Capítulo 5

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Anteriormente...

—Ahora no es un buen momento para eso —dije más seca de lo que pretendía.

—Lo sé, pero no me quito de la cabeza que...

—Barnes —me giré bruscamente a mirarle—. Ahora no. Cuando todo se calme podremos hablar de ello. Pero ahora necesito toda mi concentración en esto.

—Tienes razón —tomo asiento y encendió una tablet que había sobre la mesa. Sabía que había sido demasiado dura con él, pero no podía permitir que el pasado invadiese mi presente, porque terminaría rota y perdida. Y el equipo necesitaba a la Viuda Negra, no a Natasha Romanoff.



Al segundo entrenamiento con los clones había conseguido desarmar a mi clon e inmovilizarla contra el suelo, lo mismo que con Wanda. Pero para los demás no había sido tan sencillo... A excepción de Steve y James, el resto del equipo había tardado toda la semana en poder tumbar a los clones sin usar armas, poderes o armaduras, solo combate cuerpo a cuerpo. Eso nos dejaba en un aprieto si se trataba de luchar contra un ejército de ellos.

Cuando no estábamos entrenando Tony, Rhodey, Visión, Wanda y Shuri, desde Wakanda, se encargaban de experimentar con los clones. Tony estaba cerca de replicar su funcionamiento, lo que nos permitiría hacer entrenamientos en grupo y ver qué cantidad de clones podían desactivar Wanda y Visión de golpe. De momento no habíamos encontrado dónde estaban siendo creados en serie, pero sí que habíamos encontrado un número en una pieza interna del robot de Wanda. Si Stark no se equivocaba ese era el clon número ciento doce, mientras que el de Natasha tan solo era en cuarenta y siete. Eso significaba que mínimo había ciento doce clones de cada uno de nosotros. Maravilloso.

Steve salió del complejo una mañana y no volvió hasta bien pasada la madrugada. El Capitán América había viajado hasta Washington y había tenido una larga conversación con el General Ross, junto a Furia y el rey T'Challa. Según me había contado Nick, Steve casi había terminado abalanzándose sobre el hijo de puta de Ross. De no haber sido por T'Challa las cosas hubiesen terminado muy mal para el soldado. Pero, no sé como, finalmente el general cedió antes las exigencias de Rogers y se levantó la orden de búsqueda y captura. 

Cuando Steve apareció a la mañana siguiente por la cocina lo primero que dijo fue: "Estamos limpios. No volveremos a tener que escondernos". Y después de eso todo fueron gritos de júbilo y suspiros de alivio. 

En lo referente a la Sala Roja y el KGB aún no había encontrado gran cosa. Hill, James y yo nos pasábamos la mayor parte del día investigando, pero los pocos hilos que encontrábamos no llegaban muy lejos. Había enviado a los agentes de S.H.I.E.L.D a un par de pequeñas misiones para recuperar archivos perdidos del antiguo KGB y controlar los movimientos de HYDRA, pero parecía que el camino que quedaba por recorrer era muy largo.

Tenía claro que Pepper había salido del país. Era el cebo de la Sala Roja y por supuesto que debía de conducirnos hasta donde ellos tenían ventaja: Rusia. Por eso no me había molestado en buscarla en Estados Unidos u otras partes del mundo. Aun así, T'Challa ya se había encargado de eso y estaba rastreando desde Wakanda todos los movimientos de las cámaras de seguridad y ordenadores del mundo. Por algún lado debería de aparecer. No es que yo lo viese necesario, porque sabía perfectamente que estaba en Moscú, escondida entre más de once millones de habitantes, pero Tony necesitaba la información y yo no iba a decir que no.

―Tasha, ¿Te suena el nombre de Yerik Vasiliev? ―la pregunta de Hill me hizo apartar la vista de unos papeles y mirar la pantalla de su ordenador.

Era un hombre rubio de unos cincuenta años, bastante atractivo a la vista de no ser por una cicatriz que le atravesaba la mejilla izquierda.

―Maestre ―busqué a Bucky, quien ya me estaba mirando―. Pensé que estaba muerto.

Guerra y pasión || RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora