un problemático encuentro.

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- que empiece la diversión- sonrió con malicia.

mientras corría hacia la mansión, en unos de los caminos formados dentro del bosque había un carruaje rodeado de bestias humanoides peleando con unos guerreros. -¿y ahora aparecen las bestias?, ¿que estaban haciendo cuando las necesitaba?, ustedes me deben algo- pensó mientras se encaminaba hacia el carruaje.

cuando se acerco logro ver en detalle el carruaje, era muy grande y lleno de detalles, los caballos de muy buena raza estaban sin vida en el suelo, ahora había una batalla entre unas bestias que parecían lobos con cuerpo de humanos y colas de reptil luchando con unos guerreros -me sorprende que siguen peleando a pesar de que están en una obvia desventaja, son buenos pero no lo suficiente- , dentro del carruaje podía ver que había una mujer mayor y una adolescente, ademas de las bestias parte lobo, ocultas entre los matorrales cercanos habían unas pequeñas lechuzas del tamaño de perros parecían haber atrapado a un par de hombres con su magia.

se paro justo detrás de ellas, como no estaba en el mundo normal ellas no podían verla, antes de salir observo a los guerreros que estaban luchando ya cansados -tomen esto como un favor del destino- pensó. rápidamente puso sus manos en su pecho y conjuro el hechizo.

ahora estaba detrás de las enormes lechuzas las cuales no la habían visto aun, quien si habían notado su presencia eran los hombres que estaban atrapados, eran un hombre mayor con cabellos plateados y ojos color jade que mostraban desesperación al son de su rabia mientras que el otro era un apuesto joven de cabello rubio brillante y ojos rojos como rubíes que brillaban en ira.

Elizabeth los miro a ambos y formo una encantadora sonrisa, los ojos de ambos hombres se abrieron como platos, con delicadeza Elizabeth puso su mano sobre las cabezas de las lechuzas invocando su magia creando flamas negras que dominaron sus cerebros, sus ojos se volvieron blancos ambas cayeron al suelo y su magia desapareció de ambos hombres que aun no se movían mirando atónitos a Elizabeth.

aun con su sonrisa intacta camino al lado de ambos hombres, miro de reojo al joven quien la observaba fijamente, por un momento sus ojos se encontraron. siguió su camino hacia las bestias lobo que aun no notaban su presencia, puso su mano en su pecho tomando la gema plateada y esta empezó a brillar, del brillo surgieron espinas que rápidamente formaron su látigo, las rosas negras florecieron hermosamente.

-¡oigan bestias, ustedes me deben algo!- grito alertando a las bestias, los guerreros al igual que las bestias la miraban extrañados. -¿porque no vienen y juegan con migo?- estiro el lazo del látigo por el suelo, y las observo divertida, -serán mis sujetos de prueba- pensó.

furiosa, una bestia corrió hacia ella saltando mostrando sus garras, Elizabeth la esquivo dando un salto a un lado, tomo fuertemente su látigo y lo movió hacia la bestia enredando el lazo espinoso en su cuello. la bestia que aun estaba en el aire por su salto con el látigo enredado en su cuello, Elizabeth jalo fuertemente el látigo hacia ella rompiéndole el cuello a la bestia la cual cayo al suelo inmóvil.

los guerreros y los hombres la observaron atónitos, por su lado las bestias comenzaron a gruñir bravamente.

-¿eso es todo lo que su especie puede hacer?, pensé que serian un reto por como se comportaban, es una pena- jalo elegantemente el látigo el cual se enrollo en su mano.

todas las bestias corrieron hacia Elizabeth la cual solo sonrió, todas juntas saltaron sobre ella y de repente un sonido similar a un azote retumbo en el bosque generando que algunos cuervos se asustaran y volaran lejos, uno a uno los cuerpos inertes de las bestias caían alrededor de Elizabeth, que ahora miraba sus cadáveres con desprecio.

sostuvo la punta de su látigo con su mano y observo las manchas de sangre -que bueno que no tengo que limpiarlo- pensó cerrando suavemente sus ojos, llevo su mirada hacia los atónitos hombres que aun estaban en el suelo -¿no se supone que ya están libres de la magia, que hacen aun en el suelo?- pensó y observo sus ropas, dio un leve salto por la sorpresa al ver en sus trajes los escudos de la realeza, -¡¿que acabo de hacer?!- grito en su mente.

camino hacia aquellos hombres y se inclino lo mas elegantemente que pudo con su vestido hecho de trapo y su despeinado cabello.

-disculpe mi rudeza su alteza- dijo mirando al suelo, lentamente elevo su mirada hacia los aun mas sorprendidos hombres que yacían en el suelo. los miro detenidamente esperando una respuesta, ladeo su cabeza esperando sin embargo aunque sus bocas estaban abiertas no pronunciaban palabra.

el incomodo silencio fue roto por una dulce voz proveniente del carruaje.

-¡PADRE! ¡HERMANO!- salio del carruaje una bella joven de cabello rosa claro y ojos azules mirando hacia todos lados, sus ojos parecido a joyas se detuvieron en la dirección de Elizabeth -si estoy en lo correcto ella debe ser la princesa Rose Prishkan y este joven el primer príncipe Elias Prishkan, valla lió en el que me he metido- pensó mientras observaba a la princesa correr hacia su dirección.

mientras corría la princesa se tropezó con una roca, antes de caer fue salvada por Elizabeth quien tomo su cintura y su mano para sostenerla.

-debe tener cuidado, princesa-

-ah. ah- tartamudeo la princesa, al parecer se había ...¿sonrojado?, que extraña. la soltó y la ayudo a ponerse de pie. la princesa bajo su rostro al suelo.

-gracias- dijo dulcemente.

-no es nada- sonrió gentilmente, regreso la mirada hacia el rey y el príncipe, que ya parecían fuera de trance.

-¡me alegro de que estén bien!- la princesa corrió hacia ambos con un abrazo mientras caían lagrimas por sus mejillas -que adorable- pensó Elizabeth, sonrió gentilmente ante esa escena.

-todo es gracias a esta señorita- dijo el rey acariciando el cabello de la princesa. miro directamente a Elizabeth y ella hizo lo mismo. -en mi vida como emperatriz recuerdo toparme con todo tipo de personas hasta que desarrolle la habilidad de leer a las personas, nunca hubo alguien a quien se me dificultara leer sin embargo leer a este rey me es imposible- se rió en su mente, - que formidable- pensó.













¡¡La Emperatriz Bastarda!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora