Capítulo 21- Incomodidad al extremo

216 19 4
                                    

Dedicado a XiomaraAlarcn, OlgaLuciaDiazMolina y a niceboock. ¡Qué lo disfruten, amores!

****

Me echo agua al rostro, pero eso no hace que me sienta mejor, al contrario, solo empeora mi situación y de nuevo estoy arrodillado frente al inodoro mientras vomito una y otra vez. El alcohol sigue incrustado en mi sistema. Mi pulso y corazón están acelerados.

¿Qué me está pasando? He pasado por peores cosas, pero nunca así. No lo entiendo.

Me enjuago la boca con agua y me abofeteo yo mismo. Deja la mierda, Steve. Estás actuando como si nunca hubieses bebido, me digo.

—¿Sabes lo que tienes que hacer? Vas a bajar y disfrutar del resto de tu fiesta —digo en voz alta, asintiendo con la cabeza. Mi reflejo en el espejo sonríe burlón, riéndose de mí. Aprieto los puños a mis costados y resisto el impulso de golpear el espejo.

Suspiro. Esta ha sido la noche más larga de mi vida.

Salgo del baño, cerrando la puerta detrás de mí. Bajo las escaleras y camino por el pasillo rumbo al patio trasero.

—¿Cómo fue? Escuché que Pérez casi hace puré contigo —dice alguien a mis espaldas.

Me detengo en el mismo medio del pasillo y me giro sobre mis talones, encontrándome con un chico de cabello castaño largo, el cual, sin embargo, no toca sus hombros. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho y me mira con una expresión burlona en su rostro. Está mascando chicle de una manera asquerosa.

—No es de tu incumbencia —le digo y él suelta una carcajada.

—No tienes idea. No le agradas a nadie y solo están aquí porque es una fiesta. ¿En serio crees que de la noche a la mañana olvidarán que eres un extranjero? —dice y eso me golpea fuerte en el pecho.

—De nuevo, no es de tu incumbencia —repito.

—Solo eres un tonto niño rico que está tan desesperado por lograr que todos lo quieran y así no ser el pobre idiota marginado. ¿Adivina qué? No lo vas a lograr y siempre, siempre serás el extranjero que todos odian.

—Cállate —digo en voz baja, apretando los dientes.

—Y Victoria solo está contigo por tu dinero. ¿En verdad piensas que ella te quiere? Tienes que estar bien pendejo —continúa y ya no puedo soportarlo más.

—¡Cállate, joder! ¡Cállate! Tú no sabes nada —le grito.

—¿Steve, estás bien? —pregunta alguien detrás de mí.

Volteo la cabeza y veo a Gian. Porta una expresión preocupada. Dante está a su lado, mirándome de igual forma.

—Sí. Es solo que este pendejo no se quiere callar y no me deja en paz —digo, señalando al chico con mi mano.

Gian frunce el entrecejo, mirando hacia donde he señalado.

—Ahí no hay nadie, Steve —dice.

—No me jodas, Gian. Está justo frente a nosotros. ¿Estás ciego o qué? —respondo molesto.

—Pérez debe golpearte hasta la madre y tus amigos son unos perdedores al igual que tú —dice el muchacho. Doy un paso hacia él.

—Que te calles ya, maldita sea —le ordeno—. ¿Por qué mejor no te largas de mi casa?

—Steve, me estás asustando. ¿Qué te tomaste? ¿Con quién estás peleando? —pregunta Dante.

—No tú también, Dante. ¿Estás sordo? ¿Qué te tomaste tú? —le digo y él mira a Gian. Ambos comparten una mirada confusa.

Desearía que fueses mi droga (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora