P.O.V. Valentino y su intento por ser the bad guy y acabar siendo el mismo capítulo que el anterior pero me da igual porque me ha llevado tres horas escribirlo
No era un acosador. Al menos no uno cualquiera.
No había entrado en su habitación por capricho y tampoco por despecho, sino por absoluta necesidad. Quería recordar el delicioso aroma a fresas silvestres que desprendía su cabello y el dulce olor del hogar en invierno que desprendía cada uno de los poros de su piel.
¿Era eso actuar como un acosador? No creo.
Vi su rostro de sorpresa al encontrarme sentado sobre su cama, deleitándome con la sola sensación de sentirla tan cerca debido a su simple aroma y eso fue suficiente para hacerme sonreír.
Podría haber fingido que era feliz y aquella era la razón por la que mis labios se habían curvado hacia arriba, aunque eso tampoco era verdad.
No era un acosador y tampoco era feliz. Nunca lo había sido.
—¿Cómo has entrado? —preguntó ella, evidentemente desorientada, intentando buscar una explicación racional a por qué estaba estirado sobre su cama casi teniendo un orgasmo al pensar en cómo olía su pelo.
—Como los chicos malos. Por la ventana —respondí, esperando ver su reacción.
Si le gustaba Dante tal como era, el colmo de la frialdad y el aburrimiento, tal vez iba a gustarle yo si actuaba como él. Y también si seguía teniendo el veneno de mi sangre en su organismo.
—Tú no eres un chico malo —dijo, con convicción, frunciendo aquellos labios gruesos y perfectamente delineados, el sueño de cualquier hombre que pudiera haberlos admirado—. Eres un vampiro y un acosador.
Tenía razón en lo primero. Y, visto que me había colado por su ventana, la había mordido y posteriormente la había curado con el milagroso veneno de mi sangre para que sintiera la misma atracción sexual por mí que sentía yo por ella, entendía que creyera que también era lo segundo.
Desvió su mirada castaña hacia la ventana a mi izquierda, regalándome la perfecta visión de su perfil, de sus tan deliciosos labios, su pequeña nariz respingona y sus largas pestañas usualmente cubiertas por mil capas de máscara, aunque, en aquel instante, carecían de ella, tal vez porque había estado durmiendo prácticamente un día entero y aquello no era permanente.
Me fijé en lo escasamente marcada que estaba su mandíbula y en lo abultadas que eran sus mejillas, tan adorables que, viendo solo aquella parte de su rostro, cualquiera diría que no superaba los doce años. Sin embargo, cuando mi mirada bajó por su cuello directamente hacia su inigualable figura de grandes pechos, cintura estrecha y largos muslos idealmente estilizados, no pude negar que fuera una mujer y no una niña.
Devolví la mirada a su rostro, dándome cuenta al instante que estaba mordiendo su labio inferior inconscientemente.
Sus pulsaciones habían aumentado considerablemente en tan solo un segundo y sonreí, satisfecho, pues sabía que estaba pensando en mí, de alguna forma u otra.
Ese era mi momento.
—Siento tu deseo —aseguré, impulsándome para levantarme de aquel colchón en el que Barbara dormía, tan solo para acercarme a ella, siguiendo mis instintos.
Un pequeño gemido se escapó de sus labios y vi cómo sus ojos llenos de vida se clavaban en los míos pidiendo clemencia antes de, en un impulso poco racional, darse la vuelta e intentar tirar del pomo de la puerta, cuando ésta era evidente que se abría hacia dentro y ambos nos encontrábamos sobre ella.
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Dante
Vampire«Si quieres acercarte al demonio, has de tener presente que, junto a él, arderás en el infierno y nunca podrás volver atrás.» Historia iniciada el 1/10/2018