Capítulo 4

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Uruha  empujó a Aoi con toda la fuerza que sus brazos permitieron. 

—¿Te volviste loco? No te atrevas a tocarme —le dijo con todo el supuesto odio que pudo. Lo único que le faltaba, que Aoi se sintiera con derechos sobre él.

Aoi sonrió descaradamente.

 —Si es lo que quieres, ¿Por qué te resistes ahora? —Se quitó la camisa negra sin ningún pudor y la aventó al piso—. Ven, y te daré lo que necesitas —lo miró lascivamente.

—Te volviste loco —Uruha peleaba contra si mismo para no ver el torso de Aoi. Luchó por mantener la mirada con el pelinegro y no delinear el contorno de tan hermoso cuerpo que tenía delante—. Ya evitaste que me acostara con Tora, ya debes estar feliz, ahora lárgate —se giró con la intención de ir a su habitación.

El pelinegro no se quedó quieto y azotó a Uruha contra la pared, quedando detrás del castaño. 

—Vamos Uru, sabes que seré mil veces mejor que cualquiera con los que has estado. No quieras hacerte el muy santo ahorita —con las manos movió las caderas del castaño contra su miembro.

Uruha no se movió, se quedó congelado al sentir la hombría de Aoi restregarse contra él, mordió su labio inferior lo mas fuerte que pudo para no gemir; se sentía muy bien. Sin cuidado le quitó la camisa al castaño, rompiendo algunos botones en el proceso, lo giró para que quedaran de frente; donde hizo que sus miembros se frotaran y sin querer Uruha gimió. 

—¿Lo ves? Solo déjate llevar y muéstrame lo mucho que te excito  —bajó la mano directo al miembro de Uruha y lo acarició sobre el pantalón.

El guitarrista luchaba por no responder a las caricias que le proporcionaba el pelinegro, pero su cuerpo reaccionaba solo. Era obvio, Aoi lo llevaba más allá de los limites conocidos, no podría contenerse mucho. Aoi atacó su cuello, besando, lamiendo, mordiendo y dejando marcas. 

—¿Te gusta que te haga esto verdad?  —Apretó el miembro de Uruha, quien solo se dejaba hacer—. Dime que te gusta —le susurró al oído mientras deshacía el botón del pantalón del castaño. Uruha solo atinó a gemir discretamente y el pelinegro sonrió.

—Aooii...—alcanzó a pronunciar el castaño cuando el otro lo dejó sin pantalón y sin boxer; y ahora lo masturbaba con ahínco.

—¿Ya ves? Te dije que seria bueno y apenas esta comenzando  —le contestó al momento que mordía el lóbulo de su oreja—. Al final vas a estar rogando por mas.

Mas, mas, sí quería mas. Solo con estarlo tocando Uruha se sentía mareado, no podía pensar en otra cosa que no fuese el placer que su compañero de guitarra le estaba proporcionando; todas aquellas palabras que pronunciaba solo lograban excitarlo más y se odiaba, se odiaba por no poder evitarlo, por estarlo disfrutando.

—Eres una pequeña puta fácil Uru —pronunció Aoi descaradamente.

Esa frase fue suficiente para darle dos segundos de lucidez al castaño.

—Aoi, ¡DETENTE!....

-x-


Se revolvió en las cobijas, sintiendo un pequeño dolor en su parte baja. Sonrió por el recuerdo de la noche anterior, solo eso bastaba para que estuviera dispuesto a soportarlo; abrió los ojos lentamente para no lastimarse por la luz.

Cuando los abrió por completo lo primero que vio fue el rostro de su amante, sonrió aun más. Se le veía tan calmado, como si no fuese capaz de dañar ni a una mosca; su respiración tranquila y su boca ligeramente abierta por el profundo sueño. Quien imaginaria que al despertar ese hombre era un total bruto.

Orgullo, miedo y negación [the GazettE fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora