Durante los siguientes días, Kyuhyun recabó diferente información hasta entender por qué la madre de Sungmin le había dado tanta importancia a esas acciones. Al parecer, años atrás, cuando la tabacalera estaba en pleno auge, dichas acciones adquirieron un valor estratosférico. Y fue entonces cuando Lee Chun-hwa decidió hablar con su abogado y dejar expresamente a nombre de su hijo tales bienes en caso de que le ocurriese algo.
—No tiene ningún sentido —insistió Sungmin.
Estaba tras el mostrador con las manos entrelazadas y vestía un suéter de color rojo cereza. Desde la llegada de Choi Siwon se había mostrado mucho más nervioso de lo normal, ausente a veces, inquieto.
—Tu padre no parecía fiarse mucho de ella... —tanteó Kyuhyun—. Había «algo» que lo hacía desconfiar, pero fue una buena idea por su parte cambiar la herencia. Si me dejases leer esa última carta que queda...
—Pronto. Pero todavía no.
—De acuerdo —suspiró hondo—. Tengo que irme o llegaré tarde al entrenamiento. Nos vemos luego.
Sungmin permaneció con la mirada fija en el cristal de la puerta hasta que lo perdió de vista. Después, sacó el pequeño mapa de su bolso, suspiró, e intentó memorizar unos cuantos países más. Con un poco de suerte, en un par de años se aprendería el mundo entero, porque tenía el pequeño problema de ir olvidando algunos de los que ya creía saber cada vez que iba reteniendo otros mentalmente. La geografía nunca había sido su punto fuerte, desde luego.
Ya casi había empezado a atardecer cuando las campanillas de la puerta se agitaron y Sungmin alzó la cabeza. No era un cliente más. Era él.
Siwon cerró la puerta con suavidad, como si temiese hacer ruido, y miró a su alrededor con curiosidad, fijándose en los tonos rosa pastel que cubrían las paredes y el mobiliario blanco e impoluto. Sus ojos encontraron finalmente los de Sungmin, que parecía aterrado ante su repentina e inesperada visita.
—Siento aparecer sin avisar —dijo él y se acercó hasta el mostrador—. Este viernes celebramos en casa el cumpleaños de mi padre. Vendrá gente... importante —añadió con aparente incomodidad—. Y pensé en ti para el catering de los postres.
—No lo dices en serio —masculló—. No has venido aquí, sin más, como si nada hubiese ocurrido, para hacerme un encargo.
—Yo solo...
—Por favor, vete. No quiero problemas.
Siwon se pasó una mano por el pelo con gesto abatido y algunos mechones se deslizaron por su frente bronceada.
—En realidad, necesitaba verte. Estos días he estado pensando...
—¿Pensando? —Era como si tuviese algo atascado en la garganta al hablar.
—En lo que te hice. En lo que nos hice... —Paseó la mirada por los dulces que había en el expositor, alineados de un modo casi perfecto—. Lo siento. Quería decirte eso, que lo siento mucho. Cometí un gran error.
Sungmintardó una eternidad en contestar.
—Me resulta complicado creerte.
—Y lo entiendo, de verdad que sí.
Lo había tratado como si fuese algo con fecha de caducidad, una piedra más que saltar en el camino y dejar atrás. Y aquel último día que lo había visto... Sungmin todavía podía recordar la frialdad de su mirada, el desprecio en sus ojos cada vez que se posaban en él.
—Lo del encargo iba en serio. Me gustaría que al menos te lo pensaras.
—Pues suena a chiste. ¿De verdad crees que a tu madre y a sus amigos les gustaría verme sirviendo postres en el cumpleaños de tu padre? —Negó con la cabeza y una sonrisa triste e irónica curvó sus labios—. Olvídalo.
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Recuerdos de Otoño (KyuMin)
HumorEsta historia no es mía, la historia original pertenece a A. K. Esta es una simple adaptación con fines de entretenimiento. Todos los derechos a su respectivo autor. Créditos de portada: Sharon Lara. ♥️ Nota: Favor de no hacer spoiler, quizás ya has...