Capítulo 42: Campamento.

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–Haber, recapitulemos– Madison deja de lado su soda por volver a repetir lo sucedido de ayer– Bien, soñaste con Aiden y mi hermano al mismo tiempo, al despertar te diste cuenta que estabas delirando y estuviste a punto de marcarle a ambos por que "según tú es verdad" viste a Aiden en el cementerio y Josh no te a vuelto a buscar después de haberse ido con Eva. Por tercera vez, ¿a caso estás loca?

–Baja la voz– Siseo acercándome a ella– Y si, es exactamente lo qué pasó ayer. Hasta soñé que tenía muchas llamadas perdidas tuyas. ¿Alguna novedad?

–No– Junta sus manos formando un solo puño sobre la mesa– Pero no pude dormir pensando en lo del oso raro. ¿Sabes? Hay algo extraño ahí, no puedo creer que el chico nos asegurara que no era él.

–Lo se– Resoplo sintiéndome frustrada– Lo peor es que tampoco pudimos descubrir que era lo que hacía mi hermana ahí.

En parte entiendo que como cualquier persona, ella por equis razón quizo entrar a ver el lugar por dentro, pero algo en los más profundo de mi, sabía que había algo más, ella no actuaba como una persona normal al querer entrar, no, ella estaba tratando de que nadie la viera entrar a ese lugar, como si no quisiera que la siguieran.

En eso una bocina enorme provoca un agudo y doloroso ruido haciendo callar a todos en la cafetería o como le decimos Madison y yo: el lugar para chismear.

–Estimados alumnos y alumnas de todos grados– Se escucha una leve pausa y el director continúa– Por el momento, quiero comunicarles que habrá una importante junta de alumnos y docentes en el audiovisual en cinco minutos. Se tratará de un asunto importante, así que espero y asistan por que sus distintivos profesores harán el pase de lista. Sin más que decir por el momento, que tengan buen provecho.

Escucho bulla por parte de algunos mientras que otros solo vuelven a sus platicas. Cuando siento que ya no dirá nada más, se escucha otro agudo sonido haciéndonos tapar los oídos.

–Listo, Holga, ¿como se apaga esta cosa?– Todos en la cafetería empiezan a reír con fuerza– Tantos años y siempre olvido el botón. Uno nunca se acostumbra a las cosas.

Finaliza el comunicado y me levanto de la silla haciéndole señas a mi querida amiga Madison.

–¿Qué?– Deja su hamburguesa a medio bocado mirándome confundida.

–Vamos de una vez, luego se llenan los asientos y quiero ganar un buen lugar esta vez– Tomo mi agua mineral y coloco de manera correcta mi mochila en la espalda– Además, podremos llegar a tiempo para saber que es lo qué pasa.

Madison refunfuña pero asiente.

–¿Qué crees que sea?– Pregunto dándole una mordida a mi pequeña barra rellena de piña.

–Quien sabe– Se encoge de hombros escribiendo en su celular– Pueda que nos de un aviso de las cosas que están pasando ahorita. ¿Te enteraste del cuerpo que encontraron junto al río hace dos días?

Niego prestando atención.

–Leí en el periódico que le habían quitado las extremidades; los brazos, las piernas, incluso la cabeza– Hace una mueca disgustada– Se veía horrible. No entiendo como hay personas sin corazón para hacer esas calumnias.

Abro los ojos sorprendida.

–¿Acabas de decir que leíste el periódico?– Hago un pequeño gesto demasiado exagerado– ¿Y acabas de decir la palabra calumnia?

–¿Qué tiene eso de malo?– ¡Que barbaridad!

–¿Fue Gabriel quien te está llevando por el mal camino?– Frunzo el ceño entrando al audiovisual– ¿Por que?

¡La Gran Mentira!© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora