Capítulo 16

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Kyuhyun giró el volante en el último tramo de la calle y frenó frente a la casa de Heechul. El porche estaba repleto de macetas y la primavera había contribuido a que las flores se abriesen, gráciles, y contrastasen con la madera del suelo y las paredes por las que trepaban algunas enredaderas.

—¿Seguro que no quieres entrar?

—No, conejito. Llego tarde al entrenamiento. —Kyuhyun sujetó su barbilla con los dedos y le dio un beso profundo y cálido que se alargó más de lo esperado. Cuando se apartó, sonrió al descubrir que Sungmin tenía las mejillas encendidas—. Salúdalo de mi parte.

—Vale. Nos vemos luego.

—Ya lo creo que sí. —Kyuhyun sonrió travieso—. Tengo planes interesantes en mente.

—¿Todos están relacionados con la palabra «sexo»? —bromeó Sungmin, tras cerrar la puerta, mirándole a través de la ventanilla bajada del vehículo.

—Absolutamente todos, sin excepción.

Observó cómo el coche se alejaba por el solitario sendero que se abría al final de la calle y después subió los escalones del porche y entró en la casa, que estaba abierta. Llegaba media hora antes de lo previsto, pero escuchó las voces de Heechul y Ryeowook que provenían de la cocina, justo en el otro extremo de la vivienda.

—Vas a tener que guardar reposo, Wook.

—Estoy bien, papá. ¡No seas pesado!

—Ahora que vas a tener un hijo entenderás lo terco y poco razonable que puedes llegar a ser. Ya verás lo poco que te gusta que te lleve la contraria. Que sepas que el karma existe.

Sungmin se quedó paralizado en la puerta de la cocina. Los dos dejaron de pelar patatas para la cena y alzaron la mirada hasta el chico rubio que los contemplaba sin pestañear.

—¿Vas a tener un hijo?

Ryeowook dio dos pasos hacia Min con cautela.

—Te lo iba a decir...

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Hace... —tomó aire—. Hace varias semanas.

—¿Qué? ¿Y entonces por qué no...?

Sungminlo miró dolido antes de terminar de formular la pregunta.

—No sabía cómo te lo ibas a tomar —se excusó Ryeowook—. Y has estado un poco sensible y raro desde la llegada de Kyuhyun. Lo siento. Quería decírtelo. Tenía muchas ganas de decírtelo, en realidad.

Sungmin respiró hondo y sin pronunciar palabra dio media vuelta y salió de la casa. Agradeció el viento fresco que soplaba al atardecer. Apenas había pisado el camino de gravilla cuando oyó unos pasos a su espalda.

—¡Sabía que esto pasaría! Ay, niño, ven aquí. —Heechul lo estrechó entre sus brazos y le dio un beso en la cabeza—. No se lo tengas en cuenta al zopenco de mi hijo. Ya sabes que se preocupa demasiado por ti. ¡Se lo tengo dicho! Que deje de tratarte como si fueses un hermano pequeño al que tiene que proteger, cuando eres su igual.

—¿Puedes dejarnos a solas, papá? —Preguntó Ryeowook con la voz rota desde el porche—. Quiero hablar con Min.

Heechul lo soltó tras unos segundos.

—Vale, pero, por lo que más quieras, ¡no se peleen! —Los miró a los dos, muy serio—. Ni siquiera sabían andar cuando ya compartían cuna por las tardes, durante la hora del té. —Negó con la cabeza para sí mismo mientras seguía murmurando por lo bajo y se alejaba hasta entrar en la casa.

Recuerdos de Otoño (KyuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora