Capítulo 8

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Alexander no sabía por qué había terminado persiguiendo a Alisha y tampoco sabía por qué le había dicho lo que le había dicho. Tal vez había sido un impulso, una acción que no había pensado muy bien, últimamente los impulsos parecían dominarlo, porque desde un principio haberse acercado a Alisha había sido un impulso, una acción que no se había detenido a analizar, lo cual era algo que había estado intentado mejorar. Normalmente no se dejaba llevar por los impulsos, ni mucho menos por la curiosidad, pero el día en que apareció Alisha por la puerta del salón estas dos cosas lo dominaron. La vio y no pudo evitar desear hablarle, y no pudo evitar que la curiosidad le ganara, como ahora, le ganó la curiosidad de saber por qué la chica había salido corriendo de esa manera del instituto y de todos modos estaba un poco preocupado por ella, después de haber cortado a Olivia no había reaccionado bien.

Al estar allí con ella le molestó la pregunta que había hecho ella respecto a él y a Olivia, eso era una parte de él que quería olvidar, en esa época había estado desesperado por saber si la pelirroja era una máquina o no, no pretendía hacerle daño, era lo que menos había querido, si es que a las máquina se les podía hacer daño emocionalmente...

"Idiota" Se dijo, ¿Por qué insistía tanto en saber si Olivia era una máquina? Sus actos por saberlo solo estaban lastimándolos, a ella y a él mismo, incluso involucrar a Alisha podría hacerle daño.

Tal vez él insistía, e insistiría, porque era la única esperanza que tenía para aferrarse, que Olivia fuera una máquina, así los actos que él estaba planeando hacer para un futuro no la lastimarían y sería más fácil cometerlos, pero, si la había lastimado un estúpido rumor, ¿no la lastimaría que él destruyera a su madre?

Pero de todos modos la madre de Olivia tenía que pagar, por lo que les estaba haciendo a los ciudadanos, por no dejarlos ser feliz, por haber destruido todos los árboles y que nada más quedara un tronco escaso de hojas, por dejar que los habitantes reemplazaran sus mascotas por máquinas que ayudaban a su hogar y, sobre todo, por haber plantado la ignorancia en cada una de las personas. Tenía que llegar hasta la presidente, porque ella era la única que lo podía ayudar, y cuando lo hiciera la destruiría, porque de alguna u otra forma tenía que salvar la ciudad.

Todo el tiempo que había analizado a Olivia había llegado a una conclusión, o era una máquina, o era una auténtica humana, pero algo era cierto, ella no era como los demás, no era una persona idiota e ingenua que actuaba por sus propias necesidades, él había tenido la oportunidad de conocerla, ella era capaz de expresarse, pero tampoco era como los demás robots, entonces ¿qué era ella? Porque aunque, como ya había concluido, podía expresarse, siempre había algo que la detenía, algo que le impedía ser del todo ella misma, como si escondiera un secreto que no podía ser revelado. Alisha era quien le había ayudado a estar seguro de que no era un robot, porque los robots no pueden sangrar, o al menos ese era el único argumento que tenían hasta el momento.

"¿Qué eres, Olivia?"

La curiosidad lo estaba matando, ya no soportaba ni un día más en aquella ciudad, pero no podía hacer nada, él sabía por qué era el único despierto pero ¿Y la chica? Porque esa era la nueva pregunta que surgía en su mente, "¿por qué está despierta Alisha? ¿Por qué ella parece ser como yo?" Era algo extraño, nunca había conocido a una persona que estuviese despierta, totalmente despierta, ella parecía darse cuenta de todo lo que él había notado al principio: que no había árboles, que por donde quiera que vayas siempre van a haber un montón de robots, que la gente no parece notar la contaminación y mucho menos el gran calor que hacía todos los días, y lo que le resultaba un poco gracioso: que a ella le hubiera desagradado el perro mecánico la primera vez que lo vio, este último aspecto no solo la hacía diferente a todos los ciudadanos sino diferente a él; cuando Alexander descubrió el perro mecánico de aquella habitación le resulto un poco extraño, pero no molesto, incluso le parecía algo interesante, pero a ella no, a ella le desagradaba y a los demás ciudadanos simplemente les parecía de lo más normal.

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