26 de septiembre de 2008
Viernes al fin. Toda esta semana ha sido una verdadera tortura. Entre mi vida usual en el instituto, las burlas y comentarios de Pérez, la ausencia de mis padres en casa y el dolor de culo que es Elaine, estoy agradecido porque esta semana ya esté llegando a su fin. Aunque sé que la próxima será igual.
Sin embargo, algo de hoy me tiene de buen humor, por un par de razones: saqué la más alta calificación en mi examen de química, nos mandaron a casa más temprano porque algún bromista tuvo la brillante idea de tapar los tres baños de hombres y la peste era insoportable, y esta noche veré a Victoria en la fiesta de Dante. Esto último me ha tenido ansioso todo el santo día.
Lo sé, lo sé. Soy un idiota, pero Victoria me gusta. Sin importar lo que yo haga no me la puedo sacar de la mente; la quiero y la deseo con locura. Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para tenerla y hacerla indisponible para cualquier idiota.
~*~
—¿Ya nos podemos ir? —se queja Gian por inésima vez.
—¿Te puedes esperar? Estoy buscando esta bella edición de Peter Pan y Buscando a Alaska —digo exasperado—. Hay una heladería en frente, ve allá.
Él gruñe y se va. Estamos en el centro comercial, así que aproveché para ir a esta librería que tanto me gusta para buscar unos libros en específico. El moreno odia leer y cada vez que venimos aquí se queja desde que entramos hasta que salimos, lo cual es molesto ya que quiero buscar mis libros en paz. Hay tantas cosas nuevas por leer y me dan pena esas personas que no saben disfrutar de la lectura tanto como yo. Pobres almas en desgracia.
Cuando finalmente he encontrado lo que estaba buscando, aparte de comprar otros libros que no necesito, pero pues, me reuno con Gian en la heladería de en frente. Él está sentado en un banco comiendo una barquilla de fresa. Se pone de pie en cuanto me ve.
—¡Al fin! —dice aliviado—. Pensé que ibas a quedarte toda la tarde allá dentro.
Ruedo los ojos.
—Solo estás celoso de que no tienes un pasatiempo.
—Claro que sí. Cocinar es mi pasatiempo —responde y yo me río.
—Preparar el cereal no es cocinar.
Él duda con sus palabras.
—¿Y qué? Tú tampoco sabes cocinar.
Me río y paso mi brazo sobre sus hombros.
—Vámonos, Máster Chef —me río.
~*~
La casa de Dante es bonita, no tan grande o lujosa como la mía, pero es aceptable. Tiene una fuente típica romana en el patio delantero y rosas blancas hacen un camino desde la fuente hasta el patio trasero. Como él vive en una villa las casas son prácticamente parecidas.
Pero es de noche y el patio delantero está abarrotado de adolescentes. En el interior es peor, pareciera como si el instituto entero estuviera aquí. Cuando Gianluca y yo entramos a la casa, cada uno coje su camino: él se va a bailar y yo me dirijo a la cocina por un trago. En el mesón de esta hay vasos, botellas y una neverita con hielo, así que me sirvo un vaso con vodka, decidiendo comenzar con algo ligero. Okay, no tan ligero, pero esta noche solo me quiero divertir. No me importa cuánto alcohol consuma o que mañana tenga una horrible resaca y no me acuerde de nada. Esta noche solo quiero despejar mi mente.
~*~
Aunque la mayoría de los chicos me odien, a las chicas no parece importarles mi estatus social en el instituto. Solo les importa mi físico, lo guapo que soy y todas esas cosas que vuelven locas a las chicas. No soy un italiano, pero tengo lo mío. Mi cabello es castaño con algunos mechones de color marrón oscuro, mis ojos son marrones, tengo un piercing en el labio y tengo algunos abdominales, aunque no sea muy atlético. Mi voz es un tanto profunda y mi acento la hace aún más profunda. He escuchado a varias chicas decir que mi voz es afrodisiaca y con solo escucharme tienen un orgasmo, lo cual me causa gracia. A la única chica que quiero seducir con mi voz es a la que no puedo tener.
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Desearía que fueses mi droga (Pausada)
Teen FictionSteve Lewis es el hijo perfecto, tiene excelentes calificaciones, siempre se esfuerza por dar lo mejor de sí y es adinerado. Parece tener la vida perfecta... Sin embargo, la realidad es otra. Es un extrovertido sin amigos, todos en el instituto lo d...