22-Errado
--Varios años atrás...--
**Byakuya**
Desde niño, tuve clara la meta que querría alcanzar cuando fuera adulto. Ser samurái. Mi máximo referente en mi infancia era mi padre, Kuchiki Ginrei, el hombre que había hecho prosperar nuestro clan gracias a sus conquistas, su carisma y orgullo. Mi padre no solo tenía fama de gran samurái, sino por su extremada belleza, algo que yo había heredado directamente y de lo cual me sentía orgulloso.
Aunque amaba a mi padre más que a nada, reconozco que no era un hombre muy dado a mostrar sus sentimientos ni su cariño. Me educó como si fuera mi maestro más que mi padre y su actitud férrea y algo dura conmigo me hizo crecer sin debilidad, reforzando mis talentos y ocultando mis fallos. En el fondo agradecí ese tipo de crianza, no solo porque era lo que se llevaba en esa época, sino porque me sirvió de gran ayuda al alcanzar la madurez.
Pero, todo se torció al poco de cumplir los diez años, cuando mi padre solo tenía veinticinco años y ya había sido proclamado daimyo de la ciudad. Estábamos viviendo unos años relativos de paz hasta que una noche, una horda de demonios nos sorprendió mientras dormíamos y asaltaron el clan sin previo aviso. Mi padre reaccionó rápidamente para sacarme de la cama y esconderme en un armario mientras yo veía con horror sus ojos azules grisáceos totalmente desorbitados y sus dientes mordiéndose el labio inferior con rabia.
-No se te ocurra salir de aquí ¿me oyes Byakuya? pase lo que pase, veas lo que veas ¡ni siquiera respires! -
Obedecí aterrado su orden y a través de un agujero del armario, pude ver como mi padre desenvainaba su katana para hacer frente a todos los demonios que iban entrando en mi habitación. Vi cómo cortaba brazos, cabezas y la sangre salía a chorros entre los gritos agonizantes de los demonios. Mi padre estaba totalmente cubierto de sangre y jadeaba por el esfuerzo al tener que ir defendiéndose y a la vez matar un demonio tras otro sin tregua. Eran miles...como un batallón y llegó a un punto en que mi padre quedó tan agotado que bajó la guardia, lo cual hizo que los demonios le engancharan de piernas y brazos tirándole al suelo para inmovilizarle. Yo me cubrí la boca con ambas manos viendo cómo en la habitación entraba un demonio con rostro humano y sus ojos grises clavados en mi padre. Ni siquiera se lo pensó cuando arrancó las ropas de mi progenitor dejándole totalmente desnudo y se echó sobre él para forzarlo. La simple visión de la violación de mi padre, hizo que me orinara encima. Esa bestia empezó a penetrarlo con saña por ese lugar tan sucio como tabú para nosotros mientras mi padre gritaba embravecido sin poder soltarse del amarre de los otros demonios que disfrutaban del espectáculo.
-¡¡Agh!! ¡no!!! ¡malditos!!! Agh!!! ¡aaaaah!!!! ¡prefiero morir!!!! ¡matadme!!! ¡no, noooo!!!!! ¡¡aaaaaaahhhh!!!!!-
Pude ver cómo los ojos lacrimosos de mi padre miraban hacia el armario, desde el cual yo le estaba mirando entre sollozos contenidos, sintiéndome morir de terror. Si esos demonios me encontraban me harían lo mismo y seguramente terminarían matándome. El demonio líder siguió violando a mi padre hasta que por fin le soltó tras varias horas y le dejó tirado en el suelo encima de un charco de sangre.
-Padre...¡¡padre!!!!- cuando salí del armario al amanecer, totalmente entumecido por mi encierro, lo primero que hice fue echarme sobre el cuerpo de mi padre que, pese a que aún respiraba, sus ojos estaban totalmente idos sin mirar a ningún punto fijo.
-¡¡Kuchiki-sama!!!- cuando vinieron los refuerzos de otro clan, me apartaron de mi padre de inmediato para atenderle. Me llevaron a otro clan en el que estuve un par de días intentando recuperarme de la impresión y más tarde terminé siendo trasladado de la ciudad a otra más lejana para asegurar mi protección. Viví durante tres años bajo la tutela de unos conocidos de mi padre en su casa y casi a punto de cumplir los catorce años, mi padre regresó a por mí. O algo de lo poco que quedaba del padre que había conocido.
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"Carne débil"
FanficMe perteneces. Tu piel, tus músculos, tus huesos, tu alma y hasta tu corazón. No hay discusión posible, la lealtad es tu único principio, el deseo tu única voluntad y el placer tu única salvación... Porque esas son mis reglas. Porque este es mi reto...