Capitulo 13

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<Promesas>

... el lento y constante Bip cesó para dar paso a un largo e interminable sonido chillón que rompió mi corazón.

-¿Por qué Dios?- Grite al cielo- ¿Por qué?

Apoye la cabeza en el vientre suave y plano de mi amada muerta, me deje llevar por el dolor, las lagrimas ardientes resbalaron una tras otra y otra.

-Alan- Era su voz, aún podía oír su voz- Alan...

Tan viva como antes, tan hermosa.

-Alan.

Un golpe me arranco de mi sueño, desperté en la habitación del hotel, sudado y desorientado, con el corazón galopante contra mi pecho.

-Alan ¿estas bien?- La voz de ______ sonaba preocupada

Corrí hasta la puerta doble y la abrí, ahí esta ella, viva, con ese hermoso color rosa en sus mejillas, con esos ojos arcoiris preciosos mirándome.

-Oh ________- La estreche entre mis brazos y deje que el dolor de mi sueño se esfumara juntos con las lagrimas que corrieron.

-¿Que ocurre Alan?- Se oía confundida y preocupada, la abrace más fuerte contra mi pecho y deje que su dulce aroma llenara

-Soñe que te perdía _______- Logre articular apenas en un susurro

-Aquí estoy Alan- Me acaricio la espalda con las yemas de los dedos- Aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy.

Nos quedamos quietos, abrazados.

Comprobé cual de los dos fue el sueño, una vez mas le bese la cabeza.

Cuando estuve mas relajado pude mirarla a los ojos y comprobar que realmente era ella, mi pequeña, tierna, dulce y misteriosa ______ Franco.

-Perdón- Me sentí avergonzado por mi cobardía

-No tienes porque disculparte- Poso su mano en mi mejilla, incline la cara para hacer más firme su contacto- No voy a ir a ningún lado ¿está bien? Voy a quedarme mucho tiempo a darte problemas, lo prometo.

-Prometo no dejar que nada te pase- A partir de ahora sería su ángel guardián, no podía permitir que algo como lo del sueño volviera a ocurrir- Por cierto, Feliz Cumple 18

-¡Te acordaste!- Parecía sorprendida, lo cual me ofendió mucho.

-Nunca lo olvide- Dije fingiendo indignación

-La gente no suele recordar esta fecha- Bajo la cabeza de nuevo- No desde que...- Sus ojos se oscurecieron y una caso pude ver una ráfaga de recuerdos atravesarlos con dolor.

-Venga- Sabia que no estaba lista para hablarme del tema- Tenemos que festejarlo- Cambie mi rumbo - Y desayunar, las pesadillas causan hambre.

-Vamos- Rió, tomo mi mano y bajamos a desayunar.

Para las 7 de la tarde la sorpresa estaba lista, así que le pedí que se pusiera su mejor vestido y nos veríamos en el lobby a las 8:00 pm.

Subí a mi habitación, saque el traje negro mas elegante que había llevado, la corbata roja, una camisa blanca, con botones rojos, zapatos negros lustrados y nuevos. Todo lo había reservado siempre para la ocasión mas especial, y parecía que sería esta.

Me volví a bañar, me apure a vestirme y comencé con mi peinado, esto llevaría tiempo.

Tome un pequeño pañuelo de seda roja, lo me metí a la bolsa y salí de mi habitación con destino al lobby, llegue 15 min antes, por lo que pedí un botella de agua mineral y espere.

Viene minutos después todos los huéspedes que se encontraban en el lobby dirigieron sus miradas al ascensor, por inercia voltee y la vi, hermosa, sensual, simplemente perfecta.

Llevaba un vestido rojo, a juego con mi corbata, entallado, sobre la rodilla, que resaltaba su excelente figura, sin mangas ni tirantes, ¿como era que le llamaban?... A si, escote de corazón. Corrugado ligeramente de la cintura para abajo, uno zapatos igualmente rojos, altos, lo bastante para poner a escasos 2 cm de alcanzarme, su maquillaje discreto hacia que la belleza de su cara fuera casi irreal, llevaba en los labios un color llamativamente rojo intenso, que desviaba mi total atención.

Me acerqué a ella y la abrace.

-¿Lista para la mejor cena de cumpleaños de tu vida?- Me sonrió

-Claro señor Navarro- Reímos.

-Bueno señorita Franco, necesitara esto- Saque el pañuelo rojo, extendió la mano pero me negué, confundida me miro como si fuera un extraño- En los ojos.

-Si tu dices- Resignada me dio la espalda y permitió que lo colocará.

-Esta noche yo seré tus ojos- Susurre muy cerca de su oreja.

-Que bueno que confío en tu buena vista- Río y comenzamos a andar por el lobby al salón de reuniones, donde comenzaría lo bueno.

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Ya las había espantado ¿verdad?

Dos Mundos En GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora