Los cinco chicos restantes se encontraban en la gran habitación oculta. No se habían cambiado de ropa, ya estaba amaneciendo. Todos pudieron ver como en la gran pantalla se mostraba la cara de Santiago con una gran corona roja. Pero no le dieron importancia. Ahora estaban pensando en cómo procederían para salir de ahí.
—Entonces—Explico Gerard— Tenemos la soga y tenemos la oportunidad de escapar. Pero no todos podremos salir. Haremos lo siguiente, romperemos el ventanal, tiraremos la soga y bajaremos uno por uno. Pero dado a que no podemos amarrarla de algún lugar. Chicas, necesito que ustedes tres bajen y pidan ayuda. Jesús y yo esperaremos aquí hasta que vuelvan ¿Okey?
— ¿Cómo se van a quedar aquí? Ese maniaco los matara en cuanto tenga oportunidad—Dijo Ruby preocupada
Jesús que escuchaba atentamente intervino:
—No te preocupes por nosotros. Sé que Gerard y yo nos las arreglaremos. Pero no perdamos tiempo, si quieren que los dos duremos menos tiempo aquí. Bajen más rápido.
— ¿Y cómo rompemos el ventanal?— Pregunto Shanaia, mientras amarraba su cabello negro en una cola de caballo estilo porrista. Se había quitado los tacones azules con anterioridad.
—Muy fácil—Jesús, tomo un tacón de la mano de Shanaia y lo lanzo con fuerza hacia el ventanal.
Millones de pedazos de vidrios cayeron al suelo. Los chicos se cubrieron con la precaución de no hacerse daño. Jesús tomo el otro tacón y quito los pedazos restantes de la ventana para asegurarse de que nadie se cortara.
— ¿¡Acaso eres estúpido!?—Grito Shanaia—Pudiste hacernos daño con los vidrios del ventanal. Tienes que tener más cuidado.
— ¿Querían salir de aquí no? Bueno, pues yo les di una salida. Camila la cuerda.
La chica tendió la cuerda hacia Jesús, el, la tomo de un extremo y lanzo el otro por la ventana. Gerard se acercó a ver si llegaba hasta el suelo.
—Supongo que cuando lleguen al final tendrán que dar un pequeño salto. Ya que la cuerda no llega al suelo—Exclamo Gerard— Bueno ¿Quién va de primera?
Las chicas se miraron entre ellas y pensaron un poco cual sería la respuesta que darían a continuación. Shanaia se preparó para abrir la boca pero Ruby la interrumpió rápidamente diciendo:
— ¡Yo lo hare!
—Okey—Dijo Gerard mientras tomaba junto con Jesús el otro lado de la cuerda— Prepárate. Son mínimos unos ocho metros. En cuanto bajes esperas a las demás y de ahí se van todas juntas ¿Okey?
La chica asintió. Se puso en la ventana, tomo la cuerda y empezó a descender poco a poco. La cuerda cada vez se hacía más pesada para los chicos. Ruby estaba sudando. Nunca había sido buena haciendo estas cosas aparte si caía mínimo moriría. Metro tras metro la chica descendió y cuando estaba a unos dos metros del suelo un ruido extraño hizo que mirara hacia arriba. La cuerda se estaba rompiendo.
— ¡Chicos, se rompe la cuerda!—Grito la chica preocupada.
Camila y Shanaia se asomaron por la ventana rápidamente. Estaban desesperadas, querían ayudar a Ruby pero ya estaba muy abajo como para intentar alcanzarla. Ruby siguió descendiendo pero la cuerda se rompía cada vez más.
— ¡Ruby, tendrás que saltar!—Grito la voz de Gerard.
— ¿¡Cómo voy a hacer eso!?—La chica empezó a llorar—Podría morir si hago eso.
— ¡Si, pero si no lo haces la cuerda se romperá y no podrá bajar más nadie!—Gerard sonaba preocupado— ¡Confía en mí, no pasara nada!
— ¡No, no lo hagas Ruby!—Grito Camila— ¡Gerard, estas demente va a morir si hace eso!
ESTÁS LEYENDO
Diez versos para morir
Mystery / ThrillerLuego de ganar una extraña beca para ir a una isla en cuba, un grupo de diez estudiantes tienen que hacer una escala en Gran Bretaña, donde se encuentra el principal fundador y financiador del viaje. Al llegar al hotel donde se hospedaran, son bien...