Hoy es 15 de diciembre, hoy Andrew tomará un avión para irse a vivir a Canadá. Son pasadas las 10:00 de la mañana, su vuelo sale a las tres de la tarde. Me fui a su casa como a las once, y estaba todo vacío la sala, la cocina, los cuartos, solo había muebles. Subo a la habitación de Andrew, miro la puerta de enfrente y recordando la noche donde nos volvimos uno. Andrew me recibe con una sonrisa.
- Hola – digo.
- Hola hermosa – dice dándome un beso casto en los labios.
- ¿Todo bien? – pregunto preocupada.
- No, no quiero irme, no ahora que estamos juntos – frunce el ceño – si pudiera cambiar eso, me quedaría contigo. No quiero perderte. Eres más importante para mí que cualquier cosa.
- Lo sé, yo tampoco quiero que te vayas, pero ¿Que podemos hacer? – digo mirándolo a los ojos – estaremos juntos, aun así. Lo nuestro es algo muy especial y fuerte. No creo que la distancia cambie eso.
- Podremos con esto – me regala una sonrisa – pero por ahora te disfrutaré un rato.
- Como que...
Me calla con un beso profundo, me toma de la cintura y yo le paso las manos por la nuca. Me levanta y me deja de cunclillas. Me saborea por última vez está jadeando, pero feliz. No quiere dejar de besarme, pero debe terminar de empacar. Almorzamos juntos, y nos quedamos en silencio un rato. Y le sonrió y solo provoco una reacción esperada. Me ha atacado a besos, como la noche de su cumpleaños. Su mamá nos interrumpe, y nos dice que ya debemos irnos.
Mi papá me lleva al aeropuerto donde ya están llamando el vuelo de Andrew y el me da su guitarra, junto con el estuche. Me dice que es una garantía para volver. Me la está dando para que se la cuide. El volverá por ella y también por mí. La tomo y se me llenan los ojos de lágrimas. Me pide que no llore, y me besa una última vez antes de irse al avión.
FIN
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Una Chica Diferente
RomanceMuchas personas piensan que todas las chicas quieren maquillaje, ropa costosa y bolsos de moda; pero Atemis es diferente, ella prefiere los libros, el café, el olor de la lluvia. es una persona virgen de sentimientos y de corazón, nadie tiene sentim...