Capítulo 4//Oportunidades pérdidas.

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Llevamos unas cuantas horas en el camino. No tengo ni la más mínima y remota idea de hacia dónde nos dirigimos.

Mis piernas y brazos están entumecidos por la posición en la que me encuentro, no me he movido desde que subí a la furgoneta y como mi cabeza está agachada tengo un dolor tensándome ahí. Pongo atención a todos los ruidos y movimientos que hacen los vehículos fuera, tal vez si tengo oportunidad de escapar podría utilizar eso a mí favor.

El hombre que está junto conmigo tampoco se ha movido, ni hablado, no obstante, su presencia es fuerte y puedo percibirlo frente a mi, sentado del lado contrario de la cabina.

El vehículo da otro giro y mi cuerpo por inercia se mueve un poco.

Siento el rostro rígido y me causa comezón, también en mis muñecas y el cuello, por la sangre seca en mi piel.

Figuro a mi familia:
#¿Qué estarán haciendo?#

Seguro ya saben lo ocurrido en el plantel, seguramente piensan que estoy muerta.

#¿Cómo los pondrá esto?#

Tengo que decirles que sigo con vida, que necesito ayuda y que me encuentren.

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Pasaron algunas cuantas horas más en donde lo único que escuché fue el sonido del motor trabajando.

Me siento desesperada, tengo mucha comezón en la cara y quiero rascarme e intento aliviar la comezón frotando el rostro contra mi hombro, sin embargo, la tela amortigua el roce y la comezón persiste.

—Maldición.– murmuro por lo bajo. Me volveré loca si no consigo quitar está picazón ya mismo—. Demonios..., maldita sea.

—¿Qué mierda sucede contigo?– pronuncia el hombre.

—Nada.— digo con tono molesto, pero me rectifico casi al instante—. Puta madre, está bien.— suspiro —. Necesito que me dejes rascar el rostro.

—¿Y qué quieres que haga para solucionar eso? ¿Desatarte? No, no haré eso.— sentencia.

—Sólo desatame una mano. No haré nada, no te daré problemas.— digo intentando convencerlo.

—No, no lo haré.— repite.

—Mierda, entonces hazlo tú; rasca mi cara, así no tendrás que desatarme.— propongo pensando en esa opción, porque la verdad es que ya no soporto.

Se queda callado por unos segundos que a mí me parecen minutos enteros, la comezón sólo incrementa y las muñecas me lastiman por tratar de mover el hombro y creo que se negará de nuevo.

—Okay.— dice de repente.

Sonrío dentro de la tela provocando que mi labio se parta de tan seco y rígido que ha quedado y trato de lamerlo para aliviar el ardor, sin embargo, cuando siento no sólo mi sangre sino la que tengo seca dejo de hacerlo inmediatamente.
Siento como se acerca hasta mi y me enderezo levantando la cabeza para dejar que me quite la capucha.

—Te quitaré el amarre de los brazos, así podrás hacerlo por tu cuenta, pero si intentas algo, no dudaré en lastimarte.— dice muy cerca mio.

Asiento rápidamente, posicionandome de espaldas a él.
Siento como utiliza algo cortante para romper la cinta y mis manos quedan libres.

Me reacomodo y llevo las manos a mi cabeza:
—¿Puedo quitarla?— pregunto por la tela.

—Eh, sí. Como quieras.— titubea dándome su permiso y lo hago casi de inmediato sin pensarlo, pongo la tela entre mis piernas y rasco mi cara.

En Mi Oscuro Lugar- Parte 1//Camuflaje Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora