Capítulo 10// Extraña diversión.

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Sin decir más se irgue. Pone una de sus manos en su mentón para hacer un ademán de pensamiento:
—¡Lo tengo!— dice al cabo de unos segundos—. Quiero probar tu resistencia.— me dedica una mirada y las comisuras de sus labios se elevan—. Chicos, quiero que la golpeen tanto como puedan, pero no toquen su rostro. No queremos que se estropee ese bonito rostro... Peter, tú no. Hiciste un buen trabajo, ve a descansar.

¿Peter?

Inclino un poco la cabeza para ver a ese idiota parado detrás de este hombre.

—Gracias, Jefe.— agradece Peter, se gira y avanza hasta la puerta para desaparecer por el umbral.

Dos hombres entran en el..., ¿cuarto?, creo que eso es lo que es.

Se aproximan a mí y me desamarran. Me mantengo callada y quieta mientras lo hacen y cuando mis piernas están desatadas pateo al que tengo más cerca justo en la entrepierna, cae al suelo y el otro sujeto me propina un golpe en el estómago. El golpe es tan fuerte que me hace caer junto con la silla y cuando impacto contra el suelo saca el aire de mis pulmones.
Una de mis manos sigue atada, así que me arrastro llevándola conmigo.

El hombre que pateé se levanta y llega a mí de un paso largo, y lo primero que hace al quedar a un lado mío es tomar mi cabello en su puño y jalarlo para levantarme.

Con mi brazo libre trato de lastimarlo, sin embargo, su agarre no cede ante mi desespero y me arrastra hasta la mitad del recuarto, el otro se dirige a una de las paredes y acciona una palanca dándole vueltas que hace bajar del techo unas cadenas. Cuando están a una altura considerable, el que me tiene agarrada toma una de las cadenas y levanta uno de mis brazos para encadenar mi muñeca en el grillete que tiene justo en el extremo; ajusta el arco y me deja ahí.

La posición en la que estoy es dolorosa, creo que se me dislocarán los hombros; el brazo donde tengo las heridas de bala y también de la puñalada me duele demasiado, lo cual es mucho que decir. Es una mezcla entre dolor y ardor aparte del estiramiento no requerido que no hacen más que provocarme mareos.
Sé que cosieron las heridas, porque tengo una venda cubriendo la zona, pero lo servirá de mucho, ya que los vendajes están mojados.

Mis pies apenas tocan el frío suelo, y el peso de mi propio cuerpo no hace más que lastimar aún más mis muñecas.

Uno de los sujetos pone a unos metros de mí una silla y justo después el dichoso "Jefe" se sienta en ella relajadamente. La sonrisa no se ha borrado de su cara.

—Bien chicos, ahora pueden iniciar.— indica quitado de la pena abriendo sus brazos en mi dirección.

Los sujetos se ponen delante mío y sin más, sin chistar ni un poco comienzan a lanzar golpes en mi dirección.
Grito de dolor con cada uno de ellos, y con cada uno sacan todo el aire sus logro tomar antes de otro y otro golpe más.

Mi estómago me duele tanto que creo que podría vomitar sangre, mis costillas retumban contra mis pulmones costandome cada vez más trabajo el retener oxígeno. Lucho con todas mis fuerzas contra las cadenas que me aprisionan, pero es inútil, todo parece tan inútil desde que todo esto comenzó, pero no quiero rendirme, no puedo hacerlo, sí lo hago todo habrá acabado, no habrá tenido sentido mi lucha.

-—Pa...ren!— articulo consiguiendo sacar la palabra de mi garganta.

Me entran arcadas al sentir como mi garganta se llena de algo caliente y espeso, así que lo escupo dándome cuenta de que de trata de mi propia sangre, que se acumuló en mi boca. Después de esto consigo volver a hablar:
—No más.— emitir esto provoca que mi garganta raspe y carraspeo para calmar la irritación.

El hombre no ha emitido ni una sola palabra durante el asalto hacia mí cuerpo, hasta ahora:
—Alto.— con esa única palabra sus perros se detienen y paran de dañarme. Se pone de pie y con pasos cortos de acerca a mí—. ¿Quieres que paren?

En Mi Oscuro Lugar- Parte 1//Camuflaje Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora