Capítulo 22

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Desperté a eso de las 6:30 a.m. me puse el pijama pues solo tenía puesta mi ropa interior, voy al baño privado del cuarto donde dormí, me cepillo los dientes y me cepillo el cabello con mis dedos y lo ato con una liga. Veo una bata y me la pongo, salgo silenciosamente del cuarto y me voy a la cocina. Necesito café.

Como no hay café hecho, hago suficiente para los padres de Andrew, para su hermano, para él y para mí. Mientras espero que se haga el café, recojo los vasos desechables de la fiesta de ayer, y los junto para luego los tiro a una bolsa de basura.

Estoy tan concentrada recogiendo la basura que no me percato que Andrew esta justo detrás de mí. Quien me rodea con sus brazos por la cintura y me da un abrazo.

- Buenos días – dice mordisqueándome la oreja.

- Buenos días – respondo riendo.

- Te da cosquillas ¿esto? – dice aun mordiéndome.

- Si – digo estallando en risas.

- ¿Y esto? – añade besándome el cuello.

- Andrew... - le regaño - compórtate.

- No puedo al estar contigo – me sigue besando - ¿Dormiste bien?

- Diría que demasiado bien ¿y Tú? – me zafó de las cosquillas y me volteo para verlo de frente

Veo sus ojos, son de un marrón claro, como del color de la canela o avellana, el también mira los míos, retira una mano de mi cintura y la lleva a mi mejilla, solo sonrió y me besa, siento el sabor a pasta dental en su boca. Un ruido muy parecido a la tos, no se hace separarnos de un respingo, es su papá. Nos apartamos lo suficiente y yo solo quiero que me trague la tierra. Qué vergüenza.

- Buenos días – nos dice con un tono neutral.

- Buenos días – respondemos al unísono.

Pasa al lado de Andrew y le da una palmaditas en el hombro. Se sirve del café que acabo de hacer y sube de nuevo. Cuando puedo volver a respirar, miro a Andrew, quien estalla en risas.

- ¿Qué es tan gracioso? – intento sonar enojada pero no puedo.

- Debiste ver tu cara – la risa continua - parecías un fantasma.

- Ja – Ja - Ja – digo con tono de burla.

- Lo siento mi amor – dice recuperando la cordura.

Mis ojos brillan por las palabras que acaban de salir de sus labios, y él lo nota. Se está acercando.

- Gracias por la maravillosa noche que me regalaste – dice tomándome de las manos.

- Eh... - me ha sacado de balance con eso, no sé qué responder.

- Fue el mejor regalo de cumpleaños de mi vida – añade – fue muy...

- ¿Especial? – termino la frase.

- Si, especial – asiente - ¿Lo fue para ti?

- Si – inmediatamente me sonrojo.

- No lo hagas – dice tapándose los ojos – me vuelves loco.

- Ay que buscarte un manicomio entonces – me volteo para servirme café.

Me agarra del hombro con una mano, con la otra, la cintura y me baja a la altura de su cintura y me planta un beso. Otra vez.

Una Chica DiferenteWhere stories live. Discover now