Capítulo 27: Hambre

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27-Hambre

**Starrk**

A veces siento como si mi vida hubiera sido soñada. Me veo bajo un intenso cielo azul, sintiendo como el viento azota mis mechones ondulados rozándome las mejillas y mis manos acarician los girasoles que me rodean en un campo extenso. A lo lejos siempre te veo, ausente, detenido, deslumbrante. Cuando tus ojos azules me miran, siento tu alegría, tu emoción y tus labios se curvan en una sonrisa que me ilumina por completo...

- "Escondo mis sueños dentro de mis ojos...hasta que mi contaminado corazón comienza a llorar" ...- aun inconsciente muevo mis labios para susurrar esas palabras con sonoridad emitidas por mi voz grave y somnolienta mientras mis ojos se abren lentamente. Observo el techo de vigas de madera de mi habitación, con varias telarañas colgando y los desconchados de las paredes al incorporarme de la cama que ya apesta por las sábanas roídas y sucias. Resoplo intensamente llevándome una mano a la cicatriz que parte por completo mi pecho, justo encima de este corazón que late intensamente como cada vez que sueño con él. Con esa persona tan especial en mis entrecortados recuerdos...

-¡¡Starrk!!! ¿¡estás despierto?? ¡Starrk!!- miro hacia la puerta de mi habitación que se abre para dejar paso a un niño de diez años aparentemente el cual salta sobre mi cama sonriéndome con malicia. Suspiro al ver sus despiertos ojos grises y cómo sus cortos mechones castaños caen sobre su frente tapándola levemente.

- ¿Vamos a salir hoy también? ¡¡quiero cazar muchos demonios!!-

-Prepara algo para desayunar y nos iremos después-

-¡¡Haaaai!!!!- veo como da tal salto de la cama hasta la puerta sorprendiéndome al ver cómo ha usado una de sus sombras para darse impulso e ir más deprisa.

-Shunsui- el pequeño me mira con ojos curiosos desde la puerta haciéndome suspirar. –Guarda tu poder para la lucha. No juguetees en vano-

-¡¡Vale!!!-

Vivir con un niño mestizo no es nada fácil a veces, pero es mejor que estar solo. Apenas recuerdo lo vivido antes de la gran guerra con los demonios, aunque conocí gente que me dijo quién era yo y lo que me había pasado, ya que lo primero que recordé al despertar después de la guerra, es que estaba en una cama de hospital con una cicatriz reciente en mi pecho. Me habían trasplantado un corazón porque yo había sido herido mortalmente y era un milagro que siguiera vivo, pero...pasó algo que nadie me quiso contar en realidad. Este corazón que me sigue permitiendo estar vivo, pertenecía a alguien que yo conocía. Alguien a quien yo amaba...

Cuando bajo a la destartalada cocina me encuentro una enorme sombra en el suelo con varias ratas encima chillando e intentando mover sus patas, lo cual les resulta imposible. Shunsui está al otro extremo de la cocina, arrodillado en el suelo manejando la sombra para que las ratas terminen por rendirse y morir. Me froto las sienes intensamente gruñendo y alzo un poco mi voz para reprenderle.

- ¿No te he dicho que no usaras tu poder? -

-Es que solo he encontrado ratas para desayunar. No hay nada más comestible en esta cocina asquerosa- cuando miro hacia el horno lleno de polvo, por un momento veo la silueta de un hombre moreno de ojos azules grisáceos, vestido con ropas de criado y un delantal preparando la comida. Me restriego los ojos y cuando vuelvo a mirar en la misma dirección, no hay nadie ahí, pero no tengo duda de que hace no mucho tiempo, él estaba aquí. La persona que no deja de aparecer en mi mente y del que solo recuerdo asociando un nombre: Soujun....

-Mátalas, me está dando mucho asco. - busco en uno de los cajones de la encimera algo comestible encontrándome una cebolla bastante magullada pero comible aún. Shunsui me pone un gesto de asco al verla y veo cómo babea mirando una de las ratas agonizantes que queda viva sobra la sombra negra haciéndome negar la cabeza.

"Carne débil"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora