-¿Quiere que le traiga dos rodajas de pepino para los ojos?-me preguntó una de las chicas que trabajaban allí.
Asentí tranquilamente mientras me tumbaba en la camilla.
Al final decidí utilizar el bono que me regalaron mis padres, y no les podía estar más agradecida.
Dejé a mi hermano a cargo de los campistas. Sabía que los cuidaría bien porque siempre le gustó estar rodeado de niños.
De repente, una idea se me pasó por la cabeza, o más bien una reflexión. ¿Y si le dejaba a Matt el campamento? Cada día, cada minuto, cada segundo, mi cuerpo se resentía. Necesitaba un tiempo de vacaciones. Un tiempo en el que solo existiese yo, y solo me tuviera que preocupar por mí. Pensar, viajar, fotografiar, conocer, descubrir... Mi trabajo me seguía gustando, pero era hora de pensar por mí aunque solo fuese unos minutos. Encerrada en ese recinto lo único que haría sería ver como pasarían las horas sin ninguna conexión con el mundo exterior, y tampoco quería eso. Podría seguir con mi trabajo en la ciudad, una consulta tal vez. Un taller. ¡Cualquier cosa valía!
Sería una decisión muy difícil, tal vez me arrepintiese después de eso pero tenía claro que el campamento cerraría sus puertas, a no ser que mi hermano quisiera encargarse de él.

ESTÁS LEYENDO
1,2,3... ¡Quiérete!
Genç KurguDesde bien pequeña me gustaba ayudar a las personas, sobretodo dándoles consejos para quererse a uno mismo. Sabía que de mayor quería trabajar haciendo esto y decidí abrir un campamento. No es un campamento normal, en el cual haces actividades todos...