Nuevos caminos

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El lugar era de ensueño, las luces blancas en pequeñas instalaciones iluminaban y le brindaban una belleza mística a las hojas de los árboles, parecía casi un bosque encantado. Simplemente precioso de observar.

Aún rodeada de esa belleza encantada me era imposible olvidar, evitar o ignorar la presencia de Naruto. Casi como un oso, silencioso y con el ceño fruncido, una mueca marcaba su rostro de vez en cuanto como si sus propios pensamientos le enfurecieran.

- Qué tal si mejor pedimos algo para llevar y te evito pasar por la tortura de estar a mi lado – A medida que nos acercábamos al lugar la belleza mágica que le rodeaba se hacía más realista pero no perdía la belleza.

- ¿Tortura? ¿Para ti o para mí? – Las preguntas de Naruto esta vez no me tomaron de sorpresa, su constante postura a la defensiva fue algo que aprendí a aceptar y manejar mientras trabajamos en el proyecto de publicidad.

- No me agrada que me uses para castigarte, solo por juzgarme precipitadamente. Te desagrada estar a mi lado – Mantuve la mirada al frente sin permitir que nuestra fría conversación mancillara la belleza del lugar.

- No es así – Lo miré. Creí que mi deducción era acertada – Tu presencia – Buscó las palabras - ...me altera. Me hace cosas extrañas, pero no me desagrada – Entonces me sonrió, era la primera sonrisa verdadera, sincera y sin segundas intenciones, una sonrisa real. Era una sonrisa hermosa.

- Creo que me pasa lo mismo – Accedí. Le devolví una sonrisa suave mientras tomábamos asiento en una de las mesas con vista a la cuidad embellecida por la noche.

- ¿Es normal que tu cara haga eso? – Su expresión era divertida y traviesa. Accedí seguirle el juego.

- ¿Qué cosa? – Le pregunté

- ¡Sigues haciéndolo! – hablaba con un dramatismo innecesario pero agradable – Hinata Otsutsuki está sonriendo – Afirmó demasiado feliz para algo tan sencillo.

- Aún no te lo habías ganado – Respondí superficial.

- Vaya. Así que todo lo que tenía que hacer era armar una rueda de presa y sacarte de allí en una Harley. – Dramatizó – Y yo que creí que eras una chica difícil – Se burló.

Ambos reímos. 

El hermoso y sencillo restaurante me gustaba más a cada minuto. Al lado de Naruto era sencillo olvidarse de todo. El pasado, el trabajo y las preocupaciones parecían lejanas y ajenas a mí. Estábamos lejos de todo eso y estábamos juntos y eso parecía ser lo único que importaba.

 Era sencillo olvidarme de los prejuicios y alertas por brindarle mi confianza cuando me sonreía de esa manera.

- ¿Por qué quieres saber eso? – Era una pregunta absurda.

- Se supone que nos estamos conociendo y si ya no piensas en atacarme con un gas pimienta me gustaría saber cosas de ti. Ser amigos – Explicó aun con una sonrisa en su rostro.

- Bien. No me gusta mi tono de piel – Él se río en mi cara - ¡Oye! Si lo miras detenidamente no es una locura. – El negó y continuó burlándose – No soy  morena, ni de piel canela ¡Parezco un fantasma! – El simplemente no podía parar – Oh vamos. ¡Ya! Es tu turno – Su risa era contagiosa.

- Bien, bien – Aún tenía réplicas de risa que luchaba por acallar. Se aclaró la garganta en un intento por retomar la compostura – Mis ojos – Dijo, yo parpadee confundida.

- Si como no – Bufé. Eso no tenía sentido.

- Voy a pagar y te llevo a tu apartamento – Al parecer logré hacerlo enfadar. 

De corazones y auditorias [Naruhina]Where stories live. Discover now