Los doctores le dieron a Andrew de alta una semana después, fui a verlo un par de días al hospital y cada vez que me veía una sonrisa estúpida aparecía en su rostro. Su mamá, su hermano mayor, y su papá se encargaron de cuidarlo tanto de día como de noche. Hubo un par de días donde me quedaba con él en el hospital; había mejorado bastante, ya podía comer solo, incluso se sentaba en la cama, caminaba un poco. Pasaron unos días y volvió al colegio. El viernes de esa misma semana, a eso de las 10:46 p.m. alguien toca el timbre de mi casa; como estaba en la sala leyendo, fui a abrir. Cabe resaltar que no estaba sola en casa, pero todos estaban dormidos. Reviso que el timbre no haya despertado a nadie, y cuando abro me llevo una gran sorpresa.
Es Andrew con un enorme ramo de tulipanes de diferentes colores, y algo cuelga de su espalda. Es su guitarra.
- Hola – dice con una sonrisa en su rostro.
- Hola... no esperaba tu visita y menos a estas horas.
- Son para ti – dice mientras extiende el ramo hacia mí.
- Gracias – digo mirándolo fijamente – son hermosas.
- Sabía que te gustarían. Los tulipanes son tus flores favoritas – añadió.
- Así es – expreso admirando las flores – debieron costarte una fortuna.
- No mucho – dice observando alrededor - ¿Puedo pasar?
- Si, si claro – digo mientras le hago espacio para que pase.
Nos sentamos en el sillón de tres puestos con uno en medio de distancia. Estamos en una sola habitación, nuestros cuerpos están cerca el uno del otro, pero un mar de distancia está en medio de nuestros sentimientos y corazones. Sus ojos brillan, un silencio inmenso inunda la habitación, el aire se vuelve denso. Mi cuerpo no responde, estoy inmóvil. El rompe el silencio, sacando un sobre de papel blanco del compartimiento de su guitarra.
- Esto es para ti – dice extendiendo su mano – léelo ahora más tarde, estás hermosa.
¿Hermosa? Sólo me puse un vestido sin mangas color gris, que estaba algo corto (un poco más arriba de las rodillas) y tenía un pronunciado escote. De mi cuello colgaba mi cadenita de oro, con un dije de corazón de oro pequeño, aunque muy lindo. Me la regalo mi mamá a los diez años.
- Gracias – digo intentando NO ruborizarme - ¿Qué es? – digo intentando mirar su interior.
- Lo sabrás cuando lo leas – dice guiñándome un ojo - ¿Por qué no me dijiste que me habías donado sangre?
- ¿Debía decírtelo?
- Sí... supongo – añadió dudando – ¿Porque lo hiciste?
- Porque.... Me sentía mal, de tú no haberme seguido – se me quiebra la voz – el camión no te habría arrollado.
- Me toma de la mano – no te habría seguido de no ser algo importante. Por eso escribí esto para ti.
"Tus ojos son los luceros que iluminan mis días;
Tus labios son terrenos inexplorados, que deseo con ansias conocer;
Tu largo cabello negro, es mi cortina al amanecer"
- Ay... que cursi eres – digo riendo – me gustó, gracias - admito.
- Tú y tu sarcasmo.
Mi garganta está hecha un nudo, así que me dirijo a la cocina en busca de agua.
- ¿A dónde vas? – pregunta mirándome.
- A tomar agua.
Me sorprende que él me haya escrito un poema tan lindo de tres líneas para mí, nunca nadie había hecho algo igual. Abro el grifo del agua y me tomo un vaso. Un ruido y una presencia detrás mío me hace exaltarme, así que volteo. Andrew en menos de un segundo me tiene atrapada entre sus brazos y me roba un beso casto en los labios; yo vacilo debido a la sorpresa, obviamente y me alejo.
- Andrew ¿Qué es lo que te pasa? – digo lo más bajo posible para no despertar a nadie.
- Me he dado cuenta de todo.... – deja la frase suspendida en el aire y continua – fui un idiota, estoy perdidamente en ti, en todo de ti. No te dije nada el día de tu cumpleaños por ser un indeciso de mierda, me odio por eso – añade – por ese error te perdí, te perdí porque ahora estas con Iván.
- Andrew.... Solo dices eso porque aún estas nostálgico por lo del accidente. – intento sonar normal – lo que estás diciendo suena genérico.
- ¿Genérico? – preguntó.
- Si, suena que sólo debes decirlo, por necesidad, pero no parece salir de tus sentimientos.
- Baja su mirada y asiente – vamos a ver qué te parece esto – tu eres mi mejor amiga, la única que ha estado ahí para mí SIEMPRE, a pesar de todo, de mi horrible cara, y mi grande nariz; de mis estúpidas decisiones y quien siempre tiene algo bueno que decir cuando mi ánimo lo tengo debajo de las plantas de los pies. Eres la mejor chica de todas Atemis, estoy perdidamente enamorado de ti y lamento haberte herido y haber sido un completo idiota. Ahora te perdí para siempre. – sus lágrimas se asoman en sus mejillas.
- Andrew... yo estoy con Iván ahora – se me quiebra la voz, verlo así – él me entiende, y me quiere mucho. – continúo – yo te dije todo lo que sentía por ti, y me rechazaste – mis lágrimas ya inundan mis ojos.
Andrew intenta tomarme de la mano, pero se lo impido, no quiero saber nada. Antes dijo que no podíamos ser nada, que no éramos compatibles y ahora me dice esto.... Me dan ganas de golpearlo.
- Sé que quizás no quieras escucharme – dice llorando – pero al menos déjame hacer algo que debí hacer hace mucho tiempo.
- ¿Qué cosa? – digo con furia en mis palabras.
Él se acerca lentamente, y me toma de los hombros, mi cuerpo queda inmóvil otra vez intento zafarme, pero estoy helada. Acaricia el corazón que cuelga de la cadenita de oro, la cual se encuentra justo arriba de mi busto. Va subiendo por el lado izquierdo de la cadenita y se me eriza la piel. Mi corazón late a mil por hora, mi pecho sube y baja sin parar, mis ojos están fijos en los de él. Finalmente llegó a mi cuello, me sostiene fuerte, aunque delicadamente, su pulgar se encuentra en mi mejilla y el resto de sus dedos están detrás de mi oreja, acariciando el cabello. Me mira fijamente unos segundos y de a poco se acerca. Siento su aliento, su perfume, su calor, toda su esencia. Estamos tan cerca que nuestras respiraciones se entremezclan y junta sus labios a los míos. Me hace falta la respiración, sé que lo que estoy haciendo está mal. Pero algo en mi me dice que debo hacerlo. Sus labios los vi tantas veces, pero jamás me hubiese imaginado que fueran tan carnosos; disfruto el momento porque... ¿Qué se supone que deba hacer? El beso fue más largo de lo que esperaba. Mi boca reclama a la suya, el beso se volvió apasionado; nos besábamos con una desesperación inigualable. Finalmente se apartó me pidió disculpas y se dirigió a la sala en busca de su guitarra.
Ya en la puerta, justo antes de irse caminando me dice algo que me deja pensando... "Si de verdad amarás a Iván, no me habrías dejado besarte de la manera como lo hice, lee el contenido del sobre. Descansa"
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Una Chica Diferente
RomanceMuchas personas piensan que todas las chicas quieren maquillaje, ropa costosa y bolsos de moda; pero Atemis es diferente, ella prefiere los libros, el café, el olor de la lluvia. es una persona virgen de sentimientos y de corazón, nadie tiene sentim...