Capítulo 23// Sensible.

3 0 0
                                    

Una vez mi madre me dijo como buena mujer que se respeta:
#"Llévate un suéter".#

Bueno sí, pero también algo más:
"No siempre puedes estar completamente bien, y tienes permitido caerte, siempre y cuando al final vuelvas a levantarte. Nunca te quedes en el suelo y mejor lucha."

Lo dijo aquel día, después de comentarnos junto con mi padre que se separarían. Se la veía algo triste, y bueno, ¿porqué no lo estaría?, la persona con la que pensó pasar el resto de su vida ya no era suyo.

Pues estoy segura de que mi madre una mujer tan fuerte y sabia jamás a tenido que pelear físicamente con un tipo de dos metros de altura y panza inflada que golpea lo suficientemente fuerte como para dejarte aturdida de un sólo golpe.

Y aquí estoy yo, tirada en medio del campo de batalla, en el ring con un dolor punzante en mi ojo y el aire fuera de mis pulmones.

—¡Troca! ¡Troca! ¡Troca!— vitorean desde las gradas y para alardear un poco pone un pie encima mio levantando ambos brazos para seguir recibiendo los gritos de emoción y sorna.

—¡No te dejes pisotear Cachorro!— grita Cipriano queriendo tirarse desde los palcos.

Mi carita... Ay Dios, me duele mucho...

#Hay que partirle el culo a ese desgraciado.#

Suelto un gruñido y antes de hacerlo pagar me preparo con una bocanada de aire caliente, sonrío notando que está en lo suyo con la algarabía y hago un rápido movimiento para tener su pierna entre mis muslos, sostenerla con firmeza y volcarlo dando un giro con el cuerpo.
Queda aturdido tirado a un costado mío y me permito tomar eso como una ventaja arrastrándome hasta él para sujetarlo del cabello húmedo con su sudor para golpear su cabeza contra el suelo del ring, lo hago unas cuantas veces, las suficientes como para ver como sus párpados revolotean intentando mantenerse despierto, por lo que me detengo durante un instante en donde me pongo de pie y le tomo del cuero cabelludo para tener más soporte y poder arrastrarlo, llego a una de las esquinas del cuadrilátero con su cuerpo a rastras, me seco una gota de sudor que recorre mi sien porque me da un poco de comezón y con ayuda de una de las cuerdas para apoyarme lo pateo repetidas veces en el torso y rostro.

Creo tenerlo ganado hasta que de pronto parece volver en sí, y es cuestión de unos momentos me tira de lleno de un jalón, siento el hueso de mi hombro contracturado y sin poder quejarme siquiera, su peso me hace quedarme muda, aparte de que su puñetazo directo a mi mandíbula me saca un par de lágrimas. Con todo esto en mi contra justo ahora me armo de fuerza y le regreso el golpe con potencia sobre uno de sus ojos.

—¡Destrúyelo!— logro escuchar entre la multitud al desquiciado de Cipriano, llamándome con un maldito poseso.

—¡Mátala ya!— escucho a otro tipo, pero del lado contrario de las gradas. Troca sin dejar de verme asiente a esa petición y vuelve a golpear mi rostro.

—¡Cachorro, es una maldita orden!— ese hombre está realmente desquiciado..., Fuera de sí.

—¡Ahggggg!— grito impotente, y con la fuerza de mis piernas lo empujo unos metros lejos de mi.
Con dificultad tremebunda me pongo de pie y cogeo hasta él, no ha lastimado mis piernas, pero el cansancio es tal que siento que caeré en cualquier instante. Estando apenas cerca de él vuelvo a patear su cara sintiendo los dedos de mis pies punzar con cada atestada dada. Llegado un punto me parece que a quedado colapsado, sin embargo, el maldito cansancio de estar siento golpeada y la orden de Cipriano volando por mi cabeza me hacen saber que tengo que concluir esto ya.

Me detengo sólo un segundo para guardar otro poco de aire y con incomodidad en mi actuar pongo la suela del calzado sobre su grueso cuello comenzando a presionarlo de modo tosco.

En Mi Oscuro Lugar- Parte 1//Camuflaje Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora