Capítulo 7

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Se sentó sobre sus piernas sin romper el beso, Aoi de inmediato le rodeó la cintura haciendo que se acercara aun más. El beso delicado se fue transformando en un beso apasionado y desesperado, solo se separaron por la necesidad de aire, momento en el que Aoi aprovechó para besar con deseo el cuello del castaño, robándole pequeños gemidos.

Uruha echó la cabeza hacia atrás para hacerle la tarea mas fácil al otro, no estaba pensando, solo sentía. No importaba, las manos del pelinegro quitándole la camisa hacían que se le olvidara cualquier problema, cualquier cosa. Sintió la lengua de Aoi en su pecho, recorriéndolo, besándolo, llegó hasta su pezón derecho; el cual succionó delicadamente. Uruha sonrió emitiendo un gemido apenas audible.

Por su parte el pelinegro estaba en su propio mundo, sin poder creer que la piel blanquecina de su castaño estuviera a su merced, obviamente no seria una oportunidad que desperdiciaría. Recorrió la espalda de Uruha con las palmas de las manos, subiendo y bajando, apenas rozando; acto que lograba que el otro se retorciera bajo su tacto. Se besaron de nuevo, luchando por el poder con la lengua, batalla que Aoi iba ganando. Uruha lo dejaba ganar, estaba seguro; aprovechó para bajar las manos de la espalda hacia el bien formado trasero del guitarrista. Lo apretó con fuerza y haciendo suficiente esfuerzo, se levantó cargando al castaño, quien de inmediato rodeó con sus piernas la cintura del pelinegro.

Aoi recostó a Uruha en el piso, no se separaron ni un momento del beso. Lo hicieron hasta que Aoi volvió a hacer su labor con el cuello del castaño. Uruha no se quedó atrás y con mas fuerza de la necesaria le sacó la playera a su amado pelinegro, la verdad es que estaba desesperado, desesperado por sentir su piel junto con la suya. Un tacto ansiado desde hacia tanto tiempo.

—Alguien está deseoso  —dijo el pelinegro mirando con lascivia a Uruha, quien estaba sonrojado.

Uruha sonrió aun mas. 

—Tu también lo estás —alzó la cadera unos centímetros, haciendo que su entrepierna se rozara con la de Aoi, provocando que gimiera sin querer.

El pelinegro se lamió el labio inferior, solo con imaginar lo que seguía su miembro despertaba aun mas. Dirigió sin vergüenza la mano al cierre del pantalón de Uruha, desabrochó el botón y justo cuando iba a bajar la prenda su celular empezó a sonar.

Uruha rió. 

—Algo te vibra —dijo divertido.

Aoi giró los ojos. 

—Que se esperen, hay cosas mas importantes —sacó el celular de la bolsa de su pantalón y lo aventó a un lado—. ¿En que estaba? —Comenzó a bajar el pantalón del castaño, dejándolo en boxers—. Uru, mira nada mas como estás —sonrió complacido al ver la erección de su compañero.

—Así me pones...ahh —no terminó la oración pues Aoi ya estaba besándolo en el abdomen, acariciándole las piernas, los muslos, sin llegar a ese lugar que se moría por se tocado—. Aoi...— volvió a levantar la cadera, pero el otro lo ignoró.

Disfrutaría cada parte del cuerpo de Uruha y nada se lo impediría; nada excepto su celular que no dejaba de sonar. Estaba a punto de levantarse a apagarlo cuando el celular del castaño comenzó a llamar también.

Uruha chasqueó la lengua. 

—Debe ser importante si nos están llamando a los dos —se levantó ligeramente apoyándose con los codos.

El pelinegro se levantó de mala gana y tomó su teléfono más que molesto. Vio la pantalla para revisar el numero y resopló al ver de quien se trataba. 

—¿Qué carajo quieres? —le contestó a Kai de mala gana, logrando que Uruha soltara una risita.

Por su parte Uruha contestó su teléfono. 

Orgullo, miedo y negación [the GazettE fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora