Capítulo 19; Si esto es solo una pesadilla ¿Por qué puedo escuchar tus gritos?

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—... veras— Continúo diciendo—Para que no hubiese sospechas de quien soy. Necesitaba morir pronto y de una manera evidente obviamente. Necesitaba que uno de ustedes me viera morir. Que una de las personas más confiables de ustedes me viera "sin vida". Y ahí entraste tu querida, necesitaba que me vieses muerta, así los demás creerían en tu palabra sin dudar y sería más divertido para mis juegos retorcidos.

Shanaia Últim estaba atónita. No podía creerlo. Mariana Laserre estaba viva. Parada frente a ella, tenía una gran sudadera negra. Su piel color caramelo estaba impecable y sus rizos negros revoloteaban dentro de su capucha. Su sonrisa era una sonrisa victoriosa y satisfecha. Su mente tan retorcida hacia que la chica de ojos azules quedase impresionada por todo lo que había pasado. La pieza del rompecabezas que había estado buscando todo este tiempo yacía frente a sus ojos. Mariana era S.D y siempre lo había sido. Ella había matado a todos sus compañeros y había fingido su propia muerte para no levantar sospechas.

— ¿Qué paso? ¿Te comió la lengua Aneli acaso? — Soltó una carcajada, feliz y con un superioridad. — ¿Entiendes? Buah, da igual. Debes tener muchas, pero muchas preguntas y tranquila yo también las tuviese si fuese tu amor. Para explicarte como fingí mi muerte. La verdad fue muy fácil cuando aprendes de prótesis y maquillaje y sacando sangre de los cuerpos anteriores y cuidándolos bien. Puedes hacer el charco de sangre perfecto. —Antes de decir una palabra más Shanaia la interrumpió.

— ¿Co-cómo pudiste hacernos esto Mariana? Nosotros éramos tus amigos—Dijo Shanaia con la voz quebradiza— te queríamos. Jesús te quería. Eras muy importante para él. ¿Cómo pudiste ser tan... y tirarlo por las escaleras para que muriera? Oh Dios mío. Gerard. Él era tu mejor amigo ¿Cómo pudiste ahogarlo? El confiaba en ti. Lloro con tu muerte.

— ¡Ja, ja, ja, ja, ja!—Rio la chica estruendosamente— ¿Ustedes? ¿Mis amigos? Por favor. No se te creas tanto. Y menos ellos—Mariana señalo alrededor refiriéndose a las personas muertas— ¿Pudieron serlo? Sí, claro. Aunque independientemente de que fuesen mis amigos o no, no iba a cambiar su destino. Si los elogia morirían. Ya vez a Gerard y Jesús. Ellos al menos murieron y morirán igual que tú. Sabiendo que una de sus "amigas" una de las personas en quien confiaron. Les arrebato la vida.

—Pe-pero... esto no debe ser real Mariana ¡no puede serlo! De nosotros tú eras la más feliz, la que se emocionaba y hacia cosas para mantener al grupo unido. Planeabas cosas que nunca se daban y hacías todo por los demás con una sonrisa en tu rostro sin importar nada. —Las lágrimas salían y recorrían el rostro de Shanaia como si la quemasen pero no podía evitarlo.

—No sabes lo fácil que es para un psicópata fingir una cosa y ser otra. Nosotros pudimos ser amigos. Pero sus traiciones y las cosas malas que se hacían unos a otros. Eso no era amistad. Era decepcionante ver como se apuñalaban. Y luego se reían a la cara sin remordimiento. Eso me frustraba y cada vez me hacía parecer que eran menos y menos dignos de seguir respirando el mismo aire que yo. Les hice un favor. Le hice un favor al mundo librándonos de su asquerosa existencia. Pero eso no importa lo hecho, hecho esta. De esta plaga la última que queda eres tú.

— ¿No sentiste dolor alguno al hacerles eso? Ni siquiera pensaste en cómo se sentirían los demás de ver morir a sus compañeros. Solo lo hiciste. —Una llama quemaba el interior del cuerpo de Shanaia. Quería morir. Pero no podía hacerlo tenía que saber que paso. Se sentía fatal pero no podía caer, no ahora.

— ¿Qué sentí? ¿Quieres saber que sentí? Pues te contare. Uno por uno. Empezaremos por el alto rubio y patán de clase. Oliver Lygaric. Se podría decir que de ustedes él era el que más merecía la muerte. Siempre chantajeando a todos para obtener algo a su beneficio. Guardando secretos. Esperando el mejor momento para usarlos y apuñalarte. Todo transcurrió con normalidad, mientras todos ustedes estaban distraídos me asegure de dejar un rastro de huellas del cuarto de Oliver hacia la piscina. Tal y como lo planee, el tonto siguió mi plan. Persiguió las huellas hasta que estuvo frente a la piscina—Mariana se acercó a Shanaia y le susurro en tono de broma—: A partir de aquí las cosas se pusieron un poco difícil. Me asegure de que todos estuvieran en lugares lejanos a la piscina. Me puse mi uniforme de pantalón negro botas y gran sudadera con capucha negra. Tome una palanca de metal que encontré en el sótano y corrí hacia él. Con toda la fuerza que pude lo golpee en un costado de la cabeza. Oliver cayó. Pareció muerto o aturdido, yo me prepare para irme pero rápidamente se levantó y me tacleo. La palanca salió de mi mano y estaba a un par de centímetros de donde yo estaba—La voz de mariana sonaba excitada— Alzo su mano estaba a punto de darme un puñetazo. Paro con agilidad logre recuperar la palanca y lo golpee al otro lado de la cabeza. Esta vez estaba casi inconsciente. Parecía una cucaracha, por más que la pisas sigue con vida. Tome su cabeza y empecé a golpearla repetidamente contra la pared hasta que me canse y luego lo tire a la piscina. Jamás podrás entender la satisfacción que fue para mí verlo en la piscina ahogándose.

Diez versos para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora