Capítulo 42.

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  Auden.
Toco al timbre de la casa de mis padres, esa gran mansión donde he vivido hasta mis 18 años de vida. Dios parece que fue ayer cuando me mudé a la habitación del campus en la universidad, pero en realidad fue hace unos pocos meses. Dos para ser exactos, tendré que pedir también que me cambien de habitación ya que no será muy cómodo residir en la misma habitación.
Me abre mi padre, con sus gafas de lectura puestas y el pelo revuelto, la camiseta arrugada y los pantalones de chándal mal puestos. Pasa mi madre por la puerta atusándose el pelo en un moño alto y equipándose bien el delantal. Uy, en qué mal momento los pillé, que asco. Mi padre me deja pasar a la gran casa y voy directamente a darle un beso en la mejilla a mamá. Me sorprende cada día más, con casi 50 años, Theresa Young, alias mamá, se conserva perfectamente, sin arrugas en su rostro y sin cañas en su cabello. Hardin Scott, mejor dicho papá, tiene pocas canas repartidas a los laterales de su pelo, pero aparenta aún esa fachada de chico malo por sus tattoos y su manera de vestir.
  Me siento en la silla que hay en la isla de la cocina y mi padre en seguida se sienta a mi lado, mamá pone los platos encima de esta y se sienta hacia el lado opuesto donde nosotros estamos sentados. Papá ya se había encargado de poner los cubiertos, el servilletero, los vasos y los refrescos de cola que siempre bebemos.
  Obra favorita de papá que mamá aprendió a cocinar con el tiempo: Pasta a la Florentina. Está deliciosa, mamá le dio su pequeño toque personal, pero cuando la cocina papá también la prepara exquisita.
  Comemos en silencio, pero este silencio dura unos pocos minutos. Mamá no podía resistirse a hacerme las preguntas que ella considera oportunas.
  -¿Nos vas a contar de una vez lo que ha pasado?-pregunta mamá mirándome fijamente y poniendo un mechón rebelde de su cabello detrás de su oreja, abriendo los ojos con desesperación para que adelante la respuesta rápidamente.
A pesar de que yo ya le he contado como me siento, seguro que no sé lo ha contado a mi padre, por lo que es mi deber contarle lo que ha pasado. Suspiro y empiezo mi relato:
-Bueno, veremos. Todo empezó con el alta en el hospital. Mery no quería que me separara de ella, que siempre estuviese a su lado apoyándola. Y la entendí, porque nadie quiere estar en su misma situación, un disparo y una pérdida totalitaria de visión no son fáciles de asumir rápidamente.
»Hubo un momento el cual me dijo que no fuese a las clases, que no me fuera de la habitación, que dejase el teléfono, que la comprendiera, que si la ayudara a escapar... pero no le quise hacer caso.
»Me di cuenta en seguida que así podría acabar por todo lo que he luchado estos años, justo cuando me empezaban a ir bien las cosas, que esto pasara no es fácil. Nuestra pelea no fue a gritos, más bien fue algo bastante tranquilo. Ella se cansó de mi, yo me cansé de que mi lucha estuviera siendo en vano, y que debía de seguir con mi vida. No derrumbarme. La amo, pero necesitamos un tiempo cada uno sin la compañía del otro. Mañana pediré todos los papeles necesarios, pediré traslado de habitación y todo eso.
  »A veces tengo la ligera sensación de que algo pasa con ella, que no me quiere o relacionado, pero luego descarto esa idea y me centro en mis propios problemas.
  -¿Pero por qué te dijo que no hicieras todo eso?
  -Pues no sé. Todo vino en ese mismo instante, seguido, no fue en varios días ni nada parecido.
  Flashback:
  Mery y yo estamos compartiendo recuerdos, estamos sentados en su cama de hospital abrazados como dos locos enamorados. Debemos reírnos más a menudo y no siempre llorar, debemos ser más felices... pero debo marcharme en este preciso instante a clases.
  -Mi amor, debo marcharme a un examen muy importante a la universidad, no puedo no asistir.
  -No te vayas mi amor, quédate conmigo.
  -Sabes que me encantaría quedarme, pero debo hacer exámenes. En serio, cuando termine vuelvo para estar contigo de nuevo. Te lo juro... voy a llamar por teléfono un momento a alguien.
  Saqué el teléfono para llamar a su madre, y viniera en seguida para cuidar de ella, en lo que hacía ese examen y después volver, no estaría sola.
  -Deja ese puto móvil. No me da la gana que llames a nadie, si te vas te vas y punto, dejándome sola. Allá tú con tu conciencia.
  -No pienso dejarte sola, iba a llamar a tu madre para que viniera unas horas, lo que iba a tardar. Tienes que entender que debo mirar también por mi futuro.
  -¿Nuestro futuro juntos no cuenta para nada?-dice ella derrumbándome por dentro.
  -Por supuesto que cuenta, pero si no labramos nuestro futuro por separado primero no podremos hacerlo más tarde juntos, es como un efecto mariposa.
  Llamo a su madre y salgo por la puerta mientras hace la llamada.
  -¡Cómo se te ocurra salir por esa puerta te juro que no vas a volver a pisar este puto hospital! ¡Pretende entender que estoy ciega y eso nada lo va a cambiar!-me dice sollozando, pero hago oídos sordos y le cuento a su madre que debo hacer un examen, que rápidamente me dice que va a venir.-¡Ayúdame a escapar de aquí, no quiero estar donde no se me quiere!
  -¡No te tienen que querer, te tienen que curar!-le digo y me voy al coche corriendo antes de que me frene, pocos minutos después la madre se acerca a la entrada y yo me voy.
  Fin del Flashback.

¿Qué pasó con los hijos de Hessa? #wattys2019 #OmegaAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora