Recostado sobre la barra, no totalmente ebrio pero bastante pasado de copas. Patético. No es la primera vez, tampoco la ultima; sonrió ante la idea. Casi todas las noches era lo mismo: tomar, fumar, irse con la primera que se le cruzara y despertar sintiéndose peor que cuando había llegado en la noche. No era su culpa, por supuesto que no, sino tuviera que soportarlo, a él y a su horrenda noviecita, seguramente no tomaría.
Ni siquiera hizo el intento de levantarse cuando sintió alguien detrás de él, sabia perfectamente quien era ¿para qué mirar? Para que seguir haciéndose daño, lo amaba ¿y qué? Eso no cambiaba nada ¿decírselo? Claro, lo había pensando varias veces, muchas en realidad pero no serviría de nada, él tenía a su novia; todo lo demás no tenía importancia.
—Estás ebrio —le dijo preocupado. Ojalá no se preocupara por él, ojalá solo lo dejara ahí tirado y nada mas; eran ese tipo de comportamientos lo que lo hacían sentirse incapaz de olvidarlo—. Ven, te llevo a casa —le tendió una mano, él la ignoro.
—Vete Aoi, no creo que a tu novia le parezca que me lleves y la dejes aquí —le contestó sin voltear a verlo. Cerró más los ojos.
—Ya le dije, no tiene ningún problema en esperarme, vamos —siguió con la mano extendida pacientemente—. Vamos Uruha no te voy a dejar aquí —lo empujó ligeramente.
Uruha se levantó tambaleándose, tomó mas esfuerzo del que pensó, sin mirar a Aoi caminó directo a la salida, sabia que el pelinegro lo seguía. Efectivamente, Aoi lo seguía, preocupado por su actitud e incluso enojado.
Uruha siempre se comportaba de esa manera, salía a tomar y a meterse con cualquiera; eso le dolía, mirar mientras hacia todas esas cosas. Sin embargo no era que pudiera quejarse o decirle algo, ellos dos no eran nada. Amigos, y los amigos están para apoyar y ayudar, no para juzgar o reclamar ¿verdad?
¿Cómo podía decirle que dejara de comportarse así? Que lo lastimaba cada vez que lo veía salir con una tipa de algún bar. Seria hipócrita de su parte, después de todo él mismo tenía novia y estabas más que seguro que ella era la causa del comportamiento de Uruha.
Tantos años de conocerlo, de intercambiar miradas inofensivas que los dos sabían perfectamente su significado; años increíbles de compartir su amor por ese instrumento tan perfecto, donde mas de una vez las cuerdas habían hablado por ellos. Esas palabras que ninguno se ha atrevido a pronunciar, porque Aoi lo sabía, sabía de los sentimientos de Uruha; eran los mismos que él sentía.
Miedo, orgullo, cobardía, negación; cualquiera que fuese la razón no importaba, pues era suficiente para que ninguno de los dos hubiera pronunciado palabra jamás y ahora ya era tarde ¿verdad?
Uruha caminó pero no hacia el estacionamiento, caminó por la calle ignorando al pelinegro. Hacia frío, era de madrugada y ninguno de los dos traía puesto ni una chamarra. Caminaba sin mirar atrás con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, ni siquiera entendía porque estaba tan molesto. Bueno, le molestaba que Aoi se preocupara por él y se molestaba aun más cuando al parecer él mismo era incapaz de negarse a lo que el pelinegro le dijera.
El carácter de Aoi no era de los mejores y definitivamente Uruha hacia que sobrepasara sus límites, intentó ser paciente, pero estarlo persiguiendo como idiota por la calle no era precisamente tranquilizante.
—¿Podrías esperarte? —le dijo harto jalándolo por un brazo haciendo que el castaño se girara violentamente hacia él—. Te dije que te llevaría, no que te iría siguiendo como tarado —Uruha no contestó, ni siquiera lo miraba a los ojos, lo que hizo que se sintiera aun mas molesto—. ¿Qué te pasa? —se acercó buscando su mirada y sin soltar su brazo.
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Orgullo, miedo y negación [the GazettE fanfic]
RomanceEmpezar de nuevo no es fácil. Aunque tu compañero de banda esté ahí por ti, siempre tendrás miedo que lo malo se repita. Uruha confía en Aoi pero no es capaz de dejar ir sus miedos. Aoi es demasiado orgulloso para seguir detrás de Uruha.