12 de diciembre de 2008
Inspecciono mi rostro en el espejo mientras me preparo para ir al instituto. Mi ojo no está tan morado y mi labio inferior ya se ha sanado. Mis nudillos también están mejor. Pérez realmente me dio una paliza, claro que para él eso tal vez no fue nada, pero para mí sí fue gran cosa. No soy una persona que se mete en problemas; siempre me mantengo al margen. Sin embargo, desde que entré al instituto y conocí a Pérez mi vida se ha convertido en puros problemas.
Coloco mi reloj plateado y azul alrededor de mi muñeca y me echo la mochila al hombro. Salgo de mi habitación y bajo a la cocina, donde está Ignazio, seguramente comenzando a preparar mi desayuno.
—Buongiorno, Ignazio —lo saludo al entrar a la cocina.
Él se gira y me mira con una expresión sorprendida.
—Buongiorno, joven Lewis. Me sorprende que se haya levantado más temprano esta mañana. ¿Qué quiere para desayunar? —me pregunta mientras tomo asiento.
—Solo un cappuccino. No tengo mucha hambre.
Ignazio asiente y procede a preparar mi café. Luego que está listo me lo da y se sienta en la mesa frente a mí. Le agradezco por el café y tomo un sorbo del mismo.
—Su ojo está aún morado. ¿Se untó la pomada? —pregunta.
—Ya estoy mejor, Ignazio. Gracias.
—Es que se pegó muy fuerte con la puerta.
—Estúpida puerta —murmuro y él sonríe levemente.
No tuve más remedio que mentirle cuando me vio con el ojo morado. Conozco a Ignazio; me hubiera dado un sermón acerca de que debo evitar las peleas. Sin importar cuánto lo aprecie y quiera, no estoy para sermones; esos deberían dármelos mis padres, no él.
Entonces me acuerdo; saco un papel doblado del bolsillo de mi pantalón y se lo tiendo.
—Necesito que vayas al supermercado y compres esas cosas —le digo. Él frunce el entrecejo echándole un vistazo a las cosas en la lista.
—¿Para qué es todo esto? Hice compra hace dos semanas.
—Daré una fiesta mañana en la noche.
—¿Sus padres saben de esto, joven Lewis? No me quiero meter en problemas.
—Este... Digamos que no les ha llegado la notificación —digo, encogiéndome de hombros—. Y no te preocupes, no dejaré que salgas perjudicado si se enteran —le prometo. Él suspira.
—Me voy a arrepentir de esto, pero está bien.
—Perfecto. Gracias, Ignazio —le echo un vistazo a mi reloj—. Ya tengo que irme.
—Conduzca con cuidado y que tenga un buen día.
~*~
—¡Maldito sea Nerón! —exclama Gian viendo la lista de notas del último examen de química—. Saqué 64%.
—En realidad debes culpar al profesor Morelli —lo corrijo.
—Estudié bastante para ese jodido examen. ¿Qué sacaste tú? —pregunta, buscando mi nombre en la lista—. No puede ser. Sacaste 87%. No es justo. Apuesto a que no estudiaste nada, cabrón.
—Sí estudié... Dos días antes del examen —admito.
—Y aún así sacaste una buena nota —continúa quejándose—. No voy a poder graduarme si sigo sacando malas calificaciones.
—No te preocupes. Tienes el próximo semestre para subirlas —lo aliento, poniendo mi mano sobre su hombro.
—Eso espero —suspira. Frunzo el ceño.
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Desearía que fueses mi droga (Pausada)
Novela JuvenilSteve Lewis es el hijo perfecto, tiene excelentes calificaciones, siempre se esfuerza por dar lo mejor de sí y es adinerado. Parece tener la vida perfecta... Sin embargo, la realidad es otra. Es un extrovertido sin amigos, todos en el instituto lo d...