He pasado una semana de mierda y esa es mi excusa de no haber publicado cuando "debía". Chaíto.
P.O.V. Dante
Los vi llegar.
Él cargaba con ella como si su peso fuera equivalente al de una pluma y ella tan solo se dejaba llevar, con su cabeza despeinada apoyada en el pecho de él, siendo su excéntrica camisa blanca de lazos imposibles la mejor de las pruebas de que alguno de los dos había estado sangrando.
No había olido el aroma de Barbara ni había oído ni un maldito sonido porque era Valentino el que la ocultaba entre sus brazos, opacando con su mortandad la vitalidad de De'Ath.
Aparté a Alessandro de mi camino para llegar a donde estaban mi hermano menor y la heredera y fue entonces cuando descubrí que ella estaba inconsciente y los labios de él cubiertos de sangre.
Por alguna razón, quise creer que había perdido el control, aunque el corazón de ella seguía latiendo, tan solo para incriminarlo por algo. ¿Cómo podía estar tan cerca de Barbara sin mi permiso?
—¿Qué estás haciendo, descerebrado? —gruñí, señalando a la castaña, la cual seguía sin despertar.
Alessandro se acercó sigilosamente a nosotros, observando desde su acertada distancia lo que estaba a punto de suceder.
—Ella me llamó. Julius la había encerrado en el archivo de la Iglesia, dejando que se desangrara —me informó, con extrema calma, Valentino.
Sus ojos atravesaban los míos como puñales, o tal vez era al revés. Ni siquiera me importaba averiguarlo.
—Dejé claro que ninguno de los tres podía acercarse a ella. Es peligrosa... Sus secretos lo son.
—No me vengas con mierdecillas de argumentos humanos ahora, Dante. No quieres que Valentino se acerque a ella porque tienes envidia de que ella quiera tirárselo porque a ti te pone dura la po...
—¡Alessandro Luca Della Rovere! —rugí, enfrentándome a él.
El que consideraba mi hermano menor frunció el ceño, pero no borró su sonrisa burlona ni un solo segundo. Él disfrutaba viendo el mundo arder.
—Julius ha intentado matarla. A ella, a su propia heredera —continuó Valentino, ignorando por completo el comentario de Sandro.
Volví a girarme hacia él para arrebatarle el cuerpo de Barbara de entre sus sucias manos. No sabía cómo tratar a ningún ser humano, estaba claro que no sabría hacerlo con ella.
Sentí la calidez que desprendía cuando mis manos se colocaron alrededor de su frágil estructura y ella emitió un leve quejido, tal vez de dolor, aunque, inmediatamente, borré esa idea de mi mente.
Valentino tenía su muñeca ensangrentada, la cual correspondía a la sangre que rodeaba los labios carnosos de la heredera, en cuya frente se podían apreciar los restos de lo que habría sido una herida potencialmente grave.
—¿Cuánto tiempo lleva inconsciente? —pregunté, manteniendo la calma.
Valentino tragó saliva antes de responder.
—Unos siete minutos. Creo que ha bebido demasiado de mi sangre... O tal vez yo de la suya.
Alessandro se rio, porque era el único que podía hacerlo en una situación como aquella.
—Te dije que no te acercaras a ella —repetí, dándome la vuelta para desaparecer del vestíbulo con rapidez, subiendo las majestuosas escaleras que llevaban al segundo piso, en el que se hallaban las doce habitaciones de nuestra casa, las cuales, por primera vez en los cuatrocientos años que llevaba acudiendo a la mansión, estaban vacías casi al completo.
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Dante
Vampire«Si quieres acercarte al demonio, has de tener presente que, junto a él, arderás en el infierno y nunca podrás volver atrás.» Historia iniciada el 1/10/2018