Capítulo 6; Ojala te vayas al lugar que has deseado

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Jesús aclaro su voz tosiendo falsamente y dijo:

—Bueno Shany, veras—Jesús trago fuertemente

—Ujum—Dijo Shanaia para que su amigo prosiguiera

— ¿Recuerdas la fiesta del año pasado? La de Daniela Nápoles e Ivana Cox

—Si

—Bueno ¿Recuerdas que a esa fiesta asistieron tú y Dexter?—Shanaia asintió— Yo había bebido mucho, lo sabes bien. Hubo un momento en el que te fuiste por un rato no recuerdo a donde... Esto te lo quería decir hace mucho pero no podía...

— ¿Qué? ¿Paso algo malo? —Pregunto Shanaia nerviosa.

—Si... Bueno hubo un momento en el que nos dimos un beso...—Jesús se quedó esperando un golpe, un grito o algo. Pero lo que recibía de Shanaia solo era silencio

— ¿Él te beso?

Jesús se quedó pensativo unos segundos y luego dijo:

—Sí, el me beso. Quería decirte desde hace mucho. Pero no podía decirte, la culpa no me dejaba, pensé que me dejarías de hablar y no quería perder tu amistad por algo como eso.

—Está bien, tranquilo

— ¿Qué? ¿Está segura de lo que dices?

—Sí, si dices que él te beso y tú estabas muy borracho. Entiendo todo, bueno, por lo menos por tu parte. Creo que si logramos salir de aquí será mejor terminar con Dexter... creo que primero necesitare un psicólogo

Jesús y ella soltaron unas pequeñas risas y hablaron un rato

—Bueno—Dijo Jesús— ya es tarde. Creo que deberíamos descansar y mañana buscar la forma de salir de aquí

—Si... Jesús...Gracias por ser sincero conmigo.

—De nada sabes que para eso estoy...

Cruzando la gran mesa del comedor, con dirección a la cocina

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Cruzando la gran mesa del comedor, con dirección a la cocina. Mariana Laserre, traía un pequeño plato con agua y un paño dentro. Era de madrugada y caminaba con sigilo y alerta. Miraba a todos los lados al pendiente si alguien la seguía. Cuando por fin llego a la cocina y se dispuso a lavar el plato y el paño. Pudo sentir como una mano se posaba en su hombro. Por el susto dejo escapar un grito y cuando volteó se dio cuenta de quién era no pudo contener las ganas de golpearlo.

— ¡Kevin!—Grito Mariana— ¿¡Qué carajos te pasa!?

—Mariana... lo siento, no quería asustarte. Pero es que te vi bajando luego de salir de la habitación de Gerard...

— ¿¡Me estas espiando!?

—No... es solo que te vi y quería disculparme por lo que paso

— ¡No Kevin!—Grito Mariana— ¡Las cosas no son como tú crees! ¡No puedes usarme y luego venir a pedir disculpas!

Diez versos para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora