Bonus⇝ 30

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Tengo la sensación de que es aburrido porque es parte del capítulo anterior pero narrado por un vampiro buenorro y no por una entrometida tonta del culo, pero mira, no obligo a nadie a que lo lea xd

P.O.V. Dante

Sus pupilas se habían agrandado de tal forma que sus iris marrones eran una sola línea alrededor.

La principal distracción de sus ojos era el delineado que siempre dibujaba a ras de sus pestañas, espesas aunque no exageradamente largas, y que terminaba siempre en un optimista rabillo cuyo final usualmente se dirigía hacia arriba.

Sentí la increíble y reconfortante calidez de sus manos sobre mi rostro cuando se agachó para encararme, y mi cuerpo entero reaccionó ante tal contacto.

Mi corazón latió una única vez y perdí el control de mis propias acciones.

Solía pasarme las noches de luna llena agonizando en mi cama, como lo había hecho durante los últimos siglos, tal vez bebiendo sangre en una copa de cristal que ordenó a fabricar el excéntrico Alessandro durante su breve estancia como patriarca en nuestra hereditaria mansión, pero nunca lograba que mis instintos pudieran dominarme.

Pero ahora ella estaba frente a mí. Y ni siquiera el recuerdo de la sangre más sabrosa que jamás hubiera probado podía resistir el contacto humano de aquella criatura.

Me levanté en un intento de apartarme de ella, consumido por mis propios deseos, y vi en su rostro reflejada la más mundana confusión y el más profundo terror, mi cóctel de emociones preferido.

Mis manos viajaron con rapidez a su firme cintura y la lancé contra mi cama, perdiendo el control sobre mis actos.

La luna provocaba que la poca sangre que me mantenía con vida hirviera en mi siempre frío cuerpo y era tan solo en el momento de mi rendición hacia mi forma vampírica cuando podía apagar el fuego que consumía mi interior, aunque aquello también suponía que mis ganas de sangre y sexo aumentaran a niveles que se escapaban de mi dominio.

En aquellos momentos, la entrometida y vulnerable Barbara De'Ath, la primogénita de su dinastía, fuera para mí el desahogo que mi cuerpo necesitaba y mi mente no lograba detener.

Agarré sus muñecas de marcadas venas violáceas y las llevé por encima de su cabeza a la vez que con mi rodilla separaba sus escurridizas piernas.

Sus mejillas habían adquirido un ligero y casi imperceptible tono rosado, avergonzada por aquella posición.

Pero a mí, en aquellos momentos, me daba igual. La necesitaba, y era lo único que ocupaba mi mente en aquellos instantes.

—No deberías de haber hecho eso —le dije con la voz ronca, viendo cómo sus pupilas empezaban a temblar, tal vez previendo lo que estaba a punto de ocurrir en aquella habitación.

Mi cuerpo pedía que actuara con rapidez para poder contrarrestar el efecto de la luna en mí. Si bebía de su sangre y saciaba mi deseo sexual, el cual llevaba reprimiendo desde hacía innumerables décadas, dejaría de sentir aquella dolorosa debilidad que pretendía doblegarme, aunque yo no estaba dispuesto a rendirme a ella.

Volvió a intentar zafarse de mí, aunque, por supuesto, no iba a permitirle librarse de mí.

—Dante, suéltame —pidió, con la voz apagada.

Oí el acelerado latido de su corazón. Era tan humana y estaba tan viva como yo lo habría deseado en aquellos momentos, para poder estar sobre ella sin pensar en drenarle toda la sangre que recorría su hermoso cuerpo.

Movió la cabeza, haciendo esfuerzos para apartarme, aunque solo provocó que un mechón de sus cabellos castaños que, con los últimos rayos de sol, reflejaban un tono cobrizo, cayera sobre su rostro, impidiéndome disfrutar de su rostro por completo.

DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora