a la altura de mis omoplatos mientras yo me abrazo a una de las esquinas del armario. Mi querida amiga no quiere entender que su vestido me va pequeño. Y si, podemos echarle la culpa a nuestro periodo que, este, nos engorda un par de quilos antes de que venga, pero no, no seria justo. Lo justo es mencionar las pizzas, las hamburguesas y los dulces, sobre todo el chocolate. Pero no, no lo haré, lo dejare en la menstruación a punto de bajar. Y punto.

-Ultimo intento, si no funciona, te pondrás el vestido negro.

No. No. ¡No! El vestido negro no. Están corto que se ven las ideas y pensamientos y su escote te deja los pechos rozando la barbilla. Ni loca. No me mola. Con lo bien que iría con un vestido holgadito. Inspiro fuerte para dejar de respirar durante los minutos que decida Tesa, puede ser uno, dos o veinte. Mi amiga baja de nuevo la cremallera hasta mi cintura, me da un meneo y vuelve a subirla, a la altura de los omoplatos me sacude estirando de la hebilla y por fin, después de una hora de fracasados intentos, la cremallera desliza hasta su final. Tesa se tira sobre la cama, exhausta. Y yo me siento un poco como Robocop. No miento si digo que no cabe un alfiler entre la tela y mi piel. Joder, casi apenas cabe el aire en mis pulmones, estiro la licra para que esta ceda unos agradecidos milímetros. Tesa, respirando con dificultad, levanta su mirada para observarme.- Te queda perfecto. - dice satisfecha. Yo no lo veo así, pero cualquiera le lleva la contraria a Teresa Esquinas, alias 'la chunga'. - Ahora ponte los zapatos. - Me señala unos taconazos de color negros. Odio esto. De verdad que lo odio. Odio sentirme la muñeca de alguien y odio esto. Y por si no ha quedado claro, lo repito: Odio esto. - Siéntate. - me ordena Tesa mientras da palmaditas sobre la silla del tocador.

¿En serio? Me siento como un coche pasando el control ITV.

-No es necesario... - Lo digo ya sin fuerzas porque llevo todo el día negándome a todo sin conseguir nada. Desde esta mañana que ha comenzado a probarme peinados, hasta ahora que son las siete y media... solo me ha dejado una hora para comer y ya.

-No reniegues... - me advierte recordándome a mi madre cuando ponía el plato de judías sobre la mesa. Me siento a desganas, dejando los brazos flácidos sobre mi regazo. ¿Cuento como persona? ¿Acaso no tengo derecho de negarme a nada? Vaya mierda de amiga que tengo. Bueno, me he pasado, vaya coñazo de amiga que tengo. -Comenzaremos con una base - me dice.

-Ahórrate las explicaciones.

-Ok.

Llevo cinco minutos esperando en la puerta de casa. Me siento ridícula, tonta y boba. Thiago todavía no ha venido a recogerme y comienzo sentir algo de pavor. Cojo el teléfono y me entretengo con él, porque tengo la sensación de que todo el mundo me observa como si acabaran de ver a una pirada. Puede también que sean imaginaciones mías, pero encuentro que el rojo destaca mucho, por ese motivo lo tengo vetado en mi armario. Abro Snapchat y me entretengo con sus efectos, en realidad quiero enviarle un video divertido a Tesa mandándola a la mierda.

-Oye, princesa, ¿acaso no estará esperando aun apuesto caballero? - Esa voz recorre por mi interior creando una fascinante vibración que hace cortar mi aliento y dejar a mi corazón trotando como un caballo desbocado. Me tiemblan las rodillas cuando mis ojos se clavan en sus hermosos ojos color miel. En mi boca se dibuja una sonrisa temblorosa.

HUYENDO DEL AMOR SD#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora