Déjame Amarte [02]

485 49 23
                                    

Para convencer a Olivia del plan de irnos a vivir juntas, tuve que rogarle día sí y día también hasta que finalmente conseguimos llegar a un precipitado acuerdo. Necesitábamos encontrar un trabajo para poder pagar todos nuestros gastos. ¿Por qué? Pues porque ya no volveríamos a depender de nadie nunca más. ¿Cuál es el problema? Que no sabemos cómo comportarnos como personas mundanas, normales y corrientes; no sabemos lo que es levantarnos a las tantas para ir al trabajo, ni tampoco dejarse el cuerpo y el alma para finalmente recibir a fin de mes unos cuantos billetes que nunca suelen ser suficientes. Pero es verdad eso que dicen que más vale tarde que nunca; nosotras todavía estamos a tiempo de coger las riendas de nuestras vidas y dirigirlas lo mejor que podemos, con nuestros propios recursos.

La idea de trabajar al mismo tiempo en el que estudiamos fue de ella, aunque teniendo en cuenta que llevamos como unas tres horas buscando empleos sin un resultado positivo o convincente, tal vez se esté replanteando todo el maldito plan.

—¿Y si la princesa deja de ser tan exigente? —exclamo bien alto para que pueda escucharme desde la isla de la cocina, que conecta directamente con la sala de estar en la que me encuentro—. Un trabajo es un trabajo, cualquiera es mejor que no tener ninguno.

Escucho cómo ella gruñe como respuesta.

—¿Acaso tú trabajarías cuidando o paseando perros? —me responde de vuelta—. O algo incluso peor: niños.

Debo morderme la lengua para retener todos los reproches que quieren salir por mi boca. Claro que cualquier trabajo es válido. Tía Mery se pasó la mitad de su vida trabajando de cualquier cosa para conseguir mantenerlos a las dos, antes de que mi padre decidiera ser generoso y colaborar en el mantenimiento del hogar y de nuestra vida. Recuerdo verla triste, sumisa en su propia soledad, mientras al mismo tiempo trataba de aparentar que todo estaba bien cuando yo estaba presente. Ella era todo bondad, nunca se mereció vivir de esa forma tan precaria.

—No se te van a caer los anillos por tener que cuidarlos, Olivia —me limito a responder, tratando que de esta forma entre en razón—. Como vayas con esa mentalidad a todas partes, no vas a conseguir nada. Aunque igual así te darías cuenta de lo que significa trabajar para vivir al día.

Mi hermana se mantiene en silencio por un buen rato, seguramente pensando en cómo responderme, sabiendo que yo tengo la razón. Finalmente, decide levantarse de su lugar y venir hacia mí. Todavía delante, con el portátil en las manos y una mirada de arrepentimiento, suelta un suspiro antes de hablar:

—Perdona, no quería desmerecer el trabajo de nadie —responde para mi sorpresa. Pensé que nunca cedería, que seguiría siendo igual de cabezota que siempre—. Tienes razón. Cualquier empleo es válido. Sólo que... llevo aquí más de tres horas, ya no controlo lo que digo.

Olivia se deja caer a mi lado, apoyándose en uno de mis hombros mientras se recuesta en el sofá. Las dos cerramos nuestros portátiles, un poco cansadas de buscar sin descanso y no encontrar nada. Dejamos que un pequeño silencio se cuele en nuestro hogar, hasta que ella decide romperlo, cambiando de tema.

—¿Te has parado a pensar qué hubiera pasado si nunca nos hubiéramos ido de California?

Tenía la certeza de que tarde o temprano esta charla acabaría viendo la luz. Tantas cosas podrían haber sido diferentes... que incluso me asusta pensarlo.

—No sé si deberíamos darle vueltas ahora, Oli...

Pero ella no deja que termine, y antes de que pueda decirle que no me apetece hablar de nada más, justo comenta lo que nunca he querido escuchar.

—No conocerías a Kalet, y posiblemente estarías con Will.

Siento que el corazón se me desgarra con cada una de sus palabras, y me sorprende demasiado que ella no pueda escuchar cómo se va rompiendo en pedazos cada vez más pequeños.

Déjame Amarte© #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora