Hecho realidad

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La capilla era diminuta. Un pasillo estrecho, con el suelo recubierto de tablas de madera blanquecinas, conducía hasta una cúpula algo cutre en la que esperaba un hombre gordinflón de mejillas sonrosadas que llevaba una peluca torcida.

Sungmin no tenía demasiado claro cómo demonios había llegado hasta allí. Lo único que sabía era que, al igual que Kyuhyun, no podía dejar de reír y que le dolía muchísimo el antebrazo izquierdo. ¡Maldición! ¿Por qué le escocía tanto? No pudo averiguarlo porque Ryeowook apareció en su campo de visión. Recordaba vagamente haber hablado con él por teléfono hacía..., bueno, ¿quién sabe? Tal vez media hora. Quizá tres horas. Decidió que era irrelevante al advertir que le fallaba la memoria. La noche estaba llena de lagunas. De cualquier modo, no era el único que se encontraba en el interior de aquella capilla. El chico de ojos de rana, Minho, y el tipo rubio, Changmin, no dejaban de bromear con Kyuhyun, y el primero llevaba un botellín de cerveza en la mano derecha que se balanceaba al son de sus carcajadas. ¿Era legal beber allí...?

-¿Qué estey haciendo aquí? -consiguió balbucear Sungmin.

-Chsss. Mantén la boca cerrada. -Wook se inclinó hacia él de modo que no lo viesen los demás y se llevó un dedo a los labios-. Te vas a casar. Aguanta un poco..., solo un poco más, Min. Puedes hacerlo, ¿de acuerdo?

-¿Casharme? ¡Yo no quiero casharme!

-¡Cierra el pico, maldita sea! -siseó su amigo.

-Me duele el brazo.

Intentó tocarse la zona que notaba irritada, pero Wook se lo impidió al cogerlo de la mano y lo condujo sin demasiada delicadeza hasta el final de la capilla. Sungmin miró a Kyuhyun. Sus ojos eran dos rendijas de un color oscuro profundo y necesitaba decirle que le traían a la memoria lo hermosa que es la noche y...

El hombre que estaba enfrente empezó a dar un discurso sobre el matrimonio del que él no entendió ni una sola palabra. Kyuhyun tampoco pareció hacerlo, porque no dejaba de reír por lo bajo, al compás de las carcajadas de sus dos amigos. Min no estaba seguro de qué resultaba tan gracioso. ¿Estaba casándose? ¿Por qué demonios tenía que casarse?

-Por el poder que me ha sido otorgado, yo los declaro esposos. Puede besar al novio.

Sungmin iba a gritar: «¡Protesto!», pero antes de que pudiese hacerlo los labios de Kyuhyun rozaron los suyos. Solo un roce y sus pulsaciones se dispararon como si acabase de correr la maratón de Boston. Porque tenía los labios más suaves y tiernos del mundo y sabía a limón con un toque de fresa. Ajeno a que no estaban solos, posó una mano sobre su nuca y lo atrajo más hacia sí. Kyuhyun gimió contra su boca y entonces... entonces alguien tiró de él hacia atrás y se vieron obligados a separarse.

-Vale, ya está bien -ordenó Ryeowook, y a continuación sacudió unos papeles frente a Min, le tendió un bolígrafo y le indicó que firmase no sé qué. Luego obligó a Kyu a hacer lo mismo y, cuando sus amigos rieron más fuerte, los fulminó con la mirada. Wook tenía una forma de mirar afilada, seca, contundente.

-Genial. Nos vamos. Por fin -masculló y cogió de la mano a un desorientado Sungmin antes de dirigirse hacia la puerta de salida.

-¡Espera, espera! Tengo que decirle algo a Kyu.

-Pues díselo rápido.

-Kyu -le llamó, y él se giró y le dedicó una sonrisa tan dulce que Min sintió el extraño deseo de recorrer el pasillo de la capilla que ahora los separaba y lanzarse a sus brazos-. Tus ojos... Tus ojos me recuerdan a la noche. A la noche estrellada de primavera.

Al salir, Sungmin fijó la mirada en el cielo azul surcado de nubes algodonosas. Hacía horas que había amanecido. De hecho, recordaba vagamente haber visto la salida del sol sentado en una acera cualquiera, con Kyuhyun a su lado y una botella de vino barato en la mano derecha mientras hablaban sin cesar de cosas que ya habían caído en el olvido.

Recuerdos de Otoño (KyuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora