Capítulo 12

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Fe, confianza y polvo de hada, todos han escuchado esa frase más de una vez y siendo realistas, ¿quién no? Una película muy famosa, dos películas, más de tres en realidad en donde esa frase es un péndulo importante para ellas.

Los tres conceptos son subjetivos para cada una de las personas habidas y por haber. Fe, normalmente lo relacionamos con un ser supremo en el que se cree y el cual nos ayuda en nuestras penas andantes. Confianza, esa palabra realcionada con lo que podemos hacer o lo que va a pasar, pero analizándola, podemos decir que es casi lo mismo que la fe, ¿no? Pero la diferencia de cada uno es que la fe cree en alguien o algo de lo que hay o no hay prueba y la confianza es estar seguro de ello. Son similares y a la vez diferentes.

Y por último está el polvo de hada, ese polvo que creían que existía cuando la edad pequeña vivía y la edad adulta se veía lejana. Un pequeño polvo que le permitía volar a las hadas, a esas pequeñas criaturitas que tenían especialidades en específico, virtudes únicas y que eran la esperanza de muchos niños. Lo lamentable es que ellas no existen, al menos no ahora, porque si nos referimos a todo aquello que creíamos inexistente nos montamos a siglos y siglos pasados en donde muchas cosas que se creían imposibles ya no lo son.

Pero en ese momento, aquella subjetividad estaba en la rusa pelirroja viendo a algunos de sus amigos frente a ella. Sí, la fe, la esperanza y el polvo de hadas eran reales, no específicamente como lo es su significado, pero lo eran, porque llegaron de una forma u otra y ella quiso referirse a ello como la frase de Peter Pan o de Tinker Bell. Se sentía afortunada y demasiado.

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Estaba sentada en la enfermería de la sede con tres doctores alrededor de ella que no la dejaban ni respirar.

Habían llegado unos cuantos minutos atrás y lo primero que hicieron fue llevarla a que la revisaran... típico de todos.

Se sentía extraña, no renocía el lugar, ya no era la misma sede, no sabía qué había pasado en esos años y se sentía una completa extraña invadiendo un hogar, un hogar que ya no se sentía el suyo. Miró a las enfermeras darles la espalda y con cuidado y en silencio se quitó el aparato que tenía en el brazo y salió de ahí.

Paz y silencio, eso era lo que necesitaba, la estaban matando. Encontró la salida a pocos metros de donde estaba y caminó a ella sintiendo el sol darle en el rostro como una linterna a media noche.

-Mierda.

Se tapó como pudo los ojos y corrió hacia un árbol que había frente al lago, se sentó en la sombra de éste y trato de acostumbrarse a la luz, de nuevo. Era normal que después de tanto tiempo en un mismo lugar con un clima y una luz diferente la desorientaran de aquello a lo que ella estaba acostumbrada, ahora el sol la estaba matando y el ruido en exceso ni se diga.

Soltó un suspiro cerrando los ojos y respirando el aire fresco que había en el ambiente sintiendo la brisa que el lago soltaba. Soltó una risa; estaba en casa.

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-¿Piensas decirle?.

Clint lo espantó. Miró al rubio el cual estaba recargado en el barandal del balcón del segundo piso viendo a la pelirroja recargada en el árbol.

-No lo sé, Clint. -Le contestó -Acaba de llegar y decirle que perdió al be...

-No, no me refiero a eso. -Lo cortó negando -Hablo de lo otro.

Steve dejó el barandal y volteó a ver al castaño. Sabía a lo que se refería exactamente y no podía evadirlo, pero si posponerlo.

-No, no lo haré. -Lo miró -Y más te vale que no lo hagas tú, Clint.

-¿Más me vale? ¿Estoy escuchando una amenaza o una advertencia?.

-Una recomendación. Natasha acaba de llegar, dejémosla un tiempo mientras se acostumbra a todo esto de nuevo, ¿quieres arruinarle la estadía aquí a horas de su llegada? Ten tantita cordialidad con la que dices es tu mejor amiga.

-No te atrevas a usarla a ella como excusa. -Contestó molesto señalándolo con el dedo -Natasha merece saber la verdad, ¿crees qué no se va a enterar? Alguien se lo dirá tarde o temprano y creéme que si ese alguien no eres tú, vas a tener más problemas.

-Los esperaré entonces.

Clint soltó una risa ante la actitud de Steve. Alzó los brazos en forma de rendición y salió de ahí dejándolo con sus ideas y pensamientos.

Steve lo vió salir por la puerta corrediza y volteó de nuevo su vista hacia la rusa pelirroja sentada frente al lago. Tal vez si debería decirle la verdad, al menos antes de que se sintiera más basura de lo que ya se sentía.

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-¿Cómo te sientes?.

-Diferente. -Natasha le respondió -Distinta.

-Es normal, Tasha, acabas de regresar y eso e...

-No, no me refiero a eso, babas. -Le dió un zape a Clint -No me siento en casa....

Natasha bajó la mirada a sus manos y comenzó a juguetear con ellas, estaba ansiosa, demasiado.

-Hey, tranquila. -La tomó de ambas manos -Te va a dar algo, ¿qué pasa?.

-No lo sé, Clint. -Negó con sus ojos cristalizados -Hay algo que siento diferente. -Alzó si vista a él -Hay algo que siento que cambió y no puedo saber qué es, no veo la diferencia.

-No hay nada, Nat...

-No me mientas, Clint... -Pidió -No tú, todos menos tú.

Clint asintió y la abrazó a ella, se sentía mal, mal por estarle mintiendo y ocultándole lo que ella debía saber. Era su mejor amigo, debía contarle lo que sabía, no ocultarle las cosas.

-Te lo contaré.


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