Capítulo 8

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Anteriormente...

—Hasta que eso ocurra disfrutaré de nuestra apuesta y de un buen masaje.

—A lo mejor mis manos te estrangulan sin querer en medio de ese masaje —emprendí el camino hasta la sala de juntas con él a mi lado.

—Entonces a lo mejor a mí se me escapa la mano también... —me miró con una sonrisa amenazante— y terminas contra la pared.

Me atraganté con el agua que estaba bebiendo y el hijo de puta tuvo la cara de reírse.

¿Quería guerra? La iba a tener. 



El viaje a Atlanta fue corto y poco fructífero. Solo encontramos polvo, arañas y algunos archivos que no me daban la impresión de ser importantes. Aun así, Bucky y yo empezamos a leerlos en cuanto pusimos un pie en el jet. A esta misión solo habíamos acudido Steve, Bucky, Clint y yo y viendo el panorama hasta podríamos haber enviado a Peter Parker solo. Aunque seguro que el niño se las hubiese ingeniado para complicar las cosas.

Volvimos a la Base pasado el mediodía, por lo que cogí un plato de comida, la mitad de los papeles que James y yo teníamos en nuestro poder y me encerré en mi habitación. Me apetecía estar sola e investigar por mi cuenta. Además, después del fracaso de los últimos días no tenía ganas de estar acompañada.

No tarde más que un par de horas en leer los archivos, pero descifrarlos me llevó lo que quedaba de tarde. No hablaban de nada importante o novedoso pero aun así apunté lo más destacable de ellos. Esperaba que Bucky hubiese tenido más suerte, aunque no contaba con ello.

Estaba a punto de ir a comprobarlo cuando me llegó un WhatsApp.

Rogers: Me debes un masaje.

Rogers: Y llevo media hora escuchando tus gruñidos de disconformidad.

Rogers: Así que mueve el culo a mi apartamento.

¿Por qué no viene tú al mío?

Rogers: Porque ya tengo la cena hecha.

Si piensas que te voy a dar de comer lo llevas claro.

Rogers: Con la boca que lo vas a hacer.

¿Amenazas, Capitán América?

Rogers: Detecto cierta cobardía.

—Estas jugando con fuego, Rogers, y te vas a quemar —el susodicho saltó del sofá al escucharme, apoyada contra el marco de la puerta de la entrada. Me había colado en su apartamento en el transcurso de la corta conversación sin que se enterase.

—Justo a tiempo para la cena —disimuló el susto, dejó el teléfono en la mesa de centro y se encaminó a la cocina— ¿Pizza?

—¿Pizza? ¿En serio?

—¿Qué esperabas? Me he pasado la tarde siendo la marioneta de Tony. Ha querido probar conmigo los nuevos clones.

—¿Y qué tal? —me acerqué a la isla, donde el Capitán América estaba dejando un par de pizzas, y las llevé hasta la mesa de centro.

—Unos ajustes más y serán unas réplicas perfectas de los clones del KGB —caminó detrás de mí con una botella de vino y dos copas.

—¿Vino y pizza? —pregunté sentándome en el sofá.

—Y de postre hay fresas —se sentó a mi lado.

—Menuda combinación más rara has hecho. ¿No sabes que la pizza va con cerveza y helado?

Guerra y pasión || RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora