Capítulo 35.

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  Emery.
  Dejo el móvil encima de la mesa. Suspiro pesadamente, no quiero se tan dura con mi hermano, pero pienso que es necesario un golpe de realidad, que sepa que su familia está sufriendo lo mismo que él por lo de Mery, pero que no debe estar siempre en el hospital, por mucho que ame a su novia.
Decido poner el teléfono en silencio, de modo que bajo el botón que hay en el iPhone para silenciarlo y sigo trabajando. Hay mucho papeleo, muchas cosas que redactar y un montón de papeles que firmar.
  Firmas aquí, sellos allí, llamadas importantes internacionales, cuentas (el contable de la empresa está de baja de paternidad y su trabajo me lo asignaron a mí temporalmente), llevar papeles a la oficina del jefe, fotocopiar impresos... en fin, de todo un poco.
  Miro el reloj, las 2 y cuarto. Me levanto de la silla, cojo mi teléfono, lo guardo en el bolso, le digo a mi supervisora que es el turno de mi comida y que vuelvo en una hora. Ella asiente dirigiéndome una sonrisa, en mi opinión sincera. Cruzo hasta el restaurante de la esquina, donde busco un sitio libre entre tanta gente. La chica que se encarga de llevar a la gente a las mesas me ve y en seguida me guía a una mesa vacía sin apenas mirar unos segundos el recinto del restaurante.
  Chica rápida.-pensé.
  Me siento en la silla y rápidamente me da la carta, donde hay mucha comida. Me pregunta si quiero algo de beber, y le pido educadamente una copa de vino tinto. En circunstancias normales pediría una Coca-Cola pero esta vez me apeteció algo de vino.
  Asiente con la cabeza y se va, dejándome unos minutos para decidir la comida que me gustaría degustar. Miro la carta y los precios. No está nada mal de precio con toda la decoración moderna y cara que hay.
  Solomillo, ensaladas, chuletones, patatas asadas con el acompañamiento que desees, pescado del día (el que tienen normalmente diariamente en el restaurante), hamburguesas, sopas, tartar... en fin, muchísima comida en una carta. Pero veo que el menú con primero, segundo, postre, bebida y café cuesta 15 dólares.
  Levanto la mano para que la camarera o el camarero me vean y se acerca la misma chica de antes a completar mi pedido.
  -¿Qué desea señorita?-me dice con una sonrisa.
  -Pues el menú, ¿qué alimentos lleva?-digo, en la carta no especifica exactamente qué sirven en los menús.
  -De primero hoy tenemos sopa jardinera, sopa de ternera, sopa de pollo y noddles, de segundo tenemos solomillo a la pimienta, chuletón a la brasa con guarnición de patatas fritas los dos últimos que le dije; y el pescado del día, que hoy es atún a la plancha con guarnición de patata hervida o ensalada, es a elegir; de postre es crema catalana o tarta de chocolate, a elegir también, y el café se puede cambiar por un tipo de batido que nos traen desde España.
  Sonrío abiertamente, rezando para que no se Puleva. Tengo la osadía de preguntar:
  -¿Es Puleva?-le digo.
  -No, la marca del batido es Cacaolat.
  Estoy segura que he soltado un grito de emoción inconscientemente, porque la camarera me mira con una sonrisa de emoción.
  -Bien, me he decantado por los noddles, el chuletón a la brasa muy poco hecho con las patatas fritas, la crema catalana y un Cacaolat, por favor.
  Lo apunta todo en su libreta, me comunica que ahora trae la copa de vino y el primer plato, yo asiento con la cabeza y abro el bolso. Saco el teléfono pero no encuentro la cartera por ningún lado.
  Llamo enseguida a Lucy, mi supervisora. Ella tiene que traerme la cartera.
  -Lucy, perdona por la interrupción, se que estarás ocupada.
  -¿Qué pasa señorita Scott?
  -Me he dejado la cartera y me pregunto si puedes traérmela al restaurante de la esquina.
  -Sí por supuesto, ¿dónde está?
  -El restaurante está en la esquina de la empresa.
  -No mujer, la cartera.
  -Ah, está en el cajón del escritorio, el cajón de la llavecita, pero la llave está dentro del archivador de cajones junto las llaves de mi casa.-escucho como se abre el archivador y el tintineo de las llaves.
  -Ya encontré la cartera, te dejo las llaves en su sitio. Te veo ahora señorita Scott.
  -Por favor, llámame Emery. Y gracias Lucy.
  -De nada Emery, un placer.
  Me alegro de tener esta supervisora, me ayuda, me resuelve las dudas y es simpática conmigo. Desde el primer momento se ganó mi corazón, se ofreció a enseñarme todo el edificio y me ayudó en todo lo necesario.
  La veo aparecer por la puerta y se acerca a mi con mi cartera en mano. Me la deja encima de la mesa y se va sin darme tiempo siquiera poder darle las gracias como es debido.
  Levanto las cejas extrañada y las bajo en seguida de nuevo. La camarera me trae en la bandeja mi copa de vino tinto y mis noddles. Cojo el tenedor después de darle las gracias y me llevo un poco a la boca para probarlos. Y resulta que están deliciosos, con su punto justo de sal y albahaca.
  Los como rápidamente, tengo mucha hambre y para colmo es lo más bueno que he probado nunca. Nada más acabar, un camarero retira mi plato y la camarera me sirve el plato de chuletón. Me llevo una patata frita a la boca y es delicia para mis papilas gustativas. Tenía un toque especial de alguna especia que no supe reconocer. Corto con el cuchillo un pequeño trozo de chuletón y compruebo que está poco hecho, saliendo jugo del interior, y me lo llevo a la boca. Parecía mantequilla de lo blando que está, y sabe muy bien a pimienta y ajo, con cierto aroma a limón.
  Esta vez, me tomo el segundo más lentamente, pero por no tener hambre sino porque quería saborear el gran sabor que contiene la carne y las patatas.
  Tomo un sorbo de vino hasta que me acabo la copa y el camarero retira mi plato y mi copa. La camarera llega en seguida con un cuenco de barro el cual contiene la crema catalana y un vaso alto con Cacaolat. En seguida se me hace la boca agua.
  Cojo la cuchara y degusto la crema catalana. Es la mejor que he comido en mi vida, no tengo palabras para describirlo. Me bebo el vaso de Cacaolat en un segundo, y me acerco a la barra donde está la Barwoman (digámoslo así, porque es una chica) y le pido la cuenta. En seguida viene la camarera y le indica lo que he consumido.
  Le doy los 15 dólares en cuento me los pidió educadamente y le dejé 10 más de propina por el buen servicio dado.
  Salgo por la puerta del restaurante y llamo a Harry.
  -Hola mi amor. ¿Qué tal Emery, qué tal tu primer día de trabajo?
  -Hola mi vida. Estoy bien, y mi primer día de trabajo está siendo magnífico, pero el restaurante al que he ido a comer es lo mejor del mundo. Se ha pasado ya mi hora de comer y voy a entrar ya de muevo a la oficina. ¿Qué tal tu día?
  -Está yendo a las mil maravillas, mi madre hoy no está en la empresa y me ha dejado a mi encargado de sus cosas en lo que vuelve, y me di cuenta que hace pocas cosas, acabo de regresar de comer también.
  -Te amo, hablamos más tarde cariño tengo que entrar.
  -Te amo, hablamos en casa.

¿Qué pasó con los hijos de Hessa? #wattys2019 #OmegaAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora