Cuatro días después de la escena en el comedor todo volvió a ser relativamente normal, no he estado mucho tiempo fuera del calabozo, pero empiezo a ver cómo funciona este lugar y sus personas.
Todos los días hay personas que meten y sacan de los calabozos. Cubiertos por su propia sangre, moribundos y traumatizados; tal como yo hace poco más de una semana, sin embargo, noto como ninguno de estos individuos es parecido a mí, porque todos parecen demasiado asustados y no intentan ocultarlo: lloran, gritan, se arrastran, ruegan rezando en voz alta, clamando una salvación, un poco de piedad. En cambio yo no quería verme derrotada aunque así lo fuera, me defendí, no me dejé intimidar, quise huir, y aunque fallé hice algo que me mantendrá viva por un tiempo indefinido, tal vez ser el regalo del Jefe es lo que me permite respirar hasta el día de hoy, y ganarme su confianza es mi oportunidad para salir.
—¿Qué tanto piensas, niña?— Cristián se sienta entre Charlie y yo en el sillón que se ha convertido en mi lugar de descanso sacándome de mi estupor.
—No mucho— bueno, la verdad sí, pero eso no es lo primordial justo ahora—, dime, ¿los hematomas de mi espalda se ven mejor?— tal vez ellos puedan ayudarme a ver algo que yo no noto. Me inclino hacia delante y descubro mi espalda subiendo un poco la camiseta.
Yo creo que se ven mucho mejor, pero quizás necesito otra opinión.
—Ehh, yo...— carraspea y siento como se acerca un poco más—. Uhh, yo creo que... ¿sí?
#¿Eh?#
Bajo mi camisa y lo volteo a ver:
—La verdad no sé si eso fue una afirmación o una pregunta.— le digo para molestarlo.—Bueno, pues se ven como moretes, no sé si eso es bueno o malo. Ni siquiera deberías de tener...— se corta al instante y abre los ojos de más, como si no hubiese querido decir lo último—. Yo, bue..., lo que intento decir es que..., ¿Charlie?— tartamudea sin saber qué decir.
Charlie intenta esconder una sonrisa y habla solo para enmanciparse:
—Tú solito te metiste en esto.— se levanta y va hacia el refrigerador con calma sin decir más, ni voltearnos a ver o algo parecido.Frunzo el ceño mientras vuelvo la mirada a Cristián y espero a que se explique levantando las cejas como señal para que prosiga.
—Rayos.— vacila en un susurro demasiado alto—. Creo que se ven mejor que la primera vez que los ví... aquel día que tenías ese sujetador de encaje rosado. — ¿cómo dice? Entreabro la boca patidifusa ante tal dato innecesario, pero antes de ponerme a lanzar improperios lo sigo escuchando manteniéndome bajo control— Mierda sonó muy mal. No quiero decir que me fijé mucho en tus pechos, o en el brasier, yo solo... Argh. Será mejor que me vaya.— se levanta y camina hacia la puerta sin más explicaciones dejándome contrariada por su actitud burda—. Totalmente imbécil.— susurra para sí mismo y sale del cuarto con exasperación azotando ligeramente la puerta de material pesado.
—Eh..., ¿okay?— contesto confundida viendo por dónde se fue desconcertada y un poco perdida por todo el ambiente que creó—. Solo le pregunté por mi espalda.— expreso viendo a Charlie sosegada e incapaz de desmembrar cada parte de las palabras a medias que se juntaron en mi cabeza por la extraña actitud de ambos sujetos.
—No le hagas caso, solo lo sorprendiste un poco.— dice restándole importancia, como si fuera eso posible o real.
—¿Qué?
—Se puso nervioso.— retoba no queriendo decirlo distraído con una botella de agua apunto de tocar su boca.
—¿Por qué?— estoy completamente confundida. Cristián actuó demasiado extraño, no es como si nunca hubiese visto unos hematomas o, en su defecto, unos pechos.
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En Mi Oscuro Lugar- Parte 1//Camuflaje Entre Sombras
Teen FictionUn día normal: aburrido y sin ningún tipo de emoción como siempre, bueno, al menos eso es lo que pensaba que sería, sin embargo, de normal no tuvo nada. Todo inicio de un modo realmente rápido, sin darme apenas cuenta ya tenía un arma apuntando a mi...